Estaba segura que cuando dije ¨me quiero subir a la montaña rusa¨, no estaba en mis cabales, porque solamente loca pude haber querido hacer eso.
Así que ni tardos ni perezosos nos fuimos mi familia y yo, empezando conque llegamos a La Feria en ¡25! minutos cosa que en un día normal hacemos casi dos horas de camino.
¿Señores vacacionistas, se pueden quedar por allá toda su vida?, Gracias.
Y aquí vamos, nos subimos a la montaña rusa como borreguitos al matadero, con la resignación pintada en el rostro, lo único que atiné a decir cuando el carro emprendió su carrera fue ¡No mamen!, mis ojitos se abrieron al ver la nada por camino.
El ruido del carro hacía que mis pensamientos se mantuvieran atados de mis greñas que volaban sin ton ni son, me agarraba hasta con los dientes de todo lo que pudiera.
Aguanté todo el camino gracias a que se me ocurrió cerrar los ojos, si los hubiera dejado abiertos ya estaría tocándole a San Pedro no mamen.
Bendita tierra que estás bajo mis pies, ¡Te amo, lo juro!.
¿Qué puede ser peor que subirse a la montaña rusa?, ¡Si!, un desmadre de juego que se llama La Nao de China, no mamen mamen, el cinturón de seguridad se me bajó hasta los muslos, y de cabeza sentía que el cielo era la tierra, tan chiquita como soy pude haberme salido por donde fuera, ¡Madre santa! y todavía un tipo me dice ¨No me vaya a vomitar¨ pendejo, si lo único que quería era que esa madre me pusiera de nuevo con los pies sobre la tierra.
Manos faltaron para agarrarme porque sentía que era el fin, Barry vio que mis piecesitos volaban sin control y les dijo a los hijos que me agarraran. ¡Dios te pido perdón! cuando baje de aquí nos arreglamos diosito.
Si tuviera huevos se me hubieran subido a la garganta.
Bajé temblando, bueno los dientes chocaban unos con otros y el sudor que bañaba mi cara me hacía ver tan tierna, me imagino porque mi familia me acariciaba a cada rato.
No puede haber algo peor ¿o si?. ¡Exacto! una madre que se llama Cascabel, ¡No mamar!, cuando estaba formada la gente se reía de mi porque mi toallita limpia-miedos podía exprimirse, pero aún tenía valor. Cuando me senté ya sin boleto de arrepentimiento, mi hijo me dijo que no pasaba nada, ¿no?, entonces ¿qué chingados era esa agua que escurría por mis mejillas?, no mamen. Aún alcancé a ver a un tipo señalándome y diciéndole a su hijo algo que con cara de espanto no sabía si correr o qué chingados.
No tuve tiempo de pensar nada, un espantoso ruido me hizo cerrar los ojos y salir disparada hasta la chingada, creo que morí o tuve un orgasmo pero algo pasó en ese momento porque por unos instantes morí.
Así que después de gritar a pecho abierto ¡Chinguen a su madre! me llevó el carro de ida y vuelta sin apenas pensar en nada.
Hasta aquí llegué le dije a mi familia pero insistieron en que me subiera a una madre llamada Infinitum, ¿qué? están pendejos. Nada más ver las vueltas que daba el pinche tren, los calzones se me bajaron tres veces, no mamen así que nel, no, never, nunca, jamás, no me subí. Ver el color blanco con el que bajó Barry me hizo saber que había elegido bien el no subirme a ese desmadre.
Elegimos otro juego: El ratón loco, no chinguen, mi cabeza se salió mil veces de su tronco, en una vuelta me sacaba la cabeza-sin albur-y en la otra me la metía- sin albur-. Salí con dolor de cuello y tocándome por todos lados a ver si estaba completa.
Nos subimos a varios juegos más no tan extremos porque el tiempo se agotó pero al elegir cual sería el último decidimos entrar a la Casona del Terror. Prefería eso a dejar que me subieran hasta las nubes y dejarme caer a las puertas del infierno.
Y ni qué decir que en el momento en que cruzamos el umbral de semejante casa, mis gritos se oyeron hasta el quinto infierno. ¡No mamen!, ¡No me toques! ¡No me asustes! ¡Vete! ¡Ya me quiero salir! ¡Que te vayas! ¡Déjame! ¡Mamá! ¡Ay algo me cayó en la cara! ¡Chinguen a su madre!, ¡Ya déjame salir!, Ay algo toco mi pierna! ¡Ya déjame! ¡Allá hay una luz! ¡Viva! fue lo que dije en todo el recorrido en que vale decir que los méndigos que asustan se ensañaron conmigo porque era la única que gritaba, no mamen mamen.
Grité tanto que ahora tengo voz de silbato y mi familia se burla de mi. El color pálido que tiene mi cara desapareció gracias al sol que pintó de rojo mis mejillas y el miedo que me persiguió todo el recorrido.
Dicen que iremos a otros juegos, yo sonrío pero en mi mente los mando a la chingada o me voy yo porque de que me vuelva a subir está en chino.
Me duele todo como si me hubieran cogi... digo como si hubiera emmm... er... no sé pero de que me duele todo no hay duda, tengo un chichón en mi cabecita loca y moretones hasta debajo de la lengua.
Tengo el cuello lastimado, volteo la cabeza como si fuera robot, así que si no me ven en las próximas horas ya saben porqué.
Ahora voy a buscar a alguien que tenga moto porque esa es mi próxima aventura: Subirme a una moto.
TAN-TAN.