Los pies calzados con unas sandalias blancas se atascaron en una plasta verde viscosa. ¨No mames mames¨ fue lo que salió de mi cándida boca. Había metido el pie en las heces verdes de una vaca que me miraba con ojos gachos.
Me hice para atrás sacando el pie de semejante cosa pero... metí el otro pie en otra plasta viscosa, ¡Me lleva la chingada!
¡Pinche madre, ¿Pues a donde nos trajiste pinche guía? Digo... este, ¿Señor don guía donde estamos?
¿Cómo es que yo siendo tan mamona había accedido a ir a ese bosque tan verde, tan limpio, tan lleno de pájaros que parecía que conversaban?
-Me voy a enfermar con este aire tan puro- le dije a mi hija. -No estoy acostumbrada al aire limpio del bosque- mientras veía como unos pájaros negros revoloteaban sobre nosotras.
-Es un buitre- dijo el guía - Se come la carroña.
-¡Mta madre! espero no ser pasto de él- dije levantando la mirada tras haberme limpiado con la hierba las sandalias tan blancas que para ese entonces tenían un color verdoso. De pronto sin saber de donde un toro estaba frente a mi ¡¡¡Mamá, ayúdame doquiera que estés, acuérdate de las pocas veces que te obedecí por favor y sálvame mamita!!!
¡Gulp! Un toro del tamaño del mundo estaba frente a mi. ¡Gulp y más gulp! Este... emmm... señor guía puede decirle al torito que me dé permiso por favor?
No quiero decir por respeto hacia mi persona que el méndigo señor guía estaba muerto de la risa.
Sabiendo que no me iba a ayudar decidí hacer frente a semejante burel, me armé de valor, respirando hondo, le dije, ¿Torito me das permiso por favor? Se me quedó viendo así como diciendo -Pinche vieja- y siguió estorbando mi camino.
Mmmmm, como sabía que no se iba a quitar pasé frente de él sintiendo que los calzones se me hacían yo-yo, que bueno que llevaba pantalón porque sino vaya espectá-culo que hubiera dado.
Seguimos caminando cuidándonos que el toro no nos fuera a coger por detrás sin ver que... ¡¡¡Si!!! volví a meter la pata en esa plasta verde.
Parece ser que el sitio donde estábamos era un aparcadero de vacas o no sé como se diga pero había un madral. Pinche señor don guía que no sé donde madres nos metió. Seguro nos quiso llevar a algún lugar familiar porque encontramos a dos becerros que estaban de mamones, había llegado la hora de comer.
Caminábamos por entre la maleza, hasta me sentía en una aventura, e iba imaginando que pasaría si esto o aquello. Por si las moscas buscaba un rastro de civilización que encontré en una cerca que estaba un poco lejos pero me serviría por si nos perdíamos. Tampoco le perdí la pista a unas mangueras que servían de guía por si acaso. De cualquier forma el guía dijo que nunca se le había perdido nadie.
Los buitres encima de nosotros formando círculos me daban mala espina.
Seguimos avanzando cuando nos encontramos a dos tiernos becerritos que estaban perdidos. nosotras gente fina de ciudad no sabemos como lidiar con semejantes animalitos, así que les decíamos: Allá está tu mamá vaquita ve con ella, anda. Vano decir que los becerros se nos quedaban viendo como diciendo -Pinches viejas locas- y no avanzaban, nomás nos veían con ojitos pendejos.
El tipo guía esperaba a que termináramos de conversar con las vaquillas, yo creo que nunca lo había sido de personajes tan singulares como nosotras.
Seguimos avanzando, seguí metiendo mis piececitos en heces fecales. Vimos un río tan cristalino como nunca había visto uno en la vida, en el que me quedé maravillado viendo su cauce mientras el tipo nos enseñaba en donde nacía -el río no el tipo- según él.
De regreso encontramos otro toro enorme, yo me dije a mi misma: ¨Ten cuidado porque esté si te puede coger, se le ve la cara de cogelón¨
Cuando el señor don guía le tocó la nariz al torito me dijo que hiciera lo mismo, obvio que no lo hice no vaya ser el diablo.
Ya de regreso el camino fue más rápido, sorteando hojas comidas por gusanos, con hoyos tan enormes donde cabía mi dedo meñique, y el tipo diciendo que no había gusanos ahí, ¿´tonces esos hoyos que son pendejo? digo señor don guía.
Cualquiera que me conoce sabe que los gusanos son mi máximo temor en la tierra.
Y ya.
Luego les cuento de las hadas que vi.