Cartita escrita por Pache
Algunas noches escucho los ecos de las voces de los niños que habitan ¿o habitaban? en mi entorno cotidiano. Las oigo cuando no hay más ruido que el de mi propia consciencia intentando revivir momentos que ya fueron, haciéndome sonreír cuando no hay más nada que hacer que resucitar las horas muertas. Su sabiduría de labios empalagosos acarician mis oídos y me regresan la paz o el desazón de algo que ya no puedo remediar.
Algunas frases fueron dichas con enojo, picardía, inocencia de niño y van quedando guardadas como la banda sonora de la película de mi vida y que hoy como tantas otras noches las trajo el dolor de no poder dormir que no es lo mismo que me duela recordar.
Mi mamá no me ciere: Laura (5 años)
Es que cuando voy al baño se me hace grande y por eso salpico todo: Bruno (5 años)
¿Y cómo conseguiste a Barry?: Abril (5 años)
Cuando sea grande voy a comprar mi metralleta y los voy a matar a todos: Pache ( 7 años)
¿Abuelita, porqué se te mueve la mano?: Tadeo (3 años)
¿Cómo estás?: men. Said (18 meses)
Cuando sea grande, me voy a conseguir un marido, dos hijos y otro hijo. Si no me consigo un marido, dos hijos y otro hijo me quedaré sola y entonces me voy a ir a la casa de mi mamá. Abril (5 años)
Yo voy a vender naranjas cuando sea grande: Laura (5 años)
Majshurtyehsndhansh: Natalia (14 meses)
¡Pásele, pásele! ¡Qué le doy? ¿Qué le vendo?: Tadeo (3 años)
Me tocó representar la fascinante dualidad del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde: Fer (10 años)
Agüela, vamos a bajarnos por las escaleras eléctricas que van para arriba pero si la policía te dice algo no le hagas caso porque te van a regañar: Pache (10 años)
Te quiero mucho: Abril (5 años)
Para mi siempre serás más que una madre: Pogh (11 años)
te: La Bella (14 meses)
A la indigente la maté poquito cuando me tocó representar el lado malo: Fer (10 años)
Te escribo otra carta porque tu y yo nunca podemos hablar sin enojarnos: Laura (13 años)
¡Yupi, mi abuelita ya se fue al cielo!: Tadeo (3 años)
Cuando mi papá conoció a mi mamá, ella vendía limones. Entonces se la llevó, la limpió, la bañó y se la quedó. Abril (5 años)
Yo sí sé bailar pero ahorita no quiero: Leo (6 años)
Mi uniforme de gala es como el de Harry Potter pero sin magia: Fer (10 años)
Ahí tá: Said (18 meses)
¿Sabes que si mueres, moriré contigo verdad?: Laura (12 años)
Las conchas de chocolate no me gustan porque hacen que me haga más negro: David (7 años)
Al anciano lo golpeé en repetidas ocasiones en la obra porque me tocaba ser muy malo: Fer (10 años)
Me dan mucho miedo los perros: Pache ( 7 años)
¡No te mueras nunca mamá!: Bruno (10 años)
¿Me das un abrazo?: Kiku (10 años)
Yo tengo una tablet: Abril (5años)
¡Me sacaste un ojo!, ¡No es cierto mamá, te engañé!: Gabino (12 años)
¡Mira, mi papá nos compró un helado y se viene comiendo el tuyo!: Laura (9 años)
Yo no me voy a casar porque nací para ser libre: Ausencia (12 años)
Cuando mi mamá se va, huelo la almohada donde durmió para guardar su perfume en mi nariz: Pache (7 años)
No me gusta que me digan negra, me trauma. Soy Laura y ya, no negra ni gorda: Laura (13 años)
No estoy gordo, soy coleccionista de kilos que no es lo mismo: Bruno (10 años)
Ustedes son como mis papás: Pogh (10 años)
No no no no no: Natalia (14 meses)
¿Por qué no llega mi abuelita Flor a leernos el cuento?: Tadeo (3 años)
Tu y yo somos tan distintas que al final terminamos siendo iguales: Laura (12 años)
Cuando pasadas las horas mi cabeza se ha llenado de esas palabras dulces, me duermo pensando que sin ellos, sin esos niños la vida no habría valido la pena.
Esas palabras a muchos no les dice nada pero a mi me llenaron y me llenan la vida, quise compartir porque las palabras pierden sentido cuando nadie las lee o las escucha y no hay nada más bello que las palabras dichas por la inocencia de un niño. Sirva esto de pretexto para escribir en una mañana fría de noviembre, cuando el sueño se quedó a dormir en brazos de otra y yo me sigo quejando de su ausencia en mi cama.