La señora peluquera ha cortado mis enredos. Las ¨rastras¨ como ella dice terminaron en el suelo vil de los ¨¿ya qué?¨
-Necesito ayuda, haga con mi pelo lo que quiera- murmuro como condenada al cadalso.
-Necesito ayuda, haga con mi pelo lo que quiera- murmuro como condenada al cadalso.
-Se las ha hecho en una tarde de copas- comenta Laura para justificar un poco la locura inquieta de enredar el hermoso pelo en trencitas obscenas para mi edad.
Mis ojos se mueven escudriñando la cara de beata de la peluquera y la muchacha a la que le han arreglado el pelo antes que llegásemos. Incomprendidas mentes obtusas soslayando una quimerica juventud huida de mi hace tiempo, riendo desatinadas ante el comentario de la niña. Si mis ojos fueran puñales ellas serían filetes de vecina.
No pido el corte de siempre, quiero que lo haga sin ton ni son pero no entiende. La señora peluquera corta su imaginación con tijeras de poco filo. ¿Es tan difícil comprender?
Pregunta algo. Como siempre hago cuando me da flojera contestar cuestionamientos vanos, dejo que Laura responda por mi. Ojos en los de la nena. Di tú.
Córtelo así, así y asá. Busca mi mirada para la aprobación. Hago un mohín de disgusto. Ah mi pelo, si tuviera manos de peluquera el mundo sería mío con todo y los compinches que abonan su decadencia. Ya verían lo que es amar a dios en tierra de indios. El planeta sería un lugar hermoso. Cada quien haga lo que quiera y a mi déjenme en paz. Cuestión de desear lo que no se puede tener. ¿Amémonos los unos a las otras? Dejen busco a quién quiero amar además de los tres del otro día. Tengo un corazón hermoso y hospitalario.
La beata sigue.
Blandiendo amenazadora las tijeras corta una rasta dejándola caer. Lueguito coloca otra encima del tocador, está hecha un lío. Mira tú con razón ya no podía peinarme. Si no las cortaba tendría muy pronto colonias enteras de piojos gordos y rubicundos.
Oh pelo por mi tan querido a dónde fuiste a parar. La cabeza va recobrando la total normalidad de señora sin chiste sobre el cementerio de pelo gris.
Blandiendo amenazadora las tijeras corta una rasta dejándola caer. Lueguito coloca otra encima del tocador, está hecha un lío. Mira tú con razón ya no podía peinarme. Si no las cortaba tendría muy pronto colonias enteras de piojos gordos y rubicundos.
Oh pelo por mi tan querido a dónde fuiste a parar. La cabeza va recobrando la total normalidad de señora sin chiste sobre el cementerio de pelo gris.
-¿Cómo ves?- dice la señito.
La muy jija de suchi me habla de tú, vaya so igualada, ¿a poco fuimos juntas a la escuela? Respeto pido a mis canas.
Con risa de oreja a oreja afirma que me veo muy bien. ¿Me veo bien? ¿Entonces no ha servido de nada la diaria inmolación? A otro perro con ese hueso. Vuelvo a ser normal. Eso es feo, feito, feo. Yo normal, ¿quién querría serlo?
Terminan los encantos de un sueño realizado de la mano de Laura. Si señoras y señores, mis sueños son tan fáciles de cumplir.
Un día me entró la locura de hacerme rastas. Acostumbrada a la incuestionable personalidad de su madre, la niña me llevó de la mano al Chopo. Ahí las elaboraron entre olor a mariguana, gente vestida de negro con perforaciones incluso en el intelecto, música de mil acordes y mantas de conciertos de un mundo un tanto cuanto esquizofrénico.
-Amiga ¿quieres un dulce?
-¿Eh?
-Camina mamá.
-¿Un dulce?
-No preguntes y camina.
-¿Un dulce?
-No preguntes y camina.
Todo terminó. Las rastas fueron a parar al bote de la basura de los sueños cumplidos. A lo que sigue que el mundo no se detiene porque una señora se tuvo que cortar el pelo en el lugar mismo donde hace poco una niña de exiguos rizos rojos acabó también con la larga melena de caracoles destemplados en el suelo.
Hasta nunca señora peluquera, suerte le de dios. Espero no volver a verla por lo menos con las manos metidas en mi pelo, de eso me vuelvo a hacer cargo yo.
Adiós rastas adiós. Ojos que te vieron ir jamás te verán volver.
¿Rastaaass? ¿ llevabas rastas? jaja ahora solo me falta que me digas que además de todo eres motera y heavy... jaja te pega mucho además jaja ...Mmeencanta leerte estas cosas, creí que ya no quedaba gente como tú... de esa de ponerse el mundo por montera de verdad no de bla bla Tranqui el pelo volverá a crecerte y aun puedes ponerte ... ¿una cresta azul? ;)
ResponderEliminarPeerooo mira que era idiota no leyéndote asiduamente jaja lo que me estaba perdiendo, graaciaas! me haces sonreír siempre que te lelo jaja Muaaaaaaaks!
jaja siempre que te leooo.. lela estoy yo jajaja perdón! ;)
ResponderEliminarQuerida Mal, ¡foto please! no me imaginé que podrías llevar rastas
ResponderEliminarDe todos modos te debiste ver bien :)
Saludos.
nunca te imagine con rastas,pero que venga una foto porfi,besos
ResponderEliminarLas peluqueras saben todo menos cortar el pelo, De todos y todas, quise decir. Beso.
ResponderEliminarSalud.
me has hecho recordar que ya debo ir a la peluquería a ver si tengo la suerte de encontrar nuevamente a la señorita aquella que para lavar mi cabello lo friccionaba tan apasionadamente que parecía que estaba en pleno ritual de apareamiento. uf, si por mí fuera, iría todos los días tan solo a que me den tal fricciona..., ejem, digo lavada de cabello.
ResponderEliminarbesos corsarios.
Las mujeres y sus peluqueras mantienen una guerra cruel desde hace siglos.
ResponderEliminarBesos.
Que lástima, a mi me gustaban tus lastras... :(
ResponderEliminarBesos y salud
Me he sentido identificada con tu comentario en el blog de Toro Salvaje y eso me ha traído hasta tu espacio.
ResponderEliminarVeo que he hecho un buen descubrimiento.
Me gusta tu forma de sentir y decir la vida.
Con tu permiso volveré por aquí.
Tranquila,no soy peluquera.
Un saludo
LOs peluqueros siempre van a contrario sensu de lo que queremos, cuando es nuestra identidad la que nos pide, transgredir la normatividad del look, y ser nosotros en nuestras greñas. A mi me pasa. Tampoco me entienden los estilistas (sic). UN beso. Carlos
ResponderEliminarNo sabía lo que eran las rastas. Sigo enriqueciendo mi vocabulario contigo.
ResponderEliminarYo hace unos años fui a darle explicaciones al peluquero. No iba a ponerle los cuernos, simplemente había decidido afeitarme la cabeza . Y así lo sigo haciendo cada dos o tres días. Ya no tengo que hacerme la raya, solo sacarle brillo.
Besos.
Cada historia que se entreteje en esos lugares, a mi ese mundo me repele, tuve varios pretendientes estilistas y decliné todas sus ofertas, como que andar con uno me bajaba el lívido, y era puro arguende con ellos, como decía un Tío mío cuando le preguntaba el peluquero... Cómo quiere que se lo corte? respondía serio CALLADO CABRÓN.
ResponderEliminarSeguro que con tu nuevo look estás muy guapa.
ResponderEliminarBesos
Ayyy las peluqueras y sus condenadas tijeras , yo tampoco soy de ir mucho a la peluqueria .
ResponderEliminarMe gusto mucho tú entrada de hoy , besos de flor .
Uf Malque... Yo que te soñaba a lo Bob Marley ! Ahora que nos queda! Besitos linda !
ResponderEliminarNo hay rasta ni pelo azul que resista un "que bien te sienta querida"... el problema siempre es... el inconformismo.
ResponderEliminarJajajaja, qué entrada más divertida! Quedaste muy linda.
ResponderEliminarUn beso, mana.
No deberías haber consentido que te las quitaran. Cada uno tiene autonomía sobre sus rastas. Jajaja. Besotes!!!!
ResponderEliminarPues fíjate que yo te veo ya, hasta con una guitarra eléctrica y dando brincos encima de un escenario.
ResponderEliminarBesos.
Pues te las dejas crecer, es cuestión de tiempo..
ResponderEliminarNormal o raro son sólo conceptos estadísticos, Malquerida.
ResponderEliminarNo creo que con rastas o sin ellas tu seas normal, corriente, del monton.
Siento que además de tener un corazón hospitalario tienes mucho humor y una manera de ir por la vida muy heavy, así que te imaginaba más con look de motera que a lo Bob Marley.
El pelo vuelve a crecer y puedes darle mil formas y colores, seguro que algo se te ocurrirá.
Un beso,
Creo que la parte externa no nos debería influir a la hora de evaluar a las personas.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Hola Flor de María, jejeje que moderna me encanta. Cada uno tiene que ir como se sienta mejor. Si te gustas las rastas te las vuelves a dejar y ya está.
ResponderEliminarYo no sé si podría porque creo que no se puede lavar una la cabeza. Estaría todo el día rasca que rasca. Me encanta que van como quieren.
Saludos y abrazos
El que no cae, rebala en el negocio del peluquero.
ResponderEliminarMe habria gustado mucho tener rastas.
Besos
El humor me hace disfrutar...un beso desde Murcia...
ResponderEliminarSus egos más inflados que aquella luna no les permitió decir lo que sus miradas gritaban. Y él en lugar de decir “Quédate!” dijo “buen viaje” y ella en lugar de decir “llévame contigo” le respondió “para ti también”.
ResponderEliminarAhora por tontos, temerosos y convencionales… los extraños se extrañan cada noche, cada noche de amor insomne.
Ains amiga!!!! cuando nacemos se rompe el molde, por lo tanto eres única. Te cuento un secreto... por esas cosas raras de la vida la quimio me dejó sin un pelo en mi cuerpo pero todito en la cabeza así que, no me lo corto, no vaya ser el diablo y pierda las fuerzas como Sansón.
ResponderEliminarUn abrazo grandote
Solo puedo decir, me atrapó con esta entrada y es la primera que leo de su sitio. Estaré muy seguido por aquí =)
ResponderEliminarPues oígame, considérese afortunada, digo, de que no le cortase yo las rastas...
ResponderEliminarBesos, pendejoncita linda.
A pos yo solito mero me corto el cabello. Cuando los chorros andan muy largos los empuño con una mano y le mando tijeras con la otra y ya. Si se ve bien o mal pal resto la verdá no se.
ResponderEliminarA mi sí se me hace fácil imaginar a la Malquerida con rastas, o con boina, o con cualquier adorno estrafalario. No haría más que asentar lo que ya es desde dentro.
Saludos!