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miércoles, 20 de marzo de 2024

Entre líneas con diálogos entrecomillados

Historias en remanente cotidiano.

Soy un espíritu susceptible al abandono. Recelosa a decir adiós con el ¨Para siempre¨ inscrito en sus letras. Me aferro a la última de las caricias sin querer soltar nada de lo que alguna vez me hizo feliz.
Vivo, muero, duermo, camino en los retablos del recuerdo. Con un adiós implícito en la quimera de otra vida.

Llevo traumas infantiles germinados en el abandono materno al que me sometí por cuenta propia. Las estadísticas guardadas en el Yo interno están escritas con letras hemorrágicas del ¨No me dejes¨.

Cuantas veces te dije ¨No te vayas¨, y cerrando la puerta me dejabas llorando tu partida, asiendo el último rescoldo materno. ¨Volveré si no lloras´. Innato deseo de algo imposible.

Brazos adolescentes vestidos de azul marino desatan mis nudillos del alma de mi madre. El adiós me lastimaba.
¨Volveré por ti´, decían tus ojos húmedos y enojados. ¨Es lo que quisiste¨, mientras poniendo el semblante adusto, me conminabas a quedarme en un sitio non grato para mi. Tirada en las baldosas frías de la ¨Casa nueva¨ lloraba mi infantil desgracia.

¡Oh dolor que no termina!

Los adioses vulneran mis sentidos, me arrojan al precipicio del dolor. La dejadez del destino puso su firma en tres seres compartiendo la misma sangre.
Sin poder hablar, sin poder decir, el abandono toma de la mano a tres niñas uniéndolas en una cruel verdad.
Amalgama de lamentos solitarios anudados en el sexo infantil no apto para mentes angelicales. ¿Dónde estás mamá?

Crueles verdades asoman traspasando la barrera del tiempo y vienen a lastimar el recuerdo imperecedero de algo que no debió ser.
Tan pequeñas, tan desvalidas, tan inocentes en su propia inocencia. Flores rotas en un futuro imposible de retoñar.
Tan ser lo que no se es. Tan niñas, tan pobres, tan silenciosas pidiendo ayuda desde un grito jamás escuchado. Sonido sin voz.

Los adioses no fueron hechos para mi. No en esta vida, pero el tuyo quiero que se vaya. Que no lastime más a seres exentos de culpa.
Las cartas traen letras lastimosas reviviendo un recuerdo aletargado en su propio horror. 

Los adioses vulneran mis sentidos. Lastiman mi alma. Laceran mi noble espíritu vestido de dureza. 

¡Ah si no existiera el adiós! Tus ojos seguirían vivos.


Los pájaros libres del pensamiento alegrarían con trinos el amanecer de cada día. Las flores, los cielos azules, el olor del monte vuelve en el momento menos esperado. Quiero que tú te vayas, pero quiero que TÚ te quedes.

La expiación de tu alma costará menos que el dolor causado.

Tú me digas adiós, no cuando el alma siente hasta la última de sus células.
Tú puedes descansar en paz, no soy quien para perdonar.
TÚ puedes regresar para decir adiós. Estoy preparada para decir ¨No te vayas¨.
Quiero pero no puedo hacer nada por nadie ni por ti. Hablo nada más.

Soy susceptible al abandono y muero cuando me dejan.
No me digas adiós, no tengo cerca a nadie a quien asirme.
Acúsome de ser vulnerable a tu partida.
Sin ti vivo porque morir no puedo.
Porque ahora no es época de ser cobarde, muriendo por algo tan lejano ya como el Sol. Nada ya tendría sentido. 

El adiós no fue hecho para mí en esta vida, en la otra quizás sea yo la que se vaya, la que diga el adiós final. El ¨Hasta nunca¨ que no vendrá porque no nací para decir adiós.

Igual voy a morir con el alma apacible, espero, como redención por el daño que no hice. A estas alturas de la vida morir o perdonar ya no tiene sentido.

Soy libre ya, eso merece la pena vivir.
























13 comentarios:

  1. hay adioses que no terminan de olvidarse porque siempre se recuerdan quedando tatuados en el alma.

    besos

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  2. Los adioses son muertes en miniatura.
    A mí me han dolido siempre.
    Bueno, me dolían... ahora ya no, ahora incluso los provoco para que me dejen en paz.

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    Respuestas
    1. Muere uno de a poquito. ¿Cuántos adioses tendremos en nuestra vida Toro?

      Un beso MiToro

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  3. Hay infancias de abandonos, de miedo a quedarse solo, que seguramente lastran, pero creoq ue llega un día en el que uno dice adiós, ese adiós mil veces preludiado, y ya la coraza del corazón aguanta bien.

    Por la libertad. Siempre. Un fuerte abrazo, Malque, feliz día de la poesía.

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  4. Nos llevas a un viaje íntimo a través de tus experiencias marcadas por despedidas dolorosas y traumas de la infancia. La forma en que entrelazas los recuerdos y las emociones refleja una habilidad magistral para transmitir la profundidad del sufrimiento y la lucha interna.

    La paz y la redencion obviamente llegaran.

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  5. Tus letras Malque ponen un nudo en mi garganta. Hay vacíos, que no se llenan jamás, ni con adioses se olvidan, sólo queda mirarlos y mirarlos hasta que se difuminen.
    Abrazo grande.

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  6. Hay adioses y a Dioses... algunos duelen, otros nos ayudan a volar más alto si cabe.
    Mil cariños, mi chilanguita de ojos tristes.

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    Respuestas
    1. Los a Dioses siempre nos salvan haciendo menos duros los adioses.

      Un abrazo Mi Zarza valiente

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La titular de este blog, dama exquisita, dueña de su mente pero no de su cuerpo agradece la visita a este refugio de chilanga triste.

la MaLquEridA

Musa con cuernos

PARA LA MALQUERIDA

La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje

Porque siempre queda espacio para nuevas libertades.

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Ángeles de la fe

Yo traigo la verdad en mi palabra Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo. Vengo a contarte que hay luces que nos hieren, que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena. Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia. Descubrirme a mí mismo y en tu figura qué poca cosa somos sin ternura.