Catalina es uno de esos fantasmas que no hacen daño a nadie. Antes al contrario, en el mundo silencioso que habita, quisiera escuchar las voces de sus hijos los que hace mucho tiempo se fueron del nido para perderse en un mundo de dolores nuevos.
Catalina no anda sola en ese universo de sombras. Ella lleva cargando en sus delgados brazos a Néstor -primogénito de Emilia- a la que se ha acercado en sus sueños para decirle que arregle algunas cosas que en su mundo paralelo no puede.
Catalina está cansada, tiene el espíritu adolorido y las ansias inequívocas de terminar por fin la deuda que no le corresponde, pero que debe saldar.
Catalina está cansada, tiene el espíritu adolorido y las ansias inequívocas de terminar por fin la deuda que no le corresponde, pero que debe saldar.
Héte aquí que cada noche que pasa, Catalina carga amorosamente a Néstor -fallecido en la mala hora- y con él en brazos recorre la casa donde vivió toda su vida de casada.
Muestra al niño la sala, las recámaras, el patio en el que en las mañanas trenzaba los largos cabellos de las dos Marías -sus hijas mayores- a las que amó como ellas no se imaginan.
Le dice de la barda hecha de piedras desde donde se podía ver a la gente pasar y en la que en las tardes se sentaba con sus hijos a buscar nubes de formas volubles. Le platica del trabajo que a su abuelo le costó construir esa casa a la que hoy en día pocos quieren regresar. No los juzga. hay hechos que ni las mejores acciones pueden borrar,
Y así van en el transcurso de la noche recorriendo una vida que ya no está.
Catalina no sonríe, nadie le enseñó cómo dejar volar las sensaciones de entre los dedos y los labios rositas.
Hay un momento que es el que más ama Catalina -o lo que queda de ella- y es cuando llegan a la cocina, entonces sus ojos vacíos se pierden entre recuerdos y mares de lágrimas las que mojan -sin querer- la carita del niño.
Las escenas llegan a su mente sin darle tregua en tanto Néstor la mira sin lograr entender el por qué a su abuela le pone triste la cocina.
Catalina le dice con palabras queditas -para no despertar a los que duermen en la casa- que la mayor parte de su vida la pasó en ese lugar preparando cada día sin descanso la comida que daría al tropel de hijos que como pájaros en desbandada corrían a sentarse cuando ella los llamaba a comer.
Cada uno tenía un lugar el que nadie más podría ocupar a riesgo de iniciar una batalla campal la que era terminada con un grito o con la amenaza de ser aquietados con una cuchara de madera que ella blandía sin misericordia.
Si el padre estaba presente nadie tenía permitido hablar a menos que él lo ordenara. Incluso Catalina estaba regida bajo ese régimen que nadie aprobaba pero al que todos se sometían. La mano dura y encallecida del padre era la mejor manera de hacerse obedecer.
Si el padre estaba presente nadie tenía permitido hablar a menos que él lo ordenara. Incluso Catalina estaba regida bajo ese régimen que nadie aprobaba pero al que todos se sometían. La mano dura y encallecida del padre era la mejor manera de hacerse obedecer.
La mesa blanca de lámina soportaba el golpeteo de las cucharas y el peso de las risas de los niños que nunca callaban cuando el padre no estaba.
Catalina recuerda con esa mirada lánguida que la caracterizó en vida, los momentos felices que pasó con sus hijos entre aromas de café y dulce de pera. El canto de Claudio -el gallo blanco- o los ladridos de El Dandy, el perro mascota de la familia que vivió toda su vida atado a una cadena sin poder nunca ni querer escapar.
El fantasma de Catalina cierra los ojos vacíos y comienza a hablar. Ve a través del tiempo a la hija a la que no le gustaba la sopa y siempre era la última en terminar de comer. Aunque le dijera que la castigaría, el plato intacto quedaba a la espera de otro que quisiera seguir comiendo, que en eso de tener hambre, siempre había alguien.
El fantasma de Catalina cierra los ojos vacíos y comienza a hablar. Ve a través del tiempo a la hija a la que no le gustaba la sopa y siempre era la última en terminar de comer. Aunque le dijera que la castigaría, el plato intacto quedaba a la espera de otro que quisiera seguir comiendo, que en eso de tener hambre, siempre había alguien.
Amó al hijo callado que aprendió a hablar ya muy grande. Nunca nadie entendió que no hablaba porque no tenía nada que decir. Cuando algo quería se limitaba a señalar con su dedo locuaz el objeto de su deseo.
Con el tiempo ese silencio se convirtió en el sello personal. Se volvió un ermitaño encerrado en el necio silencio del que nada le parece.
Catalina cuenta de los gemelos a los que la vida separó en el mismo momento de nacer por el fallo de un corazón inhóspito.
Habla de la hija mayor, callada y hacendosa que se convirtió en la segunda madre de los hermanos menores.
Habla de la hija mayor, callada y hacendosa que se convirtió en la segunda madre de los hermanos menores.
Recuerda a la hija -la de pelo claro y huesos endebles- encerrada en su mutismo devorando libros en lo alto de las escaleras.
Todos mudos.
Todos callados.
Todos sumergidos en un silencio grande como el vacío del mar sin agua.
Las horas nocturnas se van sucediendo en hechos caprichosos del tiempo ido haciendo que Catalina pierda la noción de lo que ocurre a su alrededor, mientras Néstor sumido en un silencio hereditario, va quedando dormido ante el largo recorrido de la abuela por sus memorias.
Sin darse cuenta, la noche va llegando a su fin. Los fantasmas deben regresar al mundo inexistente en el que habitan.
Cansada de recordar, Catalina echa un último vistazo a la cocina. Aprieta contra su pecho a Néstor y se sienta a esperar el día, junto a la estufa que le calienta los huesos cansados de cargar tanta desazón.
Conoce -como toda madre- lo que sus hijos sufren no en vano les heredó el silencio necio de los que nada necesitan ni siquiera un abrazo.
Dando un beso salado al niño comienza la partida al mundo donde nada existe. Ni siquiera ellos que son sólo el recuerdo de las culpas de otros que no terminan de pagar lo que no hicieron.
Son los últimos recorridos que hará a la que fue su casa. El permiso concedido para volver a arreglar lo que no la deja descansar se está acabando.
Pronto debe regresar a las sombras pero, su retorno al valle de los inexistentes no será el mismo porque le ha dicho en sueños a Emilia lo que debe hacer para que al fin pueda descansar y sin miedo sonreír como en la vida nunca lo hizo.
Tantas cosas que decir perdidas en la garganta de los habitantes de la casa paterna. Miles de risas escondidas entre esas paredes que guardan secretos que jamás serán develados para no hacer daño a los que vienen atrás y que en una ironía de la vida podrían quedar mudos.
Descansa Catalina con la seguridad de que se paga lo que se debe y por la que tu no debes llorar más.
Pronto dejarás de sufrir y no habrá nadie más nunca que te haga llorar ni siquiera esos hijos mudos e ingratos que se debaten entre sus propios demonios en el mundo que ellos escogieron vivir.
Muy pronto descansarás al lado de Néstor mientras llega la hora de reunirte con quien has escogido para acompañarte en el descanso eterno.
Chao Catalina
Muy pronto descansarás al lado de Néstor mientras llega la hora de reunirte con quien has escogido para acompañarte en el descanso eterno.
Chao Catalina
catalina es un alma sin descanso eterno. tiene una historia triste.
ResponderEliminarun beso.
Muy triste DRACO, demasiado triste.
EliminarUn beso
Ese deambular nocturno por la vida que no completó, cargando a Néstor y las penas de un mundo que no supo construir para sus hijos.
ResponderEliminarMe has recordado a Gabo, Malque. Así de realismo mágico me ha sonado tu texto.
Un honor que mis letras te recuerden a tan gran escritor.
EliminarUn beso
saludos
ResponderEliminarSi este escrito llevara la firma de mi admirado Gabriel García Márquez me la creería, mi admirada Malque.
ResponderEliminarBesos.
Eres muy amable Chema
EliminarUn abrazo
Coincido con Macondo.
ResponderEliminarLo que escribes podría formar parte de la buena literatura del realismo mágico.
Yo te leo y veo a Catalina y todo lo que siente y parece que paseo con ella.
Será que vivo en un mundo inexistente.
Besos.
Será que vivimos en un mundo inexistente.
EliminarUn abrazo fuerte MiToro
Qué descripción más memorable, del mundo que no vemos, por qué estamos ciegos, a los sentimientos de verdad.
ResponderEliminarBesos.
Que bonitas palabras Alfred, eres muy amable.
EliminarBeso
Tremendo relato.. es magnífico. Ese mundo astral donde se mueven las almas... precioso.
ResponderEliminarBeso grande!
Otro beso para ti Luna, poeta.
EliminarVa a encontrar paz al fin. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarAsí lo espero de todo corazón.
EliminarUn abrazo
Quizas ese es el problema de los fantasmas, que se quedan "anclados" en esta vida y no "avanzan" al siguiente nivel debido a que quedaron "cuentas pendientes". Le toca pasar asi SIGLOS, recibiendo a otros de la familia que van tambien teniendo el turno de "pasa a mejor vida". Cuando ya nadie se acuerda de ella... sera libre
ResponderEliminarOlvidar es imposible, por eso no terminan de morir. Me siento un poco culpable.
EliminarUn abrazo
Me FASCINA LEERTE
ResponderEliminarCatalina merece descansar , sin duda que sí.. Qué historia más hermosa!! con ese sabor tan tuyo, tan a Méjico , tan a mágico ...¡Qué preciosa imagen la de la bandada de pájaros hijos yendo a comer a su llamada!! Ese deambular con Néstor en los brazos eterno ..En estas pocas líneas, q para un blog son bastantes pero no para un libro - Qué deberías ponerte a escribir yaaa mismo- eres capaz de conseguir q veamos y queramos a Catalina... Nadie debería pagar deudas de nadie , menos en el más allá , bastante pagó aquí... Ojalá Néstor y ella puedan descansar...Debes retomar las letras y buscarle un final como se merece Catalina o aún mejor, alargarlo y empezar su historia desde el principio...De verdad, a nadie se le ve tan bien como a ti q llevas un libro dentro deseando salir ..permíteselo , lo necesita tanto o más q Catalina descansar...Me voy como esa bandada tuya, volando .. pero en vez de a comer a trabajar .. GraaaaciaaasS creo q nunca voy a olvidar a Catalina ...un eso gigaaante artistaZa!!!!
ResponderEliminarCatalina tiene una historia muy triste María, conozco su historia y no creo siquiera poder contar la mínima parte de su vida porque no creo poder hacerlo. No me lo permitiría.
EliminarBesos María
Fantasmas familiares y espíritus viviendo sus vidas humanas sin poder desprenderse de las costumbres mundanas. Me encanta todo ese misterio.
ResponderEliminarLucy Ferro
Gracias Lucy Ferro.
EliminarUn saludo
Cuando no puedo dormir vengo a tu blog que es como Xanax
ResponderEliminarEsta entrada la comenté.
ResponderEliminarRegresaré...