Dicen que para escribir se necesitan musas, yo no las necesito. Lo que requiero son bichos para imaginar historias para niños que no son niños. Digamos que son para niños mayorcitos porque según esto el lenguaje que uso -sin ser grosero- no lo comprenden los pequeñitos. Los grandes puede que si lo hagan.
También invento historias muy tristes que a pocos les gustan pero no puedo evitarlo. Nací el día de las Ausencias en un invierno de neblina cerrada. Viví parte de mi infancia en ese lugar al que no me gustaría volver. Hay cosas y lugares que de tanto ser nuestros, se vuelven ajenos en el momento de la independencia natural dictada por la vida y las ganas de volver quedaron enterradas en el adiós lloroso de una madre.
Mis historias de bichos tienen mucho de mi infancia. Mis hermanos, mis padres, el monte, la casa grande con columpio, los hongos remiten a un pasado nostálgico que no hace más daño.
Es por eso mi afán de buscar insectos, de observarlos para crearles historias inverosímiles bautizándolos con nombres sui generis y poco ortodoxos. Todos mis protagonistas tienen dos nombres, igual que mis hermanos y yo. Costumbre que la nueva generación de Apellidos Ilustres ha desarraigado portando un solo nombre. A mi me da la idea que les falta algo. Es como llamarse Pájaro o planta o piedra. Siento que les falta algo que los distinga de los demás. No digo que sea malo pero de toda la vida, mi familia ha llevado dos nombres y por eso la costumbre no pasen ustedes a creer que es ofensa.
Pero bueno ya me desvié del tema de este post.
Resulta que a mi casa ha llegado El gran Markus. Un sujeto de playera roja y pantalón caqui provisto de artilugios y polvos mágicos para matar bichos, materia prima de mis historias.
Llegó el lunes con una mascarilla blanca y sus aparatejos fumigadores rociando un líquido blancuzco por todos lados.
Las lluvias que apenas comienzan han traído tal cantidad de bichitos provocándonos alergias y picaduras que nos llegaron a preocupar de tal manera que tuvimos que tomar medidas extremas.
Me da pena porque El gran Markus acabará en tres sesiones -una por semana- con toda la fauna nociva pero desgraciadamente también se llevará entre las patas a las hormiguitas, grillos y arañas inofensivas que habitan mi casa.
Con la primera sesión han emprendido la huida las hormigas del patio trasero, las arañas del rincón del baño de la entrada a las que yo invitaba a salir con la escoba. Los moscos de temporada, moscas zumbonas que cayeron -dos- frente a mis ojos y un ejército de hormigas rojas llegadas del lado norte de la avenida principal.
Ya no hay bichos, tampoco historias y yo señores tengo mucho sueño. Nada que ver con los bichejos pero es que de verdad tengo mucho sueño.
Y yo escribo dormida en este sábado cansino de ausencia de bichos.
Malque, descansa, eres un ángel que el corazón te desborda, basta ver con que ternura escribes de tus bichitos, TQM un gran domingo!
ResponderEliminaruna vez hice un post sobre caracoles, porque me quedé jugando con ellos
ResponderEliminarson muy lindos
Tranquil, quelos sueños te pueden dar material, para suplir el cuento de las arañas, y demás bichos caseros...un beso. carlos
ResponderEliminarSin musas, sin inspiración, no hay historias, hay listas de la compra. Y autobiografías. Beso grande.
ResponderEliminarSalud.
Las musas viven en ti.
ResponderEliminarEstán en tu cerebro.
Los insectos y Markus podría ser el título de un post.
Besos.
"Fauna nociva". ¿Eso existe?
ResponderEliminarLo realmente nocivo son aquellas emociones negativas que mantienen en alza la cotizacion de nuestro ego arrojando como dividendo la violencia, anclandonos en la ignorancia e ignominia de la intolerancia. A tal grado que, cuando atentamos contra otras vidas, otras naturalezas, solo tenemos en cuenta la nuestra, excluyendo -hasta el exterminio- cualquier ser que estorbe o afee nuestros proyectos e intenciones.
Y, encima, tenemos la desfachatez de autobautizarla como: humanidad (???)
Karma.
Y, atentar -a sabiendas- contra otros seres, ni te cuento.
¿Como vamos a llevarnos bien entre nosotros, como vamos a asumir nuestras diferencias si aun somos incapaces de respetar otras vidas?
Seguimos considerando despreciables a los seres mas debiles, a los inferiores y, ese error, nos convierte en miserables y abusones.
Namasté.
Sin duda el gran Markus es un personaje digno de un relato
ResponderEliminarBesos sin bicho
Yo creo que tu casa está mejor sin insectos, ni otros bichos dañinos, si quieres buscar personajes que te inspiren siempre puedes darte una vuelta por el jardín :))
ResponderEliminarBesos y salud
Se te fue la inspiración. Pero no te preocupes, pronto volverán, no saben que los bichos son inteligentes y si se saben queridos... volverán, a pesar la gran Markus.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo no tolero a los bichos, sobre todo a las cucarachas; cada que veo una me dan ganas de tener un lanzallamas. Pero està chido que los bichos tengan, al menos, la utilidad de inspirarte.
ResponderEliminarSaludos Enfermos.
Pues a mi me dan penita.
ResponderEliminarUn beso
¿Y que haremos ahora sin ellos?
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