Y es que Dios me trae entre ceja, oreja y media madre. Digo yo. A decir verdad, exceso de palabras. En mi perra vida -de nuevo perdón- Dios no tiene la mínima idea que existo. Por eso me inventé un Dios con menos escrúpulos. Antes me presentaba como: Soy la MaLquEridA, escrbidora de textos sin estilo ni magia. Vivencias non sanctas, exceso de metáforas. Elegías circunstanciales dominando el texto debrayado por épocas para servir a Dios o al Diablo (con mayúsculas también que en este sacro blog no se discrimina a nadie), según se requiera. Me di cuenta que esto de ser siervo o servidor de alguien aparece en nuestras vidas en una carrera a campo traviesa. Pues mi Dios -que no es el que todos conocen- se hace de la vista gorda cuando cometo algún pecadillo de gula, soberbia y demás. Así pues cambio a Dios por el karma cuando se trata de perder. Cosa de todos los días, pierdo por antonomasia, si es que cabe eso aquí y si no ¿a quién le importa el universo mundo? De vacaciones perennes quién me dejó en este inconmensurable sitio rebosante de palabras duras, fuertes, decidoras, fueron impregnándose en mi piel como un duro tatuaje, mancha vaca pinta y medio boba. El karma o según parece el destino grabó tan bien en su memoria las frases dichas en cualquier momento de mi perra vida. Al pie del cadalso de mi historia, se revierten las frases para restregármelas en el rostro impasible del que soy dueña. Maldita sea la misericordia que por mí no viene. Pago caro todo lo dicho. Recuerdo dado, sentencia cumplida y contando. Menudo lío en el que se juega la gloria eterna, que visto lo visto la he perdido cuatro vidas ha.
Comerciante insulsa, dotada de silencios sepulcrales para vender en los tianguis del domingo en la mañana. ¨Pásele señito, tengo tres virtudes de burguesa acongojada¨, ¨llévelo, llévelo.¨
¨Mire usté estas son frases ladinas utilizadas un día en la empresa donde ejercí la carrera para la que no estudié: Archivista desmemoriada, desordenada en términos constantes. Como disfrutaba ordenar por nombre o apellido o dirección o... decenas de maneras de buscar el orden conceptual.
La mayor virtud de mi vida en el trabajo, que dicho sea de paso, no nací para engordarle el bolsillo a nadie o lo que es lo mismo, ¨es tan feo el trabajo que hasta pagan por hacerlo.¨ Quiero ser pobre. Con esa máxima en la frente trabajé lo suficiente para dejar huella en los lugares que pisé. Dos-tres, tampoco tantos, mi pésimo carácter no daba para más. Como era poco menos que nada estudié hasta la preparatoria. El sistema usaba la socialización, nada de individualismos obtusos. ¡Al diablo la escuela y su doctrina borreguil y placentera!
¿En qué equipo vas a estar, niña de pelo ensortijado?
En ninguno, trabajo sola.
Es mejor, no dependo de nadie más que de mí por lo tanto nada puede salir mal.
Profesor Francisco pregunta: ¿A qué equipo pertenece usted la de rizos negros? A ninguno. Perfecto, súmese al equipo tres que tiene dos miembros nada más. Luego ya trabajando en equipo hacíamos cálculos, consultas, razonamientos lógicos en total hermetismo. Comunicación sin emoción. lógicos como la respuesta de uno más antisocial que yo, su razonamiento rayaba en la idiotez: ¨El resultado de la operación es 00 punto y fracción.
¨Me lleva la tía de las muchachas ¿cuál es la fracción pequeño hijo de tu bendita madre cabeza de chorlito?¨ Supe de inmediato que reprobaría sin más. Y si. Pertenecer a un equipo de perdedores, me jaló al hoyo de los lusers. Adiós carrera, si te vi ni me acuerdo. Ese pequeño obstáculo determinó mi vida profesional en ciernes. Me fui. Si yu laider.
Estaba metida en el hoyo con una caterva de ilusos soñadores que van a la escuela pa´ver si la suerte les sonríe y son capaces de salir de la clase baja, en la que de entrada ellos mismos sabían que a esas alturas de la vida el éxito baila poco en el submundo hostil en el que habitan.
Al comienzo del primer semestre los bancos eran insuficientes para todos los que entrábamos con ganas de seguir estudiando. Alegres, sin conocernos no había nada que nos separara. Todos llevábamos el mismo rumbo. No había ricos ni pobres. En un mundo tan desigual como es el de la educación, nosotros marchábamos tomados de las manos. A la mitad del curso se veía el salón tan vacío como el ojo del profesor de Psicología. Cuenca tenebrosa acorde a la cara malsana del maestro de la perversión. Escondida la mirada detrás de unos lentes oscuros bajados a media nariz. De esa manera el susodicho podía echar un vistazo a los pechos de las adolescentes ansiosas de aprobar la materia, yo entre ellas. A finales de curso, me puso un mísero 6. Si, si, me lo puso porque yo había sacado un espantoso 5. Tuve que ir a pedirle que rectificara mi calificación. Con letra chueca escrita a lápiz decía: Calificación S o sea 6. ¡Puagh! 6 ¿yo? invalidando con un tache el reprobada por equivocación. La boleta dilucidaba una incógnita sobre el que había cometido semejante ser maltrecho. Bueno pues qué le vamos a hacer. Renuncié a los estudios, con la única razón que cabía en mí. No me apetece ser miembro de un equipo. Jamás de los jamases perteneceré a nada. Conocida la mediocridad en teoría, virtuosismo pragmático. He aquí el fin de mis días de escuela de nivel medio, te regalo mi lugar. Dejé el CCH Sur ubicado en un lugar de clase alta. Colegio nice para estudiantes sin futuro. sin dinero. Sólo los ¨hijos de papi¨ terminaban los seis semestres. Salí en el tercero. El tres como número mágico. Un día que no registré en la memoria, dije adiós a todo lo que me restregaba la pobreza de más de medio país. Me fui a la chingada de ahí. No tan lejos pero sí.
Los días pasaron, ¨si no trabajas, haz algo para ganarte la comida,¨ decía la cabeza de Los Apellidos Ilustres quién con sus once hijos ¡Agarren al padre! vendía tacos de a peso en la escuela ubicada a menos de cien metros de la casa. Los niños famélicos no llevaban ni torta, es más no llevaban más que aire de miseria pueblerina dentro de sus panzas de farol. Vamos a regalarles un taco. ¡Pobrecitos! No nos haremos menos pobres. Mamá hacía milagros para que la cazuela de frijoles alcanzara para todos.
Aunque en esa casa siempre hubo sopa, arroz y frijoles, cinco kilos de tortillas, hay que engañar el hambre.
Era la comida para los más chicos junto con los que no trabajaban. La carne era para aquellos que habían alcanzado la jerarquía de trabajadores. Te tocan cinco tortillas. A ustedes dos nomás. ¨Es muy triste ser pobre, siempre se carga una barriga vacía y unas ganas de comer parecidas al mar sin tu nombre. ¿Qué ola bautizaste hoy con la sabiduría exhalada de tu mente de poeta hecho a pura observación?
La gente trabaja, ve con el de los radios, él siempre solicita gente. No sé por qué no le duran los empleados. ¨Se solicita señorita de 18 años en adelante. Bien presentadas, agilidad en las manos. Buena vista requerida. Informes aquí. Toque usted (sólo una vez).
Vamos ¨Cavar cavar cavar cavar cavar
en la mina quiero yo.¨
Cavar cavar cavar cavar cavar
cavar en la mina quiero yo,
cavar cavar cavar cavar cavar,
quien cava más muy rico es.¨
Renunciados los estudios, presta a trabajar, cubrí mi cuerpo de formas detalladas. Venus de Milo azteca, ¨tápese aí virgen desjuiciada.¨. Un día con el hambre en la panza, inventé a Cinderella Star de un olvido. La cubrí con un vestido rosa con florecillas blancas, olan vaporoso en el cuello para usarse con o sin hombros desnudos. Zapatos de plataforma, melena alborotada. Tal día murió Cinderella Star, ¡maté a Cinderella Star! La primera gran creación en la complejidad de lo absurdo, inventada toda en la memoria de mis días. Ella nació en su tercera reencarnación, siendo una muchacha carente de sentido común, cuyo nombre se perdió en el ocaso de la ¨Tongolele¨. ¨Tongolele, la vedette venidadenosédónde que en su larga vida en México no ha aprendido a hablar como buen mexicano, seas o no de aquí. A sus 90 años sigue moviendo la cintura al ritmo del Wawancó.
A esa época le tocó nacer a ¨Lasinombre¨. Un ama de casa perdida en el infierno del carácter heredado del hombre llamado ¨padre¨. Caminaba con pasos suaves, sin dejar huella. Comenzó a trabajar en una armadora de radios de transistores. Aprendió a soldar diodos, resistencias, capacitores, transformadores, etc y más.
Una pequeña armadora de radios cuyo principal mercado se encontraba al interior de la República. En el ínter fue ¨Cuidadora de gallos de pelea´. Se oye nais pero nah. El trabajo consistía en sacar a los gallos de su jaula atándoles la pata con un lazo, lejos unos de otros. Nunca debían quedar cerca, siendo gallos de pelea, se armaban los picotazos nomás por quítame estas plumas. Madrazos de buenas a primeras. Instinto animal alojado en una hermosa ave de colores sin igual. Cuando uno alcanzaba a dar el primer picotazo, detener la pelea era asunto de gente experta en el fino manejo de los gallos de pelea. Yo sin experiencia en gallos más la que pudo tener al observar a ¨Claudio¨, el gallo blanco de Luis grande al que le tocó por unanimidad y sin que se enterara que el caldo de pollo servido en la comida era ¨Claudio¨. ¨Está muy rico mami¨. La ingenuidad de mi hermano menor me sorprende a tantos años de distancia. ¿Cuántos años tiene Luis? Sepa la bola, pero tiene los mismos que Luis Miguel, el cantante gritón venido a menos. Nacieron el mismo año, así que si te interesa investiga en la wiki.
Con ¨Claudio¨ se dio por terminada la ¨granja¨ que mami tuvo con un par de gallinas, ¨Claudio¨y la guajolota que seguía a Luis a todas partes. Una mañana amaneció ahogada en la gran pileta llena de agua helada. Adiós Nicanor, te tocó la de perder. Menos mal no fue una rata asustada cayendo en la pileta aliviadora de crisis de agua.. Requiescat in caldo. Amén. Provechito.
Alguien tiene que perder en la cadena alimenticia de una familia grande, como las de antes. Como la mía, como la de Barry o la de la Lupa. Familias grandes, re-grandes.
Oiga niña, tenga precaución niña, esos gallos valen oro, no alcanzaría su vida para pagar uno solo de esos animalitos. Están re-chulos, me caí.
Muy curiosa esta época de mi vida, ni mi familia la conoce. Fui cuidadora de gallos de pelea del mujeriego Sergio, Don Juan de poca monta, Jugador, parrandero y mujeriego tenía fama de cobrarse en especie las deudas ocasionadas por las empleadas. Hijo del cepillero, la riqueza le tocó como a quien le habla la virgencita de Guadalupe.
¡Aléjate de mí cabroncete, no me toques!
¿Me dejas tocarte la panocha?
¡Qué diablos!
Demonios, ¡le diré a mi madre todo! ¡Cerdo insolente!
Con ese vestido te ves re-chula mamacita. Anda dame un besito.
Asco de tipo, farandulero, marrullero y todo lo que termine en ero.
Nadie te creerá, ´tonces ¿para qué?
Yo no digo mentiras. quédese con su trabajo de quinta.
¿Mi madre no sonreía? Yo creo esa es la razón de mi tristeza. Mami me contagió del virus de la melancolía. Yo tampoco sonreí en mi boda. Las consecuencias diferentes delimitan la tristeza de una mujer en su boda.
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Casi sin estudios yo no aspiraba más que a ganar dinero para aportar a la casa. Los Apellidos Ilustres engalanan la historia de dos en el que una se sumó a amar sin perder el estilo y las formas. A alguien que sin duda no amó. O ¿por qué no sonríe en ninguna de las fotografías de su boda? Los demás sentados, escuchando el bum bum de tu corazón.
¿Crees que mamá haya amado a ¨papi¨?
¿Acaso haz visto en alguna de sus fotos su bella sonrisa?
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Conseguí empleo en una tienda de Blancos. Ofrecían buenas comisiones, premios por altas ventas, etc. En un mes no vendí nada. Vi pendiendo sobre mí la cuchilla del despido, hice lo que he hecho a lo largo de mi vida, antes de que me corrieran me fui. Ser mediocre conlleva el valor de largarse con la frente en alto... sin un peso en la bolsa. Otro empleo para el que no nací. Tal como las estrellas me iluminan al revés, El mundo no se adaptó a mi o ¿cómo era?.
Caminando con el orgullo pegado a la suelas de los zapatos, entré a guarecer mi fracaso a la iglesia de la Plaza Santo Domingo. Paraíso de los documentos falsos. ¿Qué documento busca? yo se lo tengo en menos de cinco minutos, somos expertos.
Yo que hago de Dios el muro de mis quejas, alguna vez tuvo gran presencia en mí. Llegaba a la casa sin hablar ni una palabra. Me daba vergüenza ser un parásito en una familia trabajadora. ¡Dios si existes consígueme trabajo o muere para siempre.
Un día que decidida a entrar a la policía - Brrr me da escalocaliente recordarlo-. No hubiera durado. Manejándose como se maneja desde siempre, en el terrible campo de la corrupción con la que no comulgo, no hubiese aguantado el ambiente al que están acostumbrados los guardianes del orden.
Al otro día me fui a entrevista en las oficinas muy elegantes de una empresa dedicada al ramo de línea blanca. Conseguí trabajo de secretaria. Ni escribir a máquina sabía pero a mi nunca me ha detenido ningún obstáculo. El hambre es el punto débil de mi anatomía. No estudié para secre, igual daba. Ascendí rápidamente a Jefa de Servicio pasando por Jefa de Archivo, Jefa de Departamento del área de servicios al cliente. Siendo una excelente empleada decidí mi vida.
Aquí me bajo. Se les acabó la ¨Florecita del campito florido¨, como me decía un técnico más viejo que la costumbre de mirar por encima del hombro -algo que me sale muy natural- Don Casiano. Casi-ano.
despreciaba a quién creía inferior a mí. Claro, con mi cara de niña decente y educada me permitía ciertos ¨lujos¨ propios de la insensatez humana. Las subordinadas no tenían el valor de darme una patada en el trasero con justa razón. ¨Todos somos iguales pero habemos unos más iguales que otros¨, dice más o menos el cerdo mayor de La Rebelión en la Granja¨:
Todo este texto salido de mi cabecita loca gracias a que en esta semana hicieron para la comida, un guiso muy mexicano hecho con cebolla en rodajas delgadas, col cortada en julianas, pechuga de pollo deshebrada, guisada en caldillo de jitomate con chile chipotle. Una delicia culinaria para aquellos a quienes la cebolla no les hace ni pío, pero, a las que como yo, son melindrosas para cualquier comida es un martirio consumirla. Sobreviví un día ante la molestia de Bruno y compinches. Y es que la tinga no me entra ni con calzador,
Al día siguiente, mi papá digo Barry me dio un tremendo sermón sobre la gran suerte que es el tener comida en la mesa.
-Pus si pero ¡NO ME GUSTA LA TINGA!
No habiendo más que decir ni que comer, terminé comiendo un pan de dulce y medio plátano.
Le corto porque ya me cansé de recordar para olvidar que Barry con ojos húmedos me ha pedido muy cerquita pa´que nadie nos oyera: ámos a tomarnos algo para morirnos juntos. No quiero morir dejándote aquí. Si tú te mueres, yo me muero al día siguiente.
Así la vida es. Por lo menos la flaca no estará ahí. Ay jop.
Abur