He bautizado al entorno en que me muevo como ¨Contry Sorprais¨. Un lugar lleno de magia cuyos habitantes principales son los insectos, bichos, mininos, pájaros y alguno que otro humano.
En esa parte de la casa correspondiente al patio trasero paso la mayor parte del día. Siempre hay algo que hacer ahí tomando el sol bajo la sombra del sauce llorón y el tronco seco de un aguacate. Los momentos de mayor silencio son dedicados a observar cómo ante mi mirada las hormigas pequeñas que llegaron un día sin saber ni cómo, se han adueñado de mi país. Salieron por primera vez comandadas por el General de mil batallas cuyo cuerpo daba cuenta de lo encarnizadas que han sido sus luchas. Un gran terreno lleno de decenas de plantas de una variedad enorme de flores multicolores alzaban al sol los tiernos pétalos como pidiendo otro ratito mas.
El día que invadió lo que sería su base de operaciones, un mosquito zumbón atraído por el gran ejército que marchaba en avanzada hacia la pared cortó su alocado vuelo estrellándose en el ojo del general, probando sin querer la roja sangre de un colibrí poeta.
El general perdió el ojo izquierdo o algo así, sustituyéndolo por uno fabricado con baba de caracol pero se veía muy mono, No hay nada más falto de credibilidad que un general vestido de transparente uniforme color baba de caracol.
Pasado un tiempo lo cubrió con un parche hecho con alas de mariposa ratonera por el artífice de sueños contritos y otras amargas decepciones Josafat Kuri Chiprut. Modisto de señoras (siempre que no sean enemigas), creador de los lujosos trajes con los que el general y su linda esposa lucían en los saraos que se organizaban un día sí y el otro también.
Teniendo un atellier enorme en donde trabajaban las niñas-hormiga traídas ex profeso por Madame Cochinilla desde el sur de otro país que no es el mío.
Loa diseños eran muy cotizados por las esposas de los militares de alcurnia del Heroico Ejército de Hormigas del Patio Trasero, cuyo nombre fue dado desde el primer día que llegaron a sentar su poderío heredado de los antiguos guerreros hormiga aztecas. Era buscado de igual forma por las reinas hormiga, las amantes e hijas de ricachones fortuitos. Dueños del aire y el tiempo sobrante.
Luciendo las diversas condecoraciones y medallas ganadas porque sí. Digo en el patio trasero no hubo insecto que se les enfrentara. Luego entonces el general no tendía de qué presumir. Las arañas patonas lo respetaban porque la mera verdad tenía una cara de malo muy malo,
El general también tenía un brazo de madera hecho de un palillo de Industrias Astilla La Mancha. Perdido en una cruenta lucha a mordidas entre la reina y él. La reina era su amante ante los ojos de todos menos del de su esposa que no veía nada mas allá de su nariz. La reinita se cargaba un carácter de enchílame esta¨.
Con el uniforme lleno de arena para gatos en cuyo sitio cayó una bofetada tamaño mayúsculo dada por la reina antes de caer herida de muerte por un proyectil certero esquivando la furia de la susodicha fue a parar al fondo del arenero, momento que aprovechó el ayudante dirparándole un certero moquetazo entre cien, oreja y media madre a la fúrica reina.
Vivía de esas glorias reseñadas una y otra en las tardes de reuniones ambientadas por el cantante de ranchero Luis Pedro Quintero, cantante de moda en las tertulias diarias.
Bebiendo y brindando por los recuerdos inventados, se sumergían en los vapores del alcohol fabricado en el margen de la maceta de hojas primorosas. Baste decir que el general era afecto a las fiestas sin motivo importante. Que si llovió vamos a hacer fiesta. Que hace mucho calor hazte una fiestecita para celebrar que podían celebrar. Que si mira que tú, que si mira que yo.
Cuando descubrí al ejército de hormigas no me alarmé. Al rato se van dije para mis adentros muy quitada de la pena. Cuando volví para saber de ellas se me fue el santo al cielo. La casa estaba sitiada, Incontables hormigas marchando al ritmo ¨quítate tú para ponerme yo¨.
Tiempo más tarde observé a un grupo de hormigas, estas con uniforme de bolitas y taches saliendo de la pared del vecino inexistente. Me alarmé pero no tanto.
La vida siguió su curso en el patio trasero. El ejército empezaba a preocuparme, o sea sí pero no.
Una vez quitando las hojas marchitas de una ¨Cuna de Moisés vi que decenas de soldados vestidos con el uniforme gris Oxford (usado por los de la avanzada) danzaban alrededor de todo el patio. Habían tomado sin oponerse, esa parte de la casa. Estaban por todos lados, camuflados otros, movíanse por toda la estructura de fierro instalada como protección contra los ladrones. No contra insectos pequeños.
El Heroico Ejército del Patio Trasero sin derramar una sola víctima y sin haberse enfrentado a nadie se adueño de Contry Sorprais, el lugar exquisito inventado por mí en un sueño medicado de gotitas de alcanfor y tres sorbidas de sesos de conejo negro.
En la observancia de suyo cotidiana con gran espanto y profundo temor encuentro en el escritorio de la marmota una avanzada cuyas intenciones fueron adivinadas en un tres por dos, o seis por ocho lo que se les haga mas barato. ¡Esto ha sobrepasado los límites! gritó la mujer al tiempo que aplastaba con fuerza un atomizador con un extraño líquido amarillento.
Me iba a enfrentar a un ejército muy poderoso -pensé- de miles de insectos que nomás verlos me ha salido urticaria.
A darle que es mole de olla,
La avanzada iba ya muy lejos cuando mi cerebro de pájaro madrugador indicó que había de tomar medidas extremas,
Se rompía el diálogo entre las dos partes.
Dándoles tiempo para que se fueran de mi casa puse un ultimátum. Prometieron irse al término de la adquisición de alimentos y pertrechos. En eso había pasado el tiempo necesario para tomar por asalto y sin mesura aquella casa limpia y acogedora habitada por una mujer que creyó que hablando con las hormigas, hacerse protectora de bichos tolerando con mucha valentía y sin azotar en el piso víctima de un paro cardíaco a todo aquello sin pies ni manos arrastrándose por el piso.
Brrr pensar en ellos hace que se me encuere el chino, digo digo, que se me enchine el cuero.
Mañana mismo reúno al Grupo de los 7, para emprender la lucha. El comandante Barry gran estratega del humor y la cosquilla estaba al frente del grupo.
Provistos de guantes de látex, gafas protectoras, y un delantal viejo cada uno se colocó en las entradas donde las hormigas del Heroico Ejército del bla bla bla, encontrábanse dispuestos a acabar con los intrusos.
¡Hasta la victoria siempre!
¡Viva la doñita de pelo blanco y dientes nuevos.
¡Abajo las hormigas de azúcar!
¡Arriba nuestro comandante vitalicio, Barry del Olmo Picazo y Sánchez!
¡En Contry Sorprise no se admiten devoluciones!
¡Preparaos soldados, la lucha por el Patio Trasero ha comenzado!¡Qué escuche donde se tenga que escuchar!
¡Contry Sorprais no acepta nada que no sea libre! ¿Ni tiranos pretenciosos ni héroes de pacotilla!
¡A luchar por la justicia!
¡Viva Compi!
¡Vivan las fuerzas vivas!
¡Viva el General Juan Ignacio Brayan del Sagrado Corazón de María!
¡Viva la MaLquErida!¡Viva Enrique y sus mentiras celestiales!
¡Viva yo y la madre que me parió!
¡Burro el último!
Lo malo es que lo he imaginado, ese ejército, y me he reído, no de la doñita del patio trasero, sino de la narración gloriosa de una batalla campal, así, con ese deje de tu voz, cuajada de hormigas. Bravo por ese emosquito, por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo, Malque, eres un crack
¡Y que sea lo que dios quiera! ;)
ResponderEliminarGenial batalla la que se avecina.
Besos.
Que maravilla de relato como siempre mi adorada malquerida!
ResponderEliminarQué delicia disfrutar de poder tomar el sol, hay un mundo en cada hogar, en cada casa, en cada corazón.
ResponderEliminarBesos.
Un hermoso y simpático cuento.
ResponderEliminarTienes una mente prodigiosa.
Besos, cuídate 🌹
Te pasaste!! Magistral historia de principio a fin! Tu imaginación desborda cualquier intento de parecérsele. Eres absolutamente genial. Imagino a tu nieta escuchando esta historia, embobada por cada segundo de magia. Brevo Malque!! Aplausos y reverencias!!
ResponderEliminarQué maravilla!
ResponderEliminarAl estilo de García Márquez con tu inefable toque mágico...
Tienes entidad propia al escribir, toda mi admiración Malque!
Un beso.
Que maravilla tu relato,abrazos fuerte y a ver que pasa.
ResponderEliminarJajajajaja, pues vivan todos ellos y sobre todo tú, y también el ejercito de hormiguitas. Madre mía la que has liado en un momento. Al menos me lo he pasado muy bien y me he divertido leyéndote.
ResponderEliminarEres muy especial y única :-) :-) :-)
Abrazos
Tener recuerdos inventados me temo que los tenemos todos, o como mínimo modificados.
ResponderEliminarEl cerebro es así de gracioso.
En tu cabeza hay mil universos y todos son hermosos.
Besos.
Deberías ser la negociadora oficial de los pactos internacionales y de los próximos armisticios, sin dudas.
ResponderEliminarQué bueno volver a leerte.
Saludos,
J.
ya veo que en esta guerra no se tomaron prisioneros. ¡así debe de ser!
ResponderEliminarbesos.