Si escribir fuera una obligación ya lo habría dejado desde el comienzo, La necesidad de hacer lo imposible por que las neuronas eviten morir es manteniendo la mente despierta. De alguna manera hay que hacerlo sabiendo que no hay manera de evitarlo. Autoengaño.
No hay otra forma más que escribiendo. No voy a aburrir con la misma cantaleta de la hoja en blanco ni tonterías. Ese no es problema, siempre hay algo que decir. Si a los demás no les gusta ya no es asunto del que escribe. El que por su gusto muere hasta la muerte le sabe.
La cosa es mantener viva el alma. Si para eso tengo que darle al teclado le doy pues que chingaos. Todo fuera como eso.
Mi ingenuidad traspaso las fronteras. Toca hablar de eso porque ya me cansé del post pasado. Una aburridera cuando vengo al blog y veo que no he escrito nada. Pos cómo si apenas puedo elegir con cual pie voy a caminar.
Miren...
Un día de esos en que suelo mirar el cielo, andaba un poco melancólica. Me acordé de mi madre bendita. Venia por la calle a eso de las siete de la noche. Vi una estrella muy grande y brillosa. Dije esa es mi madre para acto seguido bautizarla con el nada original nombre de ¨Mamá¨.
Desde entonces fue un ¨Hola madre¨. ¨¿Cómo estás madre?¨, ¨¿Cómo amaneciste má?¨, ¨Te amo mucho mamá¨.¨, y todas esas cosas que uno dice cuando la madre ya no está. Hay algunos que se nos fue vedado el hablar bonito y se nos atragantan los te quieros en el alma. Mami se va al cielo -todas las madres se van allá- sin haber sabido lo que es un te quiero de hijo mayor.
Y así la vida lalaralará. Días en que veía la estrella y sonreía. Días en que no la veía y ni me acordaba. Igualito que cuando uno tiene a su madre. Ahí está segura mamá en su casita porque no pensamos que algún día va a chupar faros la mamita De tan aberrante la idea de que no son inmortales no le damos cabida que algún día no estará.
Entonces muere y se acaba todo en modus dramático. He sido huérfana casi toda mi vida. Primero por elección y luego cuando descubrí que mami no era inmortal.
Pues eso. para tener algo de que asirme en los momentos bajos bauticé sin saber al pinche planeta Venus con el nombre de ¨Madre¨..
Todo este tiempo la pinche Venus fungió de madre hasta que alguien sin saberlo me dijo que esa lucecita brillante era un puto planeta llamado Venus. Quémenme en leña verde por ignorante o mejor por soñadora. Es como cuando te dicen que Los Reyes Magos no existen o que las musas son flacas o de plano que ti marido te es infiel. ¡Tómala barbón! He vivido engañada con tal de tener una ilusión.
Y ya. así fue como otra vez me quedé huérfana.
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