Los Hados dijeron a Luna
cuando nació que tendría poco tiempo para conocer a sus padres. Habría que dejar en el mayor número
posible de gente su huella en el paso por la vida, luchando además contra todo obstáculo que se le presentara amén de guardar todo lo que le ocurriera bueno o malo.
Los Hados del Tiempo pusieron en el tierno corazón de Luna una máquina plateada que dejaría de funcionar a la
hora programada, pero el Hada Gorda de las Horas, puso sin que nadie se diera cuenta, unos días más para que grabara todo en su memoria. Cerquita del corazón le puso un tarro transparente con listón rosa.
Nada ni nadie podría cambiar el destino así que Luna llegó sonríente a la casa que sus padres tenían destinada
para ella. La habitación decorada con motivos infantiles era muy cálida. Luna se adaptó rápido al ambiente amoroso de su rededor.
Siendo seres de luz irradiaban serenidad y limpieza de corazón. Personas con las cuales la niña no podría haber estado mejor por eso los Hados dejaron que Luna llegara a con ellos.
Siendo seres de luz irradiaban serenidad y limpieza de corazón. Personas con las cuales la niña no podría haber estado mejor por eso los Hados dejaron que Luna llegara a con ellos.
En tanto en el equinoccio de la vida infantil Los Hados dotaban con una
bolsa de hilos dorados a la pequeña en la que tendría que guardar lo más que pudiera
de recuerdos, lo que hizo desde el primer instante.
Lo
primero que vió al llegar a este mundo fueron las lágrimas de su padre
quien la recibió en sus brazos ya que Luna nació en su casa, en la misma donde fue
planeada. En parto normal vino al mundo aromatizado con esencias de mandarina y canela, ro ros de su padre y el llanto feliz y cansado de su mamá.
La niña recogía las primeras caricias mientras la madre con tanta ternura la tomaba entre sus brazos diciéndole cositas de amor. El padre sacaba fotografías de lo que ocurría.
Luna iba guardando cada cosa, cada gesto sin olvidar nada. No se olvidó de guardar las risas en el tarrito transparente que el Hada Gorda le dio para que cuando Luna se sintiera triste bebiera un sorbo y volviera a sonreír.
Tocó la barba de su padre, aspiró el aliento materno, guardándolos de inmediato por miedo a que se disiparan en el transcurso de las horas.
Tocó la barba de su padre, aspiró el aliento materno, guardándolos de inmediato por miedo a que se disiparan en el transcurso de las horas.
Atesoró el
primer contacto con el tibio pecho de su madre amamantándola bajo la
mirada de su papá. La cuna, el cuarto amueblado, decorado con los
exquisitos dibujos de esas almas sensibles como son ellos. Pájaros en solitario, lirios, peluches, ropa. Cada juguete lleva el nombre de Luna escrito en la memoria de los tiempos que ayer dejaron de ser.
Todo guardaba la niña sin olvidar ningún detalle mientras el tiempo transcurría sin prisa.
Los días en la casa fueron
extraodinarios y felices. Los recuerdos se acumulaban en la bolsa de
hilos dorados que tenía una capacidad sorprendente, cuando ella pensaba
que ya no cabría un recuerdo más, siempre encontraba un recoveco donde
cupiera otra sonrisa.
El primer aviso de que el tiempo se
agotaba llegó un día en que felices los tres, se dieron cuenta que algo
pasaba con la niña. Asustados corrieron al hospital donde un ejército
de luciérnagas vestidos de enfermeras y doctores la revisaban.
-Hay que sanar el corazón- les dijeron.
La operación a que fue sometida Luna
fue dolorosa, resistiendo como toda una guerrera. El
ejemplo de valentía de la pequeña comenzaba a salir a flote. En una
vigilia adormecida Luna seguía guardando los recuerdos en la bolsita de
hilos dorados. Escuchaba el llanto quedito de su madre guardándolo al
instante. La congoja de su padre quien no tenía idea de qué pasaba si
todo estaba tan bien. Los rezos de los abuelos. Las plegarias de los amigos quienes como colibríes revoloteaban frente a la ventana para saber las buenas nuevas. Loas interminables a los dioses quienes ocupados en otras cosas no oían las plegarias de los ruiseñores.
Pasaron días angustiosos en que cada
uno seguía el juego que el destino les había escrito sin poder
cambiarlo, no había manera. Todo estaba escrito en el libro de Los
Hados del tiempo y este cada vez tenía menos páginas por vivir.
Así es que viendo Luna que el tiempo
se agotaba y no podían hacer nada, espero el momento en que su madre se
acercó, abrió las pequeñas manos, haciendo un esfuerzo muy grande,
atrapó en una el aroma que exhalaba el pelo rubio de ese ser maravilloso que
la trajo al mundo. Cerrando el puño lo guardó para el viaje que pronto
emprendería.
Espero con impaciencia
escuchar la voz de su padre para guardarla en la otra mano y con los
puños cerrados como queriendo golpear al destino Luna emprendió el viaje
al no retorno.
Tomó el bolso de
hilos de oro, vio por última vez el rostro lloroso de sus padres, sonríendo empezó a subir la escalera que la llevaría al cielo. No podía decirles que ella estaría bien, que sus recuerdos los llevaba guardados, que nunca los olvidaría. Luna tenía una débil voz que nadie entendía pero si se acercaban sabrían que eran sonrisas de despedida. Besos que arrojaba al aire los cuales volaban como quien sopla un Diente de León.
Con los puños cerrados y la bolsita colgada al hombro, Luna se fue al mundo paralelo en el que habita desde el día de ayer. Los destellos de la bolsa de oro refulgen en la oscuridad del cielo alumbrando el camino hacía la eternidad donde la esperaban otros seres de luz.
Con los puños cerrados y la bolsita colgada al hombro, Luna se fue al mundo paralelo en el que habita desde el día de ayer. Los destellos de la bolsa de oro refulgen en la oscuridad del cielo alumbrando el camino hacía la eternidad donde la esperaban otros seres de luz.
Dos semanas fueron tiempo suficiente para dejar una gran enseñanza en todos los que de alguna manera conocimos a Luna. La vida se vive cada día luchando por ser feliz haciendo felices a los demás y en el momento preciso sonreír aún cuando la vida sea injusta.
Hablar de la muerte en este blog es
cotidiano, es una forma de no temerle, es como una forma de hacerse
amiga de ella, pero cuando llegan noticias como esta, la muerte ya no es
amigable aunque es inevitable.
Hasta pronto Luna.
*Un día antes escribí un cuento para Lunita el que envié a sus padres deseando la recuperación de la niña. Ayer mismo recibimos la noticia de su muerte. Sin palabras, sin saber qué decir, le hago un homenaje a esta pequeña valiente que desde ayer le hace compañía a la Luna.
Sin lugar a dudas a veces la podemos sentir de manera distinta. A veces más dulce y más amarga.
ResponderEliminarTen un lindo día!
Fuerza Malque!!!
ResponderEliminarBesos al cielo!
Fortaleza.
ResponderEliminarEsta noche, miraré al cielo y estoy segura que la luna estará muy bien acompañada.
ResponderEliminarEspero que ese ángel vea el beso que le enviaré desde aquí.
Eres una mujer increíble, Flor!
Besos para tí también! :)
ahora Luna vive en los corazones de quienes la tuvieron y su luz no dejará brillar. La vida puede ser corta o larga pero el tiempo que sea debe ser aprovechado al máximo siendo feliz con todo lo que tenemos.
ResponderEliminarBesos enormes madre.
Una entrada preciosa pero que a mi me deja muy triste...
ResponderEliminarBesos y salud
Y gracias a ti, ahora nosotros también nos quedamos con un pedacito de la luz que irradiaba esa pequeña :')
ResponderEliminarPeace&Love ^^
c'est la vie, incomprensible. un beso.
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