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lunes, 22 de febrero de 2021

Epílogo de las desmemorias

Entre los olvidos de Barry y mi apología al dolor y a la tristeza, hemos conformado un universo calzado de misterios insondables. Es que me asusta. Las desmemorias son demasiado provocadoras al aterrador panorama leído en las páginas de quién lo ha vivido. El corazón late a un ritmo diferente al acostumbrado. El infierno no puede ser más oscuro. Los caminos son harto escabrosos. Acostumbrados a las decencias y al martirio, pierden la verdadera esencia de lo escrito en los tomos de la memoria a corto plazo.

-¿Cómo se llama esa cosa que está ahí?- pregunto en la mañana hirviente de un verano ególatra, castigador con el furor metido en los ardores del abandono.
No tengas miedo, lo he acaparado todo.

-¿Y si un día olvidas quién eres?

Yo te recordaré en los otoños incuestionables de nuestro pasado donde todo empezó. Toma mi mano, soy yo ¿recuerdas? Los días merecen la pena vivir cuando de amores se trata. Las tardes obscenas las dejamos para los amorosos con ímpetus de recién casados. Las noches arrogantes de oscuras parejas parapetadas en el escondrijo de los agoreros casquivanos, pensando que nadie los ve cuando están a la vista de todos. Tiemblen huestes infieles cuando sea su propia memoria el engaño cruel a quien vive en el limbo con cara compungida esperando ansioso al que un par de piernas lo desviaron del rumbo fútil del matrimonio.

La desmemoria navega en el mar de las encrucijadas. ¿Cuál era mi rumbo? ¿En qué parte de la vida desaparecieron mis huellas? ¿Dónde estoy? He olvidado la senda de los afortunados. Permítete sonreír antes de lo estipulado por el hacedor de los destinos intrínsecos de tu ego extraviado.

Luego si vamos juntos por la vía de la intransigencia, concédeme el placer de dejarte hablar como tal en la vida no hice. Si tú, si yo, si el tiempo. Si la vida trae la evocación de momentos dichosos, tomemos el reto de traer uno por uno los instantes imborrables de nuestra mente.

Desprendiéndose los recuerdos como hojas de árboles bajo los cuales nunca tomamos la sombra por mi miedo acérrimo a cualquier bicho sin patas que apareciera en el follaje. Pupas iridiscentes, cambio de piel.

Aceptabas cuando veías la histeria asomada a mis ojos. Y sin embargo, el mundo gira y gira. Parapetos de tequila, limón y sal. Vapores etílicos pa' olvidar los daños hechos a nuestro ser inferior. Las palabras hirientes forman un laberinto bajo el suave tacto de una piel mestiza. Ancianos los dos, desechos de humanidad. Sabios o tontos respiramos igual.

Y fin sin tal.














 



Musa con cuernos

PARA LA MALQUERIDA

La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje

Porque siempre queda espacio para nuevas libertades.

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Ángeles de la fe

Yo traigo la verdad en mi palabra Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo. Vengo a contarte que hay luces que nos hieren, que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena. Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia. Descubrirme a mí mismo y en tu figura qué poca cosa somos sin ternura.