Ustedes no están para saberlo pero yo si para contarlo. Estoy escribiendo desde la computadora de Bruno.
-¿Y eso qué?- se preguntarán algunos.
Pues nada, mi computadora falleció hace unos días. Como bien dicen, las desgracias no vienen solas. Al iPad se le ocurrió entrar en un estado catatónico comparable al mío. No hay manera de sacarlo del hoyo en que se encuentra. Círculo vicioso agónico.
Miren ustedes, el bendito aparatejo fue uno de los primeros que lanzaron al mercado, esto quiere decir que es más viejo que el aire.
No hay manera de repararlo o será que yo no lo encuentro. Para arreglarlo necesito poner a salvo todas las fotografías que tomé. Para hacer eso necesito que el iPad funcione. Para que funcione necesito arreglarlo, para eso necesito resguardar las fotos y así sin fin. ¿Ven por qué digo que no hay manera de salir de ese círculo vicioso?
El iPad será como todo lo que ya no sirve arrumbado al sitio donde duerme el sueño eterno la computadora de escritorio en espera de que algún día los recuerdos sean tan urgentes y haya que traerlos de nuevo para volver a vivir.
Luego...
mi celular está sumido en un ostracismo inexplicable, no es de mucha ayuda. Además de alguna manera me estoy convirtiendo en sombra de alguien.
mi celular está sumido en un ostracismo inexplicable, no es de mucha ayuda. Además de alguna manera me estoy convirtiendo en sombra de alguien.
Nunca he sido sombra de nadie y no pienso serlo ahora. La solución para evitarlo es dejar caer el teléfono al fondo de la pileta del lavadero. Es una solución extrema pero a problemas extremos, iguales soluciones.
Ahogaré a la sombra que te pisa los talones antes de que se muera mi confianza.
Ahogaré a la sombra que te pisa los talones antes de que se muera mi confianza.
No importará perderlo. Todos los habitantes de mi celular tienen el número de mi teléfono fijo así que no pasa nada. Se pierde un celular y yo recobro mi tranquilidad.
Suena loco pero desde mi punto de vista he pensado que lo mejor es volver a mis orígenes. Cuando la ignorancia de la vida exterior me ponía a salvo de toda ignominia.
Suena loco pero desde mi punto de vista he pensado que lo mejor es volver a mis orígenes. Cuando la ignorancia de la vida exterior me ponía a salvo de toda ignominia.
Locura ignota. Al final no es nada distinto a lo que he estado haciendo en los últimos días.
Pararme frente al espejo con tijeras en mano para cortar mi hermoso pelo grifo. Para mi mala suerte Laura vio lo que quería hacer.
Trató de persuadirme pero ante mi determinación involucró a la familia dándole un toque humorístico a tal desatino.
Todos -menos Barry- incluida Natalia cortaron un mechón de pelo.
No se ve mal pero no era lo que quería. No puedo ir a la estilista, tendría que cortar muy chiquito mi cabello. Hoy por hoy la cara no aguanta tal atrevimiento. Perdió el chiste mi osadía.
Después salí de mi casa -tranquilos no se asusten- huyendo de un tedioso domingo. Juro que no encuentro lugar en algún sitio. No quepo en ningún lado por más esfuerzos que haga. Intento entusiasmar a mi familia con algo pero no lo logro. Yo no me adapto. A lo más que llegué fue interesar a Bruno en el juego de dominó cubano pero el puto de Leonardo di Caprio pudo más que yo. Imposible mantenerme quieta, me aburro enseguida. Mi familia quiere quedarse en casa y yo quiero huir de ella. El paraíso infernal de los fines de semana enclaustrada es mucho para mí.
Sin apenas caminar salí agarrándome de los barrotes de la reja. Mis piernas -burdos hilachos viejos- no tenían fuerza.
Huí del desazón que me ahogaba.
Movilicé a mi familia. Salieron a buscarme. Bruno y Natalia me encontraron sentadita en el parque viendo como las nubes gordas orinaban sobre nuestras cabezas.
Volvimos a casa envueltos en la preocupación de Bruno y en las sonrisas de Natalia. Ante el desconcierto de Barry subí a dormir. Ya se pueden ir todos al carajo.
Estoy navegando en una intolerancia desesperante.
Ayer las ganas de desahogarme me llevaron a tomar la computadora de Bruno. Mal rayo me parta, ¡la descompuse!
El cursor se quedó trabado. Sudé aceite raza, sude y sude de pura vergüenza. Ni modo, con cara de perro apaleado le dije a mi hijo lo que pasó.
Puso cara de preocupación, la computadora es su herramienta de trabajo. Poniendo manos a la obra., con mi celular y unos pases mágicos desbloqueó el cursor que en realidad fue lo que hice, bloquear esa madre.
Dijo que no me preocupara, puedo seguir usándola. Yo con mis malditas lágrimas a punto de salir contesté que mejor no muchas gracias.
Mientras todo se resuelve voy a adecuar un sitio para mi nuevo hobby: armar rompecabezas. Un precioso y queridísimo amigo de los inicios del blog -gracias Thor-Rodrigo, algún día te contaré la emoción que tu obsequio provocó en esta mi deschavetada cabeza- me regaló un rompecabezas de ¡mil piezas!
He empezado a armarlo pero por su tamaño debo buscarle un sitio donde no tenga que moverlo.
Y ya es todo. Ya me desahogué.
Antes de que vuelva a bloquear esta madre -de hecho ya sucedió pero Bruno me enseñó cómo arreglarlo- me voy antes que pase de nuevo.
Adiós
la MaLquEridA perdida en su yo interior (el exterior ya sé dónde está: tirada en el sillón de la marmota).