Cuando Miguel llegó a la casa, Ausencia se sintió desplazada. Su reinado de niña mimada había terminado. Los padres estaban encantados con el nuevo bebé y ella pasaba a segundo plano.
No se acercó a su hermano por lo menos en seis meses. Lo veía sin verlo, ni cuando su madre la llamaba para que le acariciara. Volteaba la mirada para otro lado mientras Cirila le acariciaba la mejilla.
La reticencia al niño se fue venciendo poco a poco. Llegó el momento en que la curiosidad le ganó, despacito se acercó al que sería por siempre el hermano más apegado a ella. Dándole un beso rápido sello el camino de una hermandad que al paso del tiempo se vuelve más fuerte.
Miguel no habló hasta los cinco años. Los padres no entendían qué pasaba. Hacían toda clase de trucos para que el niño balbuceara algo, pero él sólo señalaba con su dedito de niño lindo lo que quería.
-¨Ya hablará¨- decía la abuela Candelaria que en eso de vaticinar futuros familiares nadie le ganaba.
Así pues, Cirila dio la orden de que no se le hiciera caso hasta que dijera una palabra. Su instinto de madre le decía que Miguel estaba bien pero por alguna razón no quería dejarse escuchar.
Un día una vocecita nunca oída dijo ¨Mamá¨. Desde entonces la férrea voz de Miguel no se ha dejado de oír aunque cada vez sea menos el caso que se le haga.
Su carácter pacífico no le ha traído buenas experiencias. Aún así sigue pensando que es mejor hablar antes que enfrentar los golpes.
La vida fue creciendo. Llegaron los hermanos menores haciendo de la casa un lío. Donato empezó a construir la parte de atrás porque ya no cabían. La situación económica aunque apretada ya daba para poder hacer algo.
Fue así como los hermanos menores se hicieron grandes. Los mayores empezaron a emigrar a sus propios nidos haciendo que la casa se fuera vaciando, como cuando uno despide a las visitas: ¨Adiós, que te vaya bien, que Dios te acompañe¨ y la bendición de Cirila en su mente acompañaba a sus hijos.
Cirila no hablaba mucho y en eso de dar bendiciones era más bien tímida.
Cirila no hablaba mucho y en eso de dar bendiciones era más bien tímida.
Miguel y Ausencia, dormían juntos en un pequeño catre. Abrazados cuando se querían, dándose la espalda cuando se odiaban pero siempre uno al lado de la otra.
Como en película se enfrentaron a borrachos que querían pasarse de listos con Ausencia haciendo que saliera el heroíco Miguel a defenderla con sus puños de niño valiente.
O con palurdos que querían subirlos con violencia a sus coches, haciendo que los niños pegaran la carrera hasta dónde el viento dio la vuelta.
Alguna vez, Ausencia se lamentó no haber actuado cuando el profesor Alberto le jaló la patilla a su hermano.Se disculpaba diciendo lo que los adultos le inculcaban: ¨Sea lo que hagan, a los mayores se les respeta¨.
Sintiendo un calor en la cara, Ausencia se contuvo en tirar una patada al maldito que lastimaba al niño. Lo que hizo fue acusar al maestro con Cirila quién de inmediato fue a decirle nombre y apellido al tipo que lastimó a su hijo.
En eso de defender a sus hijos, Cirila era maestra, no en balde había aprendido con once que nadie tiene derecho a pegarle a un niño... a menos que fuera su madre o su padre o los abuelos o los hermanos mayores o...
Alguna vez, Ausencia se lamentó no haber actuado cuando el profesor Alberto le jaló la patilla a su hermano.Se disculpaba diciendo lo que los adultos le inculcaban: ¨Sea lo que hagan, a los mayores se les respeta¨.
Sintiendo un calor en la cara, Ausencia se contuvo en tirar una patada al maldito que lastimaba al niño. Lo que hizo fue acusar al maestro con Cirila quién de inmediato fue a decirle nombre y apellido al tipo que lastimó a su hijo.
En eso de defender a sus hijos, Cirila era maestra, no en balde había aprendido con once que nadie tiene derecho a pegarle a un niño... a menos que fuera su madre o su padre o los abuelos o los hermanos mayores o...
Miguel y Ausencia peleaban un día si y otro también, para eso eran hermanos. Ella le pegaba en la panza. Él le jalaba los cabellos. Ella se burlaba de cuando no hablaba. Él se reía poniéndose colorado.
Él la quería. Ella también.
La vida pasa menos los recuerdos, Ausencia y Miguel crecieron hasta que el Romeo de Ausencia llegó para llevársela.
Miguel sintió alegría por su hermana, sabía que ya no estaría sola en el mundo familiar donde once almas vagaban al unísono de sus soledades.
Donato no quiso nunca que su niña consentida se casara pero él ya no decidía. Ausencia había aprendido a golpes que las mujeres también piensan.
En ese tiempo aprendió a que las mujeres por muy feas que fueran siempre encontrarán a alguien que las ame. Ella encontró a Romeo, no lo dejaría ir y lo demás valía para una pura y dos con sal.
En ese tiempo aprendió a que las mujeres por muy feas que fueran siempre encontrarán a alguien que las ame. Ella encontró a Romeo, no lo dejaría ir y lo demás valía para una pura y dos con sal.
La boda se celebró como no se celebran las bodas. Con caras tristes, un padre enojado, una madre abnegada, y unos hermanos que se alegraban en la inconsciencia de no saber qué pasaba.
Donato nunca quiso al Romeo de Ausencia, el poco tiempo que convivieron fue de soportarse pero no se hablaban a menos que fuera necesario.
La víspera de la navidad del año que no fue, Donato invitó a su hija y a Romeo a pasar las navidades con la familia. Él aceptó con la aprobación de Ausencia que lo miraba con agradecimiento. El primer paso para sellar discordias estaba dado.
Bebieron y comieron lo que había, sintiendo por primera vez que el mundo giraba a la par de su vida, eran felices como nunca lo habían sido.
No había golpes, ni caras largas, eran una familia feliz.
La madrugada del tres de enero, un manotazo en la mejilla de Cirila la hizo despertar. Donato estaba pidiendo ayuda sumido su sentir en un coágulo formado en su cabeza.
No había golpes, ni caras largas, eran una familia feliz.
La madrugada del tres de enero, un manotazo en la mejilla de Cirila la hizo despertar. Donato estaba pidiendo ayuda sumido su sentir en un coágulo formado en su cabeza.
Asustada la esposa despertó llamando a gritos a los hijos, sin saber qué hacer y viendo que su padre no reaccionaba, llamaron al médico quién ordenó de inmediato llevarlo al hospital. La base de la familia estaba agonizando.
En una cama que no era suya y con Miguel al lado, Donato se fue dejándolos a todos con los ojos huérfanos de lágrimas. La primera muerte de la familia los agarró de improviso como hace la muerte con todos. Llegar sin avisar y cortar con su filosa guadaña el hilo débil de una vida frágil y dura.
Así fue como a las tres de la mañana del tres de enero, Donato dejó de existir, cuando todo iba mejor.
*Segunda de cuatro partes creo yo.
*La imagen nada importa ya.
Hola Malque!!!! Como siempre, un placer leerte y recrearme con tus bellos escritos. Ya me dirás si lo de la publicación de los cuentos sigue hacia adelante.
ResponderEliminarTriste final el de esta parte que nos relatas, ya sabemps que "ESA" se pesenta cuando menos lo esperamos, es así de impertinente y de inoportuna. Mejor no pensar en ella. BESOS CARIÑOSOS DESDE ESPAÑA.
Muero por leer la tercera y cuarta parte... es adictivo leerte!
ResponderEliminarUn beso!
tons al donato se le acabo el contrato y no va a tener papel en las siguientes partes,...
ResponderEliminarchiaaaaa pobre donato!
xhaludos!
¡chale malque!
ResponderEliminarTenia que llegar la puta muerte a joder...
ResponderEliminar¡Está genial!
Besos y salud
La inevitable muerte...
ResponderEliminarChe DOnato, precisamente cuando todo iba mejor, surge la muerte flaca y se chuta al Donato.
ResponderEliminarOuch.
Saludos mi malque
siguele
siguele
te leo te leo.
Hola Mal!!! te deje un pequeño agradecimiento en mi blog: http://tlacotzontli.blogspot.com/2012/01/un-comienzo-o-fin-del-mundo.html
ResponderEliminarSaludos
Que excelente forma de escribir, tienes verdadero talento con las letras. Un abrazo Malque!
ResponderEliminarMalQue esta historia, de la vida (y entre lineas es arrasadora) y de sus cosas, subidas y bajadas.
ResponderEliminarMe gusta, me encanta, porque aunque es la segunda parte ya tengo la idea del futuro de algunos personajes.
Abrazo y saludo y beso!
interesante historia. tienes enganchado a ella a este pirata. un beso.
ResponderEliminarWow esto es una breve novela, que buen estilo! Me ha gustado, me has recordado mucho a I. Allende que narra las cosas con una naturalidad como la tuya. Me hiciste recordar una escena familiar entre Miguel y Ausencia, solo que en mi familia, mi abuela me cuenta que un buen dia ella conversaba con mi madre y Connie (mi hermana) apareció en la sala gritándole a mi madre, Bertha esta llorando tu hijo!! Mientras señalaba con su manito en dirección a la sala. Se que le costo acostumbrarse a mi presencia, pero al igual que Miguel Yo adoro a mi hermana!!
ResponderEliminarme dejo super enganchanda!!!! Señora salio hermosa en la foto....
ResponderEliminarIntrigado estoy con la tercera parte.
ResponderEliminarUn saludo.
http://areku-desingblog.blogspot.com/
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Malque!!! me acuerdo tanto cuando "empezamos aqui" tu y yo nos costo... mostrarnos de cara al mundo
ResponderEliminar... la vida es dura
pero a vces no es resignacion vivirla
hay que darle la cara.
TQ
Te sigo leyendo atentamente, mi Flor. Creo que esta historia, es una de la más bonitas que te he leído. Me fascina el clima que has logrado plasmar. La dinámica de esa familia es fenomenal.
ResponderEliminarTe sigo, mi linda amiga!
Un beso enormísimo!