Adoptados los nuevos vicios sin dañar a nadie. Adicta al azúcar desde hace tres años, el tiempo en que dejé de salir a la calle sola. Dulce aroma de pasos sin sentido.
Luego también tengo a los amansalocos. A decir verdad, soy adicta. Hoy por hoy no veo la manera de sobrevivir a las pastillas de la risa. Se los dije, se los advertí. No quiero hacerme adicta. Bueno ya soy y aquí le paramos a la vida de felicidad sempiterna, acuciada por el bendito neurólogo que no halla la forma de dar por terminado mi caso. Se me figura que es eso o al revés. Puede ser eso. Soy yo la que le quiero dar la bendición final. Dios te bendiga, panza de hormiga y si te vi, ni me acuerdo o lo que es lo mismo, ojos que te vieron ir, jamás te verán volver.
Si quitásemos los amansalocos y el azúcar, mi vida sería simplona. No me lo puedo permitir. Simple quizás, simplona never de limón.
La culpa de mis salidas psicóticas las tienen los eufemismos impuros incapaces de reconocer la variante de mí que existe en un rincón de este cuerpo minúsculo. Cadena de oración para esta alma que, en menos de año y medio, ha dejado de balbucear incoherencias para transcribirlas en cualquier hoja que se deje seducir por mis dedos rechonchos de estilo amorfo. Ignota pasión la que habla por mí. Díscola presunción carente de todo placer.
Alueguito Sabina y Café Quijano se meten en el oído ecléctico. ¨Si quieres te cuento los cuentos que tú me contabas...¨.
La educación se sirve en libros de olor a sabio.
Desahuciada de Enrique, ato mis venas con el dolor de su desprecio. Amor profundo emergiendo en las flores sin aroma de aquel ramito de pensamientos regalados a través de su emisario llamado Antonio.
Si no me quiere, no me quiere. Nadie se muere. De amor tampoco.
Si no me quiere, no me quiere. Nadie se muere. De amor tampoco.
Y vuelvo a los vicios por mí, tan queridos. ¿A quién puede importarle después de muerto que uno tenga sus vicios? canturrea aquel que en los bares musita olvidos.
La otredad diáfana pueril y neófita casquivana escribe por mi. Pido perdón por todo lo que bien pude hacer y no hice.
Ego me absolvo.
la buena música es uno de los mejores vicios que tienes. siempre estarán sabina y los demás haciéndote compañía.
ResponderEliminarbesos
Desordenada tal vez, amas más que la vida. Gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Yo también me absuelvo a menudo.
ResponderEliminarEs tan fácil...
:)
Besos.
No queda más que perdonarnos. Sabina ayer se cayó del escenario, cumpliendo 71 primaveras. Y con todos los vicios, que todos tenemos, ahí le vamos sacando brillo a los ratos que somos felices.
ResponderEliminarUn abrazo
El pobre Sabina tuvo ayer un accidente en un concierto, en Madrid. Estaba actuando con Serrat. No te preocupes, que parece estar bien.
ResponderEliminarTus escritos te absuelven, sin necesidad de penitencia.
Besos.
Absueltos quedamos.
ResponderEliminarBesos.
Que vivan los amansalocos, y si no nos absuelven, que nos quiten lo bailao
ResponderEliminarUn beso grande, pero muy grande.
Te mereces la absolución... :)
ResponderEliminarBesos y salud
las adicciones , ¿sabe usted, mi querida Flor de María? son el discreto
ResponderEliminararranque de la comprensión y entendimiento humanos.
Un pocico sin fondo adonde van a parar, bien junticas, todas las inocentes manías que cada cual tiene manque no lo confiese.
Ya hablaremos con el repartidor de absoluciones y que, ándele, te absuelva.
Si no él, también ego te absolvo a peccatis tuis. Y pelillos a la mar..
besosssssssss
Pues a tomar azúcar y amansa-locos. Yo no me absuelvo, nunca lo hice, no sé por qué, pero iré probando a ver que tal :-)
ResponderEliminarAbrazossssss
Cada uno con sus vicios, nadie es perfecto, o es perfecto con sus vicios, depende como se mire. Un abrazo.
ResponderEliminarTe dejo una canción:
ResponderEliminar♪ ♫ ♪ ♫ ♪ ♫ ♪ ♫ Armando Manzanero y Café Quijano ♪ ♫ ♪ ♫ ♪ ♫ ♪ ♫
Y un beso muy grande.
:)