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jueves, 30 de abril de 2015

Una hermosa y espigada señorita

Esperen niñitos que me leen. Ya saben que tengo un miedo recurrente a que digan que estoy loca, ¿no? Si no lo sabían, ahora se están enterando. Loca de remate, de camisa de fuerza y así.
También saben -si es que se les queda lo que escribo- que voy a terapia desde hace casi un año.

Miren, hace poco se me vino una idea a la cabeza. Se me ocurrió que nunca voy a dejar de ir a las sesiones porque siempre habrá un pasado que aclarar. 
Todo lo que haga será sujeto a análisis, de esa manera podré encontrar en la penumbra abyecta de un pasado que no debió suceder lo que me hace ser hoy.


Y es que fíjense, antes de la competencia no podía dormir porque ya saben que tengo los insomnios doblemente despiertos, entonces hagan de cuenta que una madrugada como que se prendió una luz en mi cerebro dejando ver una cosa muy requetearchicontrafea. Paranoia pura. 

Pensé que mi psicóloga favorita se confabulaba con Laura para recluirme en la casa de la risa. Suena espantoso pero lo jurito por dios que así lo vi aquella madrugada.
La señorita médica me quiere mucho -lo demuestra en cada sesión- pero su trabajo es su trabajo y si dijera que tengo alborotada la sesera ¿quién pondrá en duda su dicho?

¿Qué hice en ese amanecer tortuoso?

Primero se me puso la carne de gallina, se me erizaron las rastas y los ojos se abrieron cual platos llanos. Luego sacudí la cabeza para espantar esa idea espeluznante -brrr- e intenté seguir durmiendo.

Por la mañanita, dado que no tuve terapia me puse a platicar con Laura por whatsapp. Antes de decirle nada le hice prometer que nunca, jamás de los jamases pemitiera que me encerraran. Preguntó quién quería hacerlo. Contesté que nadie -esa es la verdad- pero por si las moscas, si un día en que sea más rara de lo que soy no me reconociera, me de un poco de tiempo para encontrarme antes de hacer una barbaridad.

Lo que pasa que a veces me sublevo a la razón y actúo como gente normal pero es parte de la cordura bipolar que arrastro desde tiempos inmemoriales. Lapsus estupidus de una señora muy aseñorada. 

Después de hacerle prometer so pena de no volver a hablarle, Laura aceptó por la sencilla razón que soy su madre.

A Barry -quién me conoce hasta la forma de soñar- le pregunté si aceptaría encerrarme en el maniquiur en dado el caso. Dijo que no pero... 
Ese pero me hizo ruido en el cerebro. 
-Puedes hacerte daño si te pones loca- dijo.
¡WTF!

Barry de mis entretelas no confío.

Puede que en la próxima terapia le cuente a la psicóloga lo que se me vino a la mente pero ¿y qué tal si yo misma comienzo a cavar mi propia tumba?
Si no se lo digo comenzaré -como dije antes- a ocultarle cosas. Me enredaré en los vericuetos de mi desinformación. Adiós Nicanor, lléguele directito y sin escalas al manicomio.

¿No les parece que es muy complicado ser loca y parecer normal? No me contesten. Mejor ya no lo voy a decir porque ¿qué tal y se haga realidad?

Por si las recochinas dudas y si algún día una hermosa, alta y espigada señorita les pregunta por mi, digan que no me conocen. Niéguenme las veces que sean que para eso somos amigos. (Shhh, no digan cosas feas de ella porque me lee en ocasiones). Ojalá hoy no, pero es que tenía que contarlo para que no suceda.

Yo mientras voy a tomarme la pastilla amasalocos, no vaya a ser el diablo y pase lo que en Caborca.

Abur


















martes, 28 de abril de 2015

Si si si, estoy borracha






¿Por qué tus tenis están viejitos? preguntó Natalia.

Me quedé viendo mis tenis. Caray es verdad que están viejitos, ya tienen tres años. Virgen del amor hermoso como dice Emilio, como ha pasado el tiempo.

Laura me los compró en el centro de la ciudad. Los usé en la primera participación en la carrera-caminata. Bruno me compró el pants y la chamarra. Barry la playera. Ah no, la playera me la dio la asociación, igual que el domingo. La gorra sepasumadre quién me la compró, creo que Laura. Ya ni me acuerdo.

Si fuera la de antes no me habría permitido correr con los mismos tenis del año pasado mucho menos con los de hace dos años pero la vida cambia y yo también.
Dejó de ser importante estrenar ajuar completo. Outfit como digo cuando quiero parecer muy nice. Lo verdaderamente importante es sentirme cómoda. 
Estoy cómoda usando blusitas autóctonas -muy frescas pa´ la calor dirían en mi pueblo- y pantaloncitos tan sin embargo. Mi estilo de siempre. Si me extraviara -dios no lo quiera- me hallarían fácil.

En la locura de la vejez que me asalta, hice a mi pelo cuasi largo según yo, la tortura de tres rastas. Están dispersas en mi cabeza de chorlito. Gracias a ellas no me puedo peinar. Igual nunca lo hago. Sacudo mi pelo gris que ya no rubio y dejo que se acomode para ningún lado. 

Tengo un amigo que dice que me imagina como una cantante viejita y famosa, que colgó los tenis hace poco. Soy pero región cuatro o cinco. Pónganle el número que quieran. Uno se puede imaginar a sus amigos como se nos da la gana que para eso uno es dueño de sí mismo.

Me falta fumar puro y cantar con voz aguardentosa. Ah y ser famosa. Bebo tequila sin hacer gestos, digo muchas groserías -menos frente a La Bella- tengo un poncho viejo que no uso porque hace un calor de todos los diablos. Me gusta Sabina. Fumo mariguana, nocierto, nomás cuando me siento valiente pero no le digan a nadie porque aquí no es legal fumar la yerbita sanadora.

Me siento bien así.

¿Y por qué estoy contando todo esto si yo quería presumir mi medalla? npi.

Con esta llevo cuatro y las que faltan. Seguiré participando en esas competencias aunque sea arrastrándome como lombriz pero allí voy a estar dando guerra a las flacas y a las gordas.

Estoy embriagada de placer. No puedo olvidar lo que sentí cuando Salvador me colgó la medalla. Ah y me dio un beso y un abrazo y nos tomamos fotos y me dijo que escribo muy bonito y se sonrió conmigo y ya no me da pena hablarle y...

Estoy borracha de triunfo.
















lunes, 27 de abril de 2015

Turbo


Ahí estoy pero no me veo. ¿Vale como prueba? :D)


(Corre MaLquEridA corre)


... ahí fue donde me di cuenta que estaba compitiendo conmigo misma. Soy un rival duro de vencer la verdad sea dicha incluso para mi. Soy mi peor enemigo.

El caso es que ayer participé en la 6a. carrera de Pasos Lentos.

Elegida la categoría me coloqué en el lugar de salida. No quise que corriera nadie de mi familia conmigo (algunos parkinsonianos corren con sus cuidadores). En el último momento y sin pensarlo opté por participar sin cuidador. Ni siquiera quise llevarme el bastón. Era yo contra mi, los demás no existían en ese momento.

En la primera vuelta iba sin expectativas. Aplicaba sin querer esa estúpida frase de ¨No importa ganar, lo que vale es competir¨. Absurdo de lo absurdo. ¿Si no vas a ganar pa´qué chingados participas?. Eso pienso.

A la segunda vuelta empezaba a tomar conciencia de lo que pasaba alrededor. Evitaba mirar a la gente, por si no lo saben, los parkinsonianos podemos inconscientes caminar con naturalidad como si fuésemos dueños del mundo pero si vemos que alguien nos mira ¡mocos! nos convertimos ipso facto en estatuas. Los pies no obedecen, no hay manera de seguir la vida. Bueno si pero cuesta trabajo reanudar la marcha. 

En la tercera vuelta vi que una flaquita (lo digo con cariño por si acaso me lee) y una gordita (igual digo por si las moscas) iban compitiendo entre ellas. Yo era una sombra a su lado. Ni siquiera me veían.

Pensaba que por lo menos llegaría entre los tres primeros lugares. Algo es algo porque iba mermada de las piernitas por la vuelta que dimos todos para que la gente sepa que los parkinsonianos existimos pero, no hay disculpa, todas estábamos igual de cansados. 

En este país somos invisibles para las autoridades de salud sobretodo que ponen muchas trabas para promocionar eventos como la Carrera de Pasos Lentos.

En todo ese tiempo miraba de soslayo a Bruno que corría en la lateral animándome. Escuchaba los ¨Vamos mamᨠde Laura, los aplausos de Barry. Veía a Antonio tomándome fotos y a Pogh echando porras.
No mamen, yo estaba compitiendo. Yo Flor de María MaLquEridA Almaraz, me estaba poniendo a prueba el puto destino.

En la última vuelta vi que la distancia entre la flaquita, la gordita y yo se estaba acrecentando. Dije entre mi: Ah chinga ¿a poco me van a ganar?

No sé qué me pasó. De pronto empecé a oír clarito los ánimos de mi familia. Por arte de magia algo despertó en mi que me hizo liberarme de miedos y lastres sin razón. Fui libre. El plomo que cargaban mis pies se esfumó. Mi cuerpo de robot fue tan liviano como siempre he querido y la cabeza en su cotidiano si si si estaba a mi disposición. ¡Fui dueña de mi por unos instantes! Dios a veces creo en ti.

Metí turbo -dice Bruno- apreté el paso y que me chingo a la flaquita y a la gordita que nunca repararon en una pequeñita que les ganó la victoria. Hasta ahorita se han de estar preguntando de dónde diablos salí.

Llegué a la meta ¡Si señor! esta pinche vieja quejumbrosa llegó en primer lugar. 

Quise levantar los brazos como lo hacen los ganadores pero ¡maldita sea! me dio pena. Me quedé paralizada sin saber qué hacer en la meta. 
Traigo tatuada la derrota, lo mio no es ganar por consiguiente no supe qué hacer con el triunfo en mis manos. Perdiéndome en los laberintos de mis desvaríos esperé a que alguien me rescatara de la mirada complaciente de todos. Dios mio me vieron todos y yo mirando el suelo.

Entonces Laura, para siempre Laura apareció ante mi con su bella sonrisa y sus brazos abiertos. Me aferré a ella y de inmediato sentí como mi familia se unía a mi alrededor en un abrazo grupal. La familia oso me apretujó en su pecho. 

Después me dieron nuestra medalla -no la gané sólo yo sino toda mi familia. Sin ellos soy un barco a la deriva- comimos, bebimos y fuimos felices.

Me felicitaron muchos -está bien, no muchos pero si algunos que valoro en el alma- de Los Apellidos Ilustres, amigos de Laura y gente que sé que me lee gracias a que ella comparte algunas de mis vivencias en facebook.

Y ya, es todo. Flor de María MaLquEridA Almaraz triunfó en algo. 

Chdo ¿no?


















lunes, 13 de abril de 2015

Tranquila, no pasa nada

Como no sé explicar lo que está ocurriendo con Barry porque además muchos no saben a quien me refiero cuando lo nombro y antes de ser grosera prefiero poner tierra de por medio. Tampoco es que sea obligación saberlo.

Mis comentarios ácidos, la sinceridad hiriente con la que luego me expreso dañan a personas que no conocen mi humor negro ni entienden la tristeza castrante -signo inequívoco del blog- con las que se ha llenado este diario imaginario, por tanto he decidido por nosécuanto tiempo cerrar el blog.
Me despido en atención a todos aquellos que se han detenido por un momento a leerme. A los que no pus no porque no saben que existo, blah.
A los amigos no tengo que explicarles nada porque ya me conocen y saben de qué pie cojeo y no nos andamos con mamarrachadas. Igual al rato me arrepiento y regreso como ha ocurrido otras veces. 

Hoy es lo único que se me ocurre para poder disponer de tiempo para resolver lo que ocurre de este lado del monitor.

Voy a inhabilitar los comentarios, algo que siempre me ha parecido una falta de respeto para el lector porque si no quiero que opinen pues no saco a ventilar mi vida privada ni escribo nada.
Esta vez lo haré porque no puedo ni tengo tiempo ni cabeza para leer blogs ni para comentar sin que se exteriorice en ellos lo que está pasando. Puedo ser enojona pero no irrespetuosa.

Tampoco quiero que me digan que dios y sus pruebas y lo que somos capaces de aguantar y la fe y  la chingada y bla bla bla. Me estoy poniendo grosera, mejor me voy.

Dejar de escribir es empezar  a morir. Yo no me voy a morir -bueno si pero no sé cuándo- y hoy dejo de escribir. Igual no sé pierde nada con que lo haga, soy una más en este mundo virtual. Una más siempre será una depresiva menos.

Sean lo que quieran ser, si felices o no es su problema.

Entonces, muchas gracias, hasta luego.














domingo, 12 de abril de 2015

Básicamente es cuestión de suerte*

Situémonos en el peor de los escenarios, Barry enfermo y yo sin poder moverme. ¿Quién chingados cuidará de nosotros? Laura cuida de mi pero no podría cuidarnos a los dos, ¿Separarnos? Olvídalo, Barry y yo somos uno. Nadie puede separar el corazón de la mente y seguir vivo. Digan lo que digan.

Mi independencia termina al cruzar la puerta. La libertad es una utopía para las mentes sensibles y descabelladas. Yo soy libre hasta el momento que mis pies dejan de moverse, entonces me convierto en todo eso que no soy.
Toda esa palabrería sosa y fútil no sirve de nada para quien todo lo tiene incluso la libertad desgarrada en sus días cotidianos de robots sin rumbo. No eres libre sólo por el hecho de caminar por la calle.
Soy libre en imaginación pero al abrir los ojos el mundo es tan real como no se puede creer.

En el peor de los escenarios Barry y yo tendríamos que vérnoslas solos, cosa que no ocurrirá porque tuvimos la fortuna de criar a dos seres humanos que no nos dejaran al garete pero no es justo para ellos. No es justo para nadie estar enfermo. 
La libertad y la justicia se convierten en palabras nomás carentes de sentido. Nadie conoce realmente el sentido de libertad y justicia cuando se está atado a un frasco de medicina.
Hay momentos en la vida en que uno llega al punto en que todo vale madre.

Pero...

¿Y la vida de Laura? ¿Sus planes y ambiciones? ¡Qué derecho tenemos de coartar nosotros sus padres sus proyectos de vida?

Un bulto a veces soy. Un bulto malhumorado.

Dijeron ayer en la película El camino de Larry* que habla sobre un hombre a quien el puto parkinson no lo ha detenido: Tener parkinson u otra enfermedad degenerativa es básicamente cuestión de suerte.

Este es el peor escenario al que nos podremos enfrentar. En tanto -crucemos los dedos- hagamos de este día una razón para sonreír con todo y lágrimas en esos ojos tan tuyos que de tanto mirar ya no miran.



Cuestión de suerte.













sábado, 11 de abril de 2015

Hay días...

Se trata de actuar, de no dejar que la vida nos sorprenda, no hay tiempo para ello.
Esta vez hay que cambiar nuestro destino. Igual lo tengo aprendido, por mucho que queramos,
el destino está escrito. Es un poco cerrar los ojos y creer. Convencerse de que en una pequeña y lejana parte del universo, hay alguien que conspira para que por tratarse de quien se trata, podemos cambiar lo adverso.
Lo creo así, es mi forma de pensar.  
Nada de lo que haga puede cambiar lo que ya está escrito, dios o el diablo lo tienen dicho. 
Hay días que sueño que uno tiene verdaderamente las riendas de su vida,
Hay días diferentes en que me ocupo y no me preocupo.

Se trata de actuar.

Hoy creo que sea lo que sea lo que esté por venir, no me tomará desprevenida. Por primera vez puedo hacer algo sin esperar a que alguien lo haga por mi.



Click






























viernes, 10 de abril de 2015

Memoria extraviada









Si Barry no está conmigo, yo no quiero estar en ningún lado.











sábado, 4 de abril de 2015

Héroes te de dios que de lo demás yo me encargo

Lo más peliagudo a lo que me enfrenté esta semana de obligada introspección, fue a treparme a cambiar todas las cortinas de la casa sin que pusiera en peligro un mínimo de mi existencia como sucedió la vez pasada en que cayeron sobre mi cabeza dos cajas grandes que no pudieron sostener mis delgados brazos. Cadena de oración para un alma de pelo desteñido y una rasta color caramelo.

Entre decenas de cosas encontré recados infieles para amores infantiles. Cartas deshabitadas. Amores sin dueño.
Héte tú que los amores van y vienen en el paroxismo raro de mi existencia. Nunca nadie me amó como para decir hasta luego.

Sigo viva y sin un rasguño en mi piel apolillada por los gusanos de la incertidumbre.

Mojé trapos para limpiar huellas hechas por los habitantes de esta casa. Las moscas tienden a defecar sobre las límpidas superficies cercanas a los techos. Despeinando mechudos sobre el piso me aseguré que todo brillara como si fuese nuevo.
Moví cuadros, figuras y todo aquello que de tanto estar ahí parecía pertenecer al sitio en el que la memoria los situó.
Plantitas removidas de su habitual permanencia subyugaron su existencia a un sol lejano.

Bajé, subí, entré, salí, ah no, no salí porque no llegué a tanto. Los caminos recorridos constituyen los cuartos que me habitan. 
Mi álter ego soportó enojos y furias cuando las cosas no salieron bien. Resistí convivir conmigo misma. Nadie salió dañado. Sobreviví a mi propio Yo. Me amo más que quienes  pregonan con tanto ahínco amarse a sí mismas por sobre todas las cosas.

Sin llegar a ser narcisista ni egocéntrica salva soy en mis propios errores.

Para poco casi nada requerí de mi héroe personal. Dicho sea de paso, Él ha salvado de morir a varios miembros de mi familia. No quiero escribir una apología sobre sus cualidades de persona especial, solamente quiero reconocer su trabajo diario conmigo.

Paciencia de santo y a lo que te truje Chencha.

Por regla general la mayoría de los hombres huyen cuando una situación grave y no prevista se les presenta. No saben como lidiar con ella y ponen tierra de por medio como si los persiguiera el diablo. Otros -los menos- se quedan a ayudar y a ofrecer casi su vida por quienes los necesitan. Un hijo, una esposa, un padre, yoquésé.

Conozco pocos de los que se quedan, Barry, Harry, Emilio, Armando, Víctor, son héroes. Sé -poco o mucho- lo que han pasado con sus esposas enfermas. 
En mi caso, si me pongo a enumerar todo lo que Barry ha tenido que soportar le tendría que hacer un monumento.
Malos humores, gritos, enojos, distanciamientos y lo que se acumule en el tiempo que está por venir. Si yo fuese Barry me habría abandonado en el inicio de los tiempos. 

Nunca seré heroína ni ídolo de la afición mundana por mi mal carácter y la poca tolerancia que tengo al absurdo de la cotidianidad.

Mi desapego no se debe a falta de cariño sino a sentirme obligada a hacer algo. Pido que no se preocupen ni se ocupen de mi, sabré sobrevivir.
Pocos hombres tienen la capacidad de cuidar a un enfermo aún a costa de su abandonar lo que más les gusta por estar metidos entre medicinas y cuerpos martirizados por el dolor y la inamovilidad. Soldados del diario vivir. Así es como los veo.

Los héroes duermen al lado de quien los ama, soñando juntos en la cura cada vez más lejana en el tiempo.

Sueños de amor contrito.






 









miércoles, 1 de abril de 2015

Los hijos pájaro

Extraño a La Bella. Estos días que no la he visto los he pasado recordándola. Quiero verla, hablarle.
Necesito escuchar su "Abuelita linda". El "Te extrañé abuela" mientras me abraza. Ella me extraña ¿si saben? lo dice todas las mañanas. Con eso vivo.
He aguantado las ganas de hablarle, quiero que descanse, además no quiero ser impertinente, está disfrutando sus vacaciones y no seré yo quien la ponga triste con tonteras de abuela chipil. Solamente le pido al dios inexistente que la cuide mucho. 

He vuelto a pensar en dios, las raíces católicas emergen dentro del vaho de mi existencia cuando tengo un apuro. Aferrándome a lo intangible -un dios todopoderoso- para implorar en mis necesidades espirituales traiga con bien a mi hijo. 

Me obligo a quedarme despierta durante su viaje. Con los ojos bien abiertos lo acompaño en mis devaneos subliminales. Es como si fuera al lado de él cuidándolo de los peligros de la carretera. Sola me convierto en su hada protectora. Soy su madre. Heroína de tres pesos al ataque.

Rezo para que no se duerma. Miro el reloj. Falta mucho para que llegue y sin embargo...

Han transcurrido casi tres horas desde que abrí los ojos. Dormí un rato obligada por la cápsula verde pero no hay forma de volver a conciliar el sueño. Soy mamá preocupona. Quisiera que mis hijos pájaro no se hubiesen ido del nido pero sería egoísta. Aunque la realidad grite que pienso únicamente en esta que escribe, no es así. Las oraciones que invento las hago pensando en ellos, mis hijos pájaro, mi esposo pájaro, mi nieta pájaro.

El dios inexistente se reirá. Al final no hay día o noche que no lo recuerde. A base de invocarlo todos los días, niego su existencia. Contradicción de una mente sanamente enferma. 
He dejado de culparlo de lo que me pasa. Cualquiera con tres dedos de frente sabe que estoy así no por un castigo que yo misma busqué consecuencia de actos viles. El acto más ruin que cometí fue haberle pegado a mis hijos en aras de su buena educación. Acepto la parte que me toca pero tengo claro que no es por eso que tiemblo como hoja.

Los árboles al ser despeinados por el viento sueltan las hojas. Incapaces de aferrarse a ellas, las miran volar como quien espera el golpe de la guillotina pendiente sobre su cabeza. De un tajo la vida y sin embargo en el último momento bien cabe una sonrisa antes que una lágrima.

Cualquiera sabe que mi deteriorada salud se debe a las circunstancias y al entorno. A la alimentación, herencia y mil razones más. No hay nada inexplicable. Estoy enferma porque alguien tiene que hacer el trabajo sucio para mantener a raya a la humanidad y no se salga de control. Al final los enfermos somos conejillo de indias del destino. 
Me saqué el tigre en una rifa ñoña. Es todo. Las mentes tercermundistas están sometidas a un dios caprichoso. Gustosas -a regañadientes los más audaces- aceptan los mandatos divinos. Yo no lo acepto pero no puedo hacer nada. Dejé el agobio en el sur de los olvidos.

Soy extraña en mis creencias. Necesito un dios a quien pedirle que cuide a mi familia porque yo he aprendido a cuidarme sola. Asalto a la razón. Necesito que me cuiden pero si me dejan sola todos saben que sobreviviré aún a costa de mi misma (incluyéndome).

Al rato cuando tenga a mi hijo entre mis brazos, volveré a olvidar al dios inexistente. Como siempre hago en los apuros de beata que nunca fui haré como que la virgen me habla. Olvidaré que puse a trabajar al dios particular y me fundiré en los brazos de Bruno.

No le pido a dios una cura milagrosa, tampoco que se salve la humanidad. Hoy nomás quiero abrazar  a mi hijo. Lástima que Laura no pueda venir. Sería maravilloso volver a estar los cuatro juntos, como antes en que pensábamos que estaríamos todos en el nido siempre. Así lo creíamos, así lo vivíamos. Sin pensar en el mañana pero... es hora de volar compañeros. 
¡Vámonos hijos de suchi, el mundo los espera! Ahuequen el ala. 

-Eres muy bonita- dijo Bruno anoche por whatsapp. Se me cayeron los calzones de pena. El autoestima no da todavía para sentirme la más hermosa del mundo.
Me derrito ante sus palabras. Si él me dice bonita es porque así me ve. a pesar de todo. Ya puedo morir, eso sí, no sin mi hija al lado. Ella y yo tenemos un pacto -dios se está carcajeando- que es estar juntas hasta el final.

Quiero que sean las diez. A esa hora estaremos con mi hijo. Le diré lo bien que se ve, ya después lo regañaré porque no se cuida como debiera. 
Veré mi reflejo en los cristales que protegen sus ojos y seré muy feliz. Mi dios particular se dará la vuelta. No esperará ni un "gracias dios". Calladitos, cuando sea de noche y en la soledad de mi recámara donde él y yo coexistimos, volveremos a la normalidad. Él haciendo como que no me ve y yo haciendo como que no existe.












Musa con cuernos

PARA LA MALQUERIDA

La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje

Porque siempre queda espacio para nuevas libertades.

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Ángeles de la fe

Yo traigo la verdad en mi palabra Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo. Vengo a contarte que hay luces que nos hieren, que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena. Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia. Descubrirme a mí mismo y en tu figura qué poca cosa somos sin ternura.