Con el celular fuertemente apretado en su mano, Alejandro yacía en la banqueta a la puerta del edificio de departamentos donde vivía. Las llaves tiradas a un lado no pudieron abrir la puerta de su casa donde llegaría a descansar.
La última llamada registrada fue a Laura - su amiga- quien tuvo la difícil tarea de identificarlo. En una cama de hospital, con la cara tapada con una sábana blanca. Alejandro dejaba esta dimensión para adentrarse a otro mundo.
Armándose de valor Laura llamó a los padres del muchacho para darles la noticia. Inconsolables llegaron al hospital sin entender que era lo que había sucedido. Unas horas antes Alejandro había pasado la tarde con Laura riendo bajo la lluvia, disfrutando la mutua compañía. Haciendo planes para una vida que a unas horas lo abandonaría. La imagen sonriente de Laura quedaría grabada en sus pupilas para siempre.
Bajo la sábana blanca el cuerpo frío de Alejandro esperaba que fueran por él.
Cuando llegaron los padres, Laura les tuvo que decir que su hijo estaba muerto. Ella nunca podrá olvidar el grito desgarrador de la madre al enterarse de la fatal noticia. Ayudada por su esposo e hijo, la madre apenas pudo soportar el terrible dolor que da perder a alguien que era más que su hijo. La vida misma se le iba convertida en lágrimas. Nadie que no haya pasado por las mismas circunstancias sabe lo que ella sufrió, lo que sufre.
Sentados los padres y hermano junto a Laura, esperaban silenciosos las cenizas de Alejandro. Los padres no quisieron velarlo ni avisar a nadie más, solos soportaban la pérdida del hijo que los hizo reír con sus travesuras. Recordaban las tardes cuando Alejandro ensayaba con su grupo de rock-metal. Cuando jugaba con su hermano, cuando lo llevaban a la escuela. Como cuando quiso independizarse y aceptaron que él se fuera.
Un infarto fulminante acabó con la vida de Alejandro a sus treinta años.
La urna con las cenizas de su hijo le fueron entregadas a la madre quien lo acurrucó entre sus pecho. Recordó cuando nació y lo veía cerrar sus ojitos bajo el arrullo de su tierna voz. Una sombra negra pasó bajo sus ojos y la bendita inconsciencia la llevó por unos minutos a acompañar a su hijo a las puertas de la nada.
Lo mismo que desde el instante que murió Alejandro sabía lo que la vida significaría para ella... nada.
Descansa en paz Alejandro do quiera que estés. No tengas miedo a la oscuridad todo está bien. La llama que te acompañará para alumbrar tu camino está prendida.
Addio Alejandro, addio.
Pido disculpas por no haber pasado estos días a leerlos a ustedes quienes amablemente me dejan sus comentarios y sentires, pronto me pongo al corriente.
ResponderEliminarUn abrazo.
No tienes que pedir disculpas por eso, Pretty Flower. A todos nos ocurre alguna vez y no debemos ser esclavos de internet.
ResponderEliminarNo sé si la historia que cuentas es real o ficción, pero sí sé que no es fácil para una madre perder un hijo. Y también sé de la fragilidad de esta vida, que ahora mismo está, pero nunca se sabe en el siguiente instante qué será.
Un abrazo, querida amiga.
Biquiños.
Carmen
(Carina, C.D.)
Descanse en paz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Adiós a Alejandro.
ResponderEliminarHola Malque!!!!! Nunca comprenderemos pérdidas tan inesperadas y a tan temprana edad!!!! Intentamos buscar el porqué pero no lo encontramos... nos tenemos que conformar con tener esperanza de un reencuentro en la eternidad y mientras, acostumbrarnos a la nueva vida en soledad. BESITOS Y SALUDITOS DESDE ESPAÑA MALQUE.
ResponderEliminarDemasiado duro para ser un cuento. Un abrazo.
ResponderEliminarEsta historia desafortunada, lastimosamente es real. Sucedió en la semana, dura pero real.
ResponderEliminarGracias por sus palabras.
Sigo sin creer que mi amigo ya no esté conmigo.
ResponderEliminarNo me resigno a que nunca jamás volveré a ver sus ojos aceitunados ni su sonrisa con dientes de leche impresionantemente blanca...
La última imagen que se llevó fue la de mi rostro... hasta hoy he comprendido lo afortunada que fui de ser yo quien compartiera con él sus últimos momentos...
Gracias por escribir de él, mami...
Te amo.
Lamentablemente estos sucesos ocurren. Es un motivo para seguir dando gracias todas las mañanas por seguir vivo. Cuando me levanto, arreglo a los gatos. Luego me tomo un te en la ventana de casa, mirando a la ría y doy gracias por el nuevo día que tengo, que mucha gente no va a disfrutar.
ResponderEliminarQue Alejandro descanse en paz.
ResponderEliminarQué situación tan terrible para esos padres.
duro texto, cruel y triste.
ResponderEliminarun saludo Malquerida
Tan joven, con la vida por delante y ya ves tu...
ResponderEliminarA mi me dió uno a los 60 años, me salvé porque llevaba años tomando media aspirina todos los días, me lo había recomendado un amigo médico, le hice caso, y era una rutina, y según los cardiologos en el Hospital, esa rutina me salvó la vida.
Ahora, estoy muy bien, pero sabiendo que cualquier día llegará mi hora, es ley de vida...
Que descanse en paz.
Salud y besitos
Y que me dolió mucho cuando lo leí. Me hizo recordar la muerte de mi abuelo y cómo la vida de mi madre se convirtió en lágrimas. Épocas muy duras en verdad... Si aparecen lágrimas en mis ojos no será sorpresa. Saludos y que le vaya bien.
ResponderEliminarRequiescat in pace.
ResponderEliminarMe adentre tanto en el relato, que lamentablemente es real, que dolio. saludos ¡
ResponderEliminarPensemos que esta en algun lugar mejor.
ResponderEliminarsaludos y un gran abrazo malque
se que no es lo mismo, pero se lo que es perder a tu pareja por un infarto...por eso creo que abandonaste a Laura, pero entiendo que tu lo ves más como madre...un abrazo.
ResponderEliminarNunca se que decir en estos casos, se que duele y ese dolor no se calma con ninguna condolencia.
ResponderEliminarSolo puedo imaginar el dolor...lo siento tanto..
Hola, soy José Luis, el becario del blog El Comonunca, vi que el titular de la bitácora para la que trabajo tiene enlazada tu web y, como se me indicó, paso a saludarte y a dejarte mi cariño.
ResponderEliminarDescanse en paz Alejandro.
Besos.
Requiescat in Pace.
ResponderEliminarDescanse en paz. Luz y fuerza para sus padres y para Laura.
ResponderEliminarPerdidas....
ResponderEliminarAlgo muy complicado muchas veces para mi
Saludos mi Malquerida!
Hijole, ps un pésame para la familia.
ResponderEliminarDefinitivamente no he pasado por nada así, así que tal vez no llegue a comprender el terrible dolor, pero les envío un fuerte abrazo y las mejores vibras.
La muerte es la única verdad de nuestras vidas...
La vida es así de caprichosa y plena de azar... addio.
ResponderEliminarLo que escribes es muy triste, no quiero imaginar el dolor que se debe sentir, he vivido muertes de mis familiares abuelos y tios, pero no me pegado tanto como la de un gran amigo, Ser madre y perder un hijo debe ser terrible.
ResponderEliminarFuerza, e inteligencia para superar o intentar superar este dolor.
Besos
Pasando de rapidito porque ayer y hoy la chamba ha estado MUY pesada. Nomas quería agradecerte que me haigases puesto (pongo 'haigases' para darle énfasis, no porque no sepa escribir) mi RIPcito como recomwendación :)
ResponderEliminarHartas gracias!
Besos!
Pd. regresaré a ponerme al corriente y leer :)
es una lástima que una persona muera tan joven y es una aberración de la naturaleza que los padres tengan que enterrar a sus hijos.
ResponderEliminarpero así pasa, así lo decide el destino. mis condolencias. un beso.
Que lástima que pasen cosas así. Ahora que leí me doy cuenta que mi comentario anterior no quedó en un buen lugar.
ResponderEliminarLa historia de Alejandro puede ser la de muchos, tristemente muchos se van así de repente, dejando proyectos, planes, amigos.
Dicen que el dolor de una madre al perder a un hijo es el mas fuerte que alguien puede vivir y debe ser peor perdiendolo de esa forma.
Que descanse en paz.
Besos
te he respondido, pero no se si lo ves en mi blog, supongo que no (no se bien como va la comunicación en blogs, pues si no te llega...)Aqui va una de las respuestas:
ResponderEliminarjejej...si, puedo entender que no se entienda, quizás es algo abstracto y no concreto. Lo que quiero decir es el hacer cosas sin que nos las mandé nadie directamente pero que tampoco queremos hacer, es como una orden que ya nos la ponemos nosotros mismos. Por ejemplo, si uno se pone a hacer deporte para estar en forma pero en realidad es algo que a el no le interesa, lo hace porque ha interiorizado el mandato de "hay que estar delgado". En ese sentido, prefiero que sea franco y se admita que el estar delgado es una orden, no algo que elegimos voluntariamente.
Cuando las personas se van antes dejan un vacío muy grande, pero no sufren los que se van sino los que se quedan.
ResponderEliminarAdiós Alejandro
Yo te pido disculpas a ti por no haber venido antes a leerte. Veo que en estos dias han pasado muchas cosas, no todas buenas.
ResponderEliminarLo siento mucho, MaLquE.