Uno puede andar por ahí olisqueando resquemores para salir de los vicios.
Uno anda sin tiento acaparando suspiros en las madrugadas de romances furtivos. Abandonando el lecho ajeno acompañado de las sombras cómplices escondidas en las paredes.
A fuerza de retratar engaños se camuflan en las manchas de los espejos sin magia. Los árboles sueltan en las noches susurros escondidos. Hojas amantes acariciándose de tanto tenerse cerca. Los vientos sin menoscabo arrancan con delicadeza inminente los nidos de pájaros de alas sin madurar, salpicadas de vellos blancos, autómatas sin gracia escandalizan el entorno frío.
Uno puede andar calentando lechos ajenos, acariciando cuerpos anónimos, mascullando los 'te amo' sin dueño. Tiene la noche un árbol enmarañado de sorpresas cristalinas, aguas encharcadas en las orillas del deseo. Sentimiento sin pertenencia pa' poder salir airoso de cualquier nombre equivocado.
Qué dicen de quién se inmiscuye en los albores de una noche profana llena de besos de barro. Boca sedienta, ánimo ardiente. Confitura de orgasmos irresolutos. Placeres solidarios, manos curiosas, perfume de noche tibia. Las flores enmarcan los sacrilegios de un amor prohibido.
Quien quiera puede, quien puede no quiere. Risas sardónicas de los hipócritas dadores de rosas rojas. Ramos siniestros ocultando embelesos dispares. Quién soy yo para decirte lo que siento. Qué tienes tú que a mí me pertenezca. Ejemplificando lunas someras con oscuridades fortuitas.
La vida no te trajo al lugar donde estás. Eres tú con tus acciones quien llegó con las manos vacías y perdones sepultados en el fondo del bolsillo del pantalón a este sitio al que ya no perteneces.
Nadie sabe nada de nada. Ocultismo perfecto. Onanismo sin pruebas.
Soy responsable de lo que escribo no de lo que de ello pienses.
Aparca de este lado donde los sueños siguen vivos, donde las mentiras no florecen. Donde los ríos siguen el cauce normal. Donde la moral no se mancha con perjuicios ni comentarios baratos de aquellos que tienen la costumbre de lanzar la primera piedra.
El mundo es de los audaces y de los asesores de mentiras y de otros también Aquí no se excluye a nadie.
Capítulo final.
Nadie sabe nada de nada.
ResponderEliminarEso sí que lo sé aunque sea paradójico.
Todo lo que en un momento pareció indiscutible pasado el tiempo deja de serlo.
Mejor no pontificar y vivir con el corazón.
Besos.
Es difícil que los sueños sigan vivos a veces, cuando la adversidad los mata.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso de "soy responsable de lo que escribo, no de lo que de ello pienses" me parece magistral. Habría muchos lectores, de esos que se la cogen con papel de fumar, que deberían aplicárselo.
ResponderEliminarBesos.
Me parece una reflexión en voz alta más que interesante. Los sueños hay que aparcarlos a veces, al lado del camino, pero seguir caminando.
ResponderEliminarUn abrazo.
un texto donde el verbo amar en todas sus conjugaciones siempre es mencionado y parece estar siempre presente en realidad hace rato que se ha ido de paseo brillando por su ausencia.
ResponderEliminarbesos
Realmente vivimos unas circunstancias horribles y tratamos de evadirnos de ellas como podemos. Son malos tiempos.
ResponderEliminarAbraxos