Dicen que todo es mentira, que fue creado para desestabilizar -o estabilizar- la economía mundial. Dicen que fue creado para acabar con los viejos porque no aportan nada y son un gasto inútil. Dicen que fue creado para generar nuevas formas de trabajo, menos gente más máquinas. Dicen que fue creado para con el confinamiento darle un respiro al mundo que está a tres de desaparecer. Dicen que Estados Unidos lo creó para detener a China en su paso a ser la primera potencia mundial, puesto perenne de los estadounidenses.
A saber qué mente diabólica lo creó, pero sobretodo que le salga a la perfección.
Casi todo el mundo está en cuarentena. Hospitales colapsados, muertos y muertos y más muertos.
Sea como fuere, el mundo está cambiando. Cuando la pandemia pase, nada volverá a ser igual. Habrá más desempleo, falta de oportunidades, abaratamiento de la mano de obra.
Estamos viviendo la época del miedo. Miedo a contagiarse, miedo a caer enfermo, miedo a morir lejos de la familia, miedo atroz. Y el miedo hace esclava a la humanidad. Pocos rebeldes salen a enfrentar las circunstancias sin temor a enfermarse. De algo habremos de morir.
Llevamos casi cuarenta días confinados en nuestras casas. En mi país posiblemente se levante el confinamiento los primeros días de junio, todavía no lo sabemos.
Los niños no van a la escuela, toman clases en casa mientras los padres trabajan a través de la computadora. Dicen que esa será la próxima forma de vida mundial. El tiempo lo dirá.
Por si las moscas, hay que darle duro a lo que hay, puede ser lo último que hagamos en el estilo de vida que llevábamos desde sepa la bola cuando.
Soplan malos tiempos en la primavera de los olvidados.
Todo cambiará, incluso nosotros.
Las máquinas nos regirán. Serán los amos del universo. Habrá menos sentimientos, más frialdad. No me gusta eso porque de por sí no veo los ojos de mi familia debido a que siempre están en el celular o la computadora. Se acabarán de tanto mirar sin mirar. Quizás por eso están muriendo los viejos para que no haya conexión con los viejos tiempos. Los niños de hoy nacen sabiendo de botones y tal. Soy testigo fiel de ello por mi nieta quien me deja perpleja que a su corta edad sepa tanto de mover aparatejos modernos.
La vida va, trepémonos al vehículo de la modernidad, digo, si es que seguimos vivos los ancianos Chance no lleguemos a ver de nuevo la simpleza de la vida como cuando platicábamos con personas y no con aparatos.
Esto será después que termine La primavera de los confinados.
Click!
ahora todo nos parece de un tremendismo total pero cuando todo esto pase -porque al final siempre todo pasa- la gente lo olvidará -al igual que toditas sus teorías conspirativas- y volverá a lo mismo de siempre.
ResponderEliminarbesos.
Nada volverá a ser igual.
ResponderEliminarLo dices, lo dije y lo vuelvo a decir.
Tendremos que adaptarnos a lo que venga y seguir luchando por un mundo mejor pero nunca rendirnos ante los que quieren controlarnos, silenciarnos y esclavizarnos.
Debería ser el momento para exigir un mundo mejor, a través de voluntades mundiales que se atrevan a cambiar una sociedad que va al traste. El culto a la moneda no puede seguir dándose. Es lo que se quiebra. LO humano, el otro, la alteridad deben volver. DE lo contrario, seguiremos camino del precipicio. Pero lo cierto, es que el miedo nos ha confinado.....UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarEstamos desquiciados por estar confinados. Yo no sé quien habrá inventado este virus. Tal vez se escapó de otro planeta en un trozo de astro que cayó a la tierra. Seguro que con el tiempo se sabrá. Esperemos que pronto vuelva la nueva normalidad. que digo yo si es nueva no es normal.
ResponderEliminarLos pequeños ya nacen con un teléfono móvil o aparato bajo en brazo. Creo que es quien primero les da la primera caricia.
Abrazossss. Cuídate mucho
Esos abrazos de la familia se extrañan en el alma, no veo a mi madre en semanas, pero me da paz saber que ella está segura en casa. Creo que lo que nos queda es apoyarnos, es parte de la adaptación, después del encierro no dejarnos caer, habrá tanta necesidad que si uno puede echar una mano a otro, pues a darle qué es mole de olla, ¿apoco no? Y sobre el encierro, pues en Tijuana ya nos dijeron que si las cosas no van bien, a lo mejor y nos quedamos ''guardaditos'' hasta agosto... Más abrazos mi Malquerida!!
ResponderEliminarLo más duro son los abrazos aplazados, y ese miedo, mejor incertidumbre, de qué tanto tendremos que cambiar tras este virus, sea de manipulación artificial o natural de uno ya conocido en otras especies.
ResponderEliminarTranquilidad, iremos viendo, ánimos para seguir teniendo fe y esperanza en que todo irá bien. Un abrazo grande. Cuidate mucho.
Lo veo igual que tú.
ResponderEliminarMiedos y más miedos, ese será el futuro.
Bueno, al menos algunos pudimos vivir otro mundo mejor.
Me sabe muy mal por la gente joven... de esta algún día saldremos, del cambio climático, no.
Besos.
Es una cura de humildad de la que deberíamos sacar muchas conclusiones, aunque no estoy nada convencido de que así suceda. Si podemos volver a las andadas, volveremos. La memoria es muy frágil cuando no interesa recordar. "Interesar" viene de "interés".
ResponderEliminarBesos.
Nosotros ya nos quejábamos de las prisas en nuestra vida laboral y ahora viene el aislamiento en casa para ser más efectivos y causar el menor gasto corporativo posible. No me gustan los tiempos que vienen.
ResponderEliminarBesos.
me encantas tenés un blog que me fascina leer
ResponderEliminarun abrazo mujer especial
Nosotros ya estamos cambiando y hemos cambiado...
ResponderEliminarAbrazos.
Pues que todo cambie o que siga igual pero, por favor, Tú no cambies. Un beso.
ResponderEliminarEl problema no es que cambie el mundo, sino que la humanidad no quiere hacerlo al mismo ritmo.
ResponderEliminarSaludos y mucha suerte,
J.
La primavera de los confinados, y ese "click", resume esta época de miedo y más miedo.
ResponderEliminarBuena oportunidad para manejar al rebaño.
Un beso, Malque.
Dicen tanto, Malque, ya veremos, se verá.
ResponderEliminarEl tiempo lo dirá, sí.
Un beso muy grande, querida Malque.
Una utopía sería, para contrarrestar el despeñadero al que vamos por la competencia brutal y la producción sin freno, irracional, que volviéramos al concepto de aldea, aldeas dentro de la ciudad...pero qué bah¿ es una distopía. Un abrazo desde mi confinamiento en Colombia. Carlos.
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