Mire usted, yo es que no entiendo a la gente. Toda la vida le recitan que no, que una no puede andar con el ceño fruncido. Hay que vivir contentos. Duro y dale todo el bendito -¿ya vio que no dije maldito?- Bien ¿no? -decía- no me distraiga que mi problema problema problema es el carácter de los mil diablos que me cargo.
Si hubiese sido menos amargosita la vida habría sonreído conmigo, pero, ¿cambiar? -dije yo- ¿dije yo es pleonasmo? Si digo dije es porque fui yo. En fin deje de distraerme por favor. La cosa es simple. Mi carácter es mi castigo. Igual nunca será mi redención. ¿Sabe lo que pienso? No entiendo ni jota ni nada de nada, nadita de nada.
Dejo a un lado el mal carácter. Visto de alegría mis días ¡Por dios que cursi me leo! Me armo de lugares comunes, digo, de paciencia. Los celos los boto al cuarto de los trebejos, no los tiro, los conservo por aquello de las malditas dudas. Olvido las blusas autóctonas -mi sello personal- y las botas de gamuza café. Soy otra ¿no? Doña vestida de cordura. ¡Uyuyuy tú las trais!
Queda en el fondo del alma algún vestigio del Yo que fui pero ya no.
Fíjese usted
Un día me levanto en buen plan, saludo a todos.
¡Hola Señor Sol! Buenos días estrellita mañanera. Hola perritos. Buen día gatito. Hola plantitas. Hola mesa. Hola silla. Hola dulce amor mío, digo, hola Barry. Hola escalones, perdonen que los pise. Y así.
Esto de ser feliz y amable es un poco cansado. Voy con mi manecita toda enjoyada con la pulsera de plata 0.720 y un anillo de escasas pretensiones de querer ser envidiado por algún amante de lo ajeno. Agitando la mano como reina del universo, corto corto, largo largo, espiral. Mi carácter es afable. ¡Viva la felicidad! ¡Viva tres veces!
Un buen día -¿se fija?, no digo mal día- sucede algo de lo que muy pocas pueden vanagloriarse de salir airosas, y no hablo del pp ¿eh? Tampoco es que me sienta heroína. Soy una señora x.
El carácter adoptado para que los demás dejen de sufrir mis amarguras sigue dormido. No grito ni lloro. Ah si lloré poquito, aí cualquier cosa. Dos que tres lagrimitas pasan desapercibidas para quienes acostumbrados a verme fuerte no les cabe la idea de que los fuertes también sentimos. Entonces reacciono como nunca se espero lo hiciera. Me sorprendo de mí misma. Y mire, aquí viene con lo que empecé: no entiendo a la gente. Tanto cambiar para que ¡maldita! -¿ya vio? dije maldita- ¡maldita la cosa! me salgan con que ¨prefiero a la de antes¨, ¨la que gritaba, se enojaba y nos mandaba al carajo, a esa la quiero de vuelta¨.
¡No mamen!
Por eso le digo como amiga suya que no soy, si le dicen que es amargosito como un limón no se preocupe. Usté sea como quiere ser. No se deje convencer, de todos modos nunca se es del todo como quieren que sea. Igual me dirá que a usted nadie lo ha cambiado, que es aceptado en todos lados con ese carácter de perro rabioso y que usted ni maíz palomas. Acéptenme como soy y patatí patatá.
Todos ocultan un poco de vergüenza para hacer creer a los demás que uno es gallo en cualquier lugar, o lo que es lo mismo, el que es perico donde quiera es verde ¿qué no?
Después de todo, a mí ese carácter de búfalo en estampida -así me siento cuando me enojo- poco menos que abominable me salvó de haber perdido la razón. Cierto que me llevó a terapia pero pus ya sabe, los locos necesitamos que nos inyecten un poco de cordura para soportar tanta lucidez abyecta. Exabruptos en ocaso. Celos nomás pa´ los amigos.
Fortaleza amigo mío que no es. Esquivo placer de no ser lo que quiero. ¿Qué quiero ser si no es que ya soy?
Bienaventurados los hombres ecuánimes porque de ellos será el mundo de los desjuiciados.
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