Tercera parte, la mitad de lo que no será.
El día que Donato falleció, la familia no supo qué hacer. Reunidos en la sala hablaban sobre los pasos a dar. Todos coincidían en una cosa, eran familia y se ayudarían.
Las palabras son como golondrinas, se van cada tanto sin dejar huella, cuando regresan ya no son las mismas. Ya no significan igual.
Golondrinas desplumadas con alas rotas y cansadas de volar.
Donato se veló en la sala con decenas de cirios y flores puestas en botes de pintura acondicionados de floreros.
Él era un Apellido Ilustre.
La gente que conoció a sus antepasados llegaron a dar el pésame a Cirila quién lo que quería era que la dejaran sola para pensar quién iba a manejar su vida. De costumbres arcaicas, Cirila había sido educada para obedecer al hombre que la había hecho su esposa. El mismo que dentro de un ataúd gris, veía todo sin saber qué había sucedido.
Donato muerto, a tres palmos de su cuerpo veía lo que pasaba sin entender. Se tallaba los ojos, gritaba en el oído de Cirila para que viera que estaba ahí. Jaló de la camisa a Miguel sin lograr siquiera moverlo.
Regañó a los gemelos, lanzó gritos en cada sitio de la casa pero nadie lo escuchó, la piedra de la realidad le dio con todo. Donato se vio muerto y dejó caer los brazos rendido, dejando que las lágrimas que nunca lloró, salieran sin respiro.
Mesándose los cabellos, comenzó a dejar trozos de recuerdos en las paredes de la casa. Puso sombras en la puerta de la sala para que de cuanto en cuanto vieran que él no se había ido del todo.
En la puerta de la entrada grabó el silbido con el que anunciaba su llegada y sin más lanzando un grito de desesperación se perdió en los rincones de las noche bruna del olvido.
Ausencia sentada en un rincón con falda roja y suéter de algodón pensaba en el bebé que traía dentro y al que su padre no conocería.
Romeo llegó para dar un abrazo fuerte a quien de ahí en adelante sería su protegida. La querría más que a ninguna, dando el todo por ella: Ausencia sería desde ese día la responsabilidad de un hombre que no conoció el amor a su lado.
Ausencia dejó de existir en el mundo terrenal. Con un hijo en su vientre, cerró sus puertas a la alegría de vivir.
Lo que sucedió después pocos lo recuerdan. Hablaban y decían que los pequeños seguirían estudiando ayudados por los mayores. Tratarían de que todo siguiera igual sin entender que después de la muerte del padre ya nada volvería a ser lo que fue.
Miguel fue el más afectado, cayó sobre él la responsabilidad de cuidar de su madre y sus hermanos menores.
Cirila no hablaba, de un día a otro le cambió la vida. Sin saber qué hacer, se sintió como nube antes de ser agua. Recogió los pedazos de su vida, comenzando a ser dueña de si misma.
Metió los retazos en una bolsa de papel. La guardó en el lugar prohibido a los niños tocar: La estufa, sitio en el que guardaban lo que no querían que nadie viera.
Sentada con su chal negro cerró los ojos acurrucada esperando que le dijeran que todo era un mal sueño. Ahí quieta, solita quedó dormida como gorrión desvalido.
Miguel se volvió más apegado a su madre. La cuidaba y amaba como sólo los hijos saben amar.
Un día extraño en que la vida no va como debiera, Cirila se soñó en un parque con once globos de colores atados a un cordel en su mano.
Alzó la vista, vio como cada uno se desataba y emprendía el vuelo hacía su destino, sin poder ella hacer nada, más que lanzar un suspiro sin remitente.
Los globos de colores se perdieron en el camino a un cielo azul. Algunos volaron muy alto pero cayeron tan pronto como subieron azotando contra el frío suelo de la realidad.
Otros fueron más despacio. Algunos más atoraron su cuerda en el poste de la vida tranquila.
Otros más... dejaron su huella en el aire.
Y la vida camino despacio pasando cuatro años en el que Cirila después de una semana en el hospital, moriría del mismo modo que Donato, un coágulo en el cerebro le quitó la oportunidad de abrazar a los nietos que ya no vio.
Los hijos después de llorar a su madre se enfrentaron a algo en lo que nadie pensó: Sus padres murieron intestados, dejando tras de si una casa que fuera para el que más la necesitara.
Así fue al principio hasta que la vida enseñó que entre escoger lo bueno y lo malo, unos prefieren vivir.
sabes que carnala,...
ResponderEliminarme wa esperar a que termines de escribir las cuatro partes y uno de esos dias me lo chuto completo (sin albur)
xhaludos!
Qué buen relato sobre lo que acontece alrededor de la muerte de alguien, la angustia que pasa por la cabeza de cada familiar y las penas que se agolpan en la mente de los que ya no son, muy poético y a la vez triste, el final me ha encantado, porque así debería de ser tomada la ausencia de los seres queridos, no como a veces se da, en donde los sobrevivientes se pelean a sangre la herencia :(
ResponderEliminarVan apapachos Malque ;)
A final de cuentas, la familia siempre será familia...
ResponderEliminarSaludos
el morir ganancia es para quien vivió con todo.
ResponderEliminarAbrazo.
Si mueren juntos es una bendición, si uno parte antes que el otro, quien se queda sufre...
ResponderEliminarGracias por compartir tantas historias lindas... y la cuarta parte???
Beso!
El drama prosigue duramente, sin pausa, quizá la historia tenga sol y alegría en algún momento...
ResponderEliminarBesos y salud
En serio, mi Malque... tienes un talento sublime, qué otra cosa puedo decir.
ResponderEliminarsaluos!!
a veces suceden hechos extraordinarios que cambian la vida de una familia, pero en la mayoría de las veces -y en estos casos- los hijos sólo siguen casi la misma vida que tuvieron sus padres sin mucha variación. un beso.
ResponderEliminarPensnado, asi me dejas con estas partes y creo que al final el aprendizaje sera mucho.
ResponderEliminarchale, leerte así me da el bajón, pero me gusta... porfa nunca dejes de escribir va?
ResponderEliminarsaludos malque, abracito a Donato y Cirila
Triste, pero estupendo relato.
ResponderEliminarUn saludo.
http://areku-desingblog.blogspot.com/
http://www.brushartdesigns.es/
estàs triste???
ResponderEliminarte mando un beso enorme malque...
Mas tarda en prometer que en olvidar sus promesas. Las palabras son aire y la brisa de la indiferencia los mata.
ResponderEliminarBesos
morir es facil, hacer vida es lo dificil
ResponderEliminar