Algunas personas muertas en la realidad vuelven a fallecer en sueños sin razón aparente. Estrecha de memoria los dejo pasar. La hora de soltar lastres pasó mucho tiempo ha. Mi barquito ha tomado rumbo. Despierta y dormida mi alma -si es que existe- descansa en el otrora ayer de mi juventud.
Desecho temores. Guardo un poco de complejos. Sin ellos pierdo mi esencia. Flagelo de tres puntas para azotar las carnes cuando la soberbia lo amerite. No es ser mi propia víctima, es para recordar que por ellos existo según mis convicciones. Nada he de preguntar lo que nadie puede contestar. Los que se fueron no han de regresar a despejar dudas vanas. Los que quedan prefieren olvidar lo que nadie contó.
Pasajera de la vida. Tren de la discordia. Me subo en el tercer vagón. El mío es de la suerte. Quimeras llevándome por caminos desconocidos. Labios delgados partió en el tren del ayer. Legado de vida que no me corresponde heredar a nadie. Desahuciada de la alegría me cobijo bajo el manto de risas ajenas.
Escribo lo que de mí entiendo. Compleja la suerte de ser yo. Y sin embargo tres puntos suspensivos lo ameritan. Desafiando el inexpugnable cerebro todo ha cambiado.
Sorbos de aire me mantienen viva. Imberbe otoño hace cavilar la vida que va volando en las nubes de algodón profano.
(Cada día te entiendo menos,
Los errores corregidos son verdades borrosas.
La cabeza semivacía no da pauta para albergar sinrazones. No pesan los pecados no cometidos ni el blondo pelo caído a mis pies. El daño es sin reparación. Mi memoria es libre de equívocos ajenos. Cargo lo mío en el bolso de mano. Ni tanto que fuera que en él no quepa. Los enojos con la vida están en agonía. Soy feliz dentro de la propia infelicidad. (Ríete anda, hazlo por mí).
Dalila cortó la alborotada melena. Barrió con la escoba de bruja el pelo característico. Mi sello personal fue a dar al bote de la basura. Pequeño Goliat dime a qué le temes. De quién te escondes.
Alza la cara, de mi no te espantes.
Soy incapaz de hacer daño a nadie.
Los limones de suyo amargo sirven también para preparar un agua refrescante. Digamos que soy un limón sin vanaglorias ni exquisitas presunciones. Sin herir el ego a veces creo conocer la razón de estar en este mundo. ¿Por qué no hablas así en la vida real?
Confórmate con que hable.
No pidas peras al olmo.
Pasajera de la vida. Tren de la discordia. Me subo en el tercer vagón. El mío es de la suerte. Quimeras llevándome por caminos desconocidos. Labios delgados partió en el tren del ayer. Legado de vida que no me corresponde heredar a nadie. Desahuciada de la alegría me cobijo bajo el manto de risas ajenas.
Escribo lo que de mí entiendo. Compleja la suerte de ser yo. Y sin embargo tres puntos suspensivos lo ameritan. Desafiando el inexpugnable cerebro todo ha cambiado.
Sorbos de aire me mantienen viva. Imberbe otoño hace cavilar la vida que va volando en las nubes de algodón profano.
De vez en cuando trágate el orgullo y come un poco de humildad.
Te sentará bien.
El tiempo me ha dejado en el sillón de la marmota para descansar el vuelo. Tocando tierra firme deseo que mañana sea como ayer. Porque ya lo conocí quiero vivirlo de tal forma que mis pies conozcan el camino sin ostentar heridas. Pies sanos. Pies firmes. Pies sin huella.
El tiempo me ha dejado en el sillón de la marmota para descansar el vuelo. Tocando tierra firme deseo que mañana sea como ayer. Porque ya lo conocí quiero vivirlo de tal forma que mis pies conozcan el camino sin ostentar heridas. Pies sanos. Pies firmes. Pies sin huella.
Del futuro que alguien se encargue.
El destino juega a la par del que se deje.
Alegoría de lágrimas sin fin.
Que de esto escribo.
(Cada día te entiendo menos,
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La titular de este blog, dama exquisita, dueña de su mente pero no de su cuerpo agradece la visita a este refugio de chilanga triste.
la MaLquEridA