Estoy plenamente convencida que todo lo que vivamos está escrito en el libro invisible de nuestra vida. No me pregunten por quien porque no tengo la más recochina idea, mi sabiduría no llega a tanto.
Hace tiempo cuando Laura supo que Enrique Bunbury venía a México me preguntó si quería ir al concierto (casi siempre voy).
No tenía muchas ganas de asistir porque no he tenido tiempo de escuchar su último disco y no me gusta ir en blanco. Además insistía que lo conociera en persona, quizás así se me quitaría ese atolondramiento que tengo por él. Dije no por obvias razones, mi audacia no llega a tanto. Seguro si lo tengo enfrente me orino de los nervios.
Para andar pasando vergüenzas no gracias. ¿Quién dijo miedo? ¡Yo!
¡Next!
Una madrugada recibí un tweet de Uriel, un amigo del blog de hace varios años. ¨MaLquEridA, alguien te manda saludos¨, decía junto con un link.
¡Era Enrique Bunbury!
Por poco se me caen los calzones. a dios gracias estaba acostada y traía pantalón.
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Gracias Uriel |
Agradecí de inmediato el haberse acordado de mi. Apagué el iPad y me puse a soñar con Quique -nocierto- pero hubiése sido padre tenerlo correteando por las praderas y retozando conmigo cantándome al oído ¨... y no es por eso que haya dejado de quererte un solo día... lalalalalá¨
Después me enteré que otra amiga del blog, iría al concierto que se efectuaría en su ciudad. Aprovechando le pedí que tomara fotografías y me las enviara. Le iba a decir que le gritara que lo amaba pero me dio pena penita pena. ¿Qué va a decir que ya estoy senil y ando como loquita adolescente muriendo por el mejor cantante del mundo mundial? No no no no no, antes muerta que sencilla.
Diana -así se llama mi amiga- me mandó muchas imágenes. (Ahora que lo pienso ojalá haya disfrutado el concierto y no se haya distraído cumpliendo mi encargo).
Se ve que el espectáculo estuvo de pocas pocas pero poquísimas pulgas y no fui. ¡Maldición!
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Gracias Diana |
Todo por ser una madre consciente porque si no me sintiera culpable de que mis hijos gasten en el medicamento, otro gallo cantaría. Soy una madre un tanto abnegada acostumbrada a sufrir ¿en serio yo hago eso? ¡Puagh! detesto esa actitud.
Me valdría gorro todo, asistiría a los conciertos sin importarme gastar mucho dinero. Igual yo no pago. pero no, soy una madre amantísima que cuida a sus hijos, no les causa el menor problema. (Bueno si pero nadamás en ocasiones y únicamente cuando alteran mi yo furioso) y no trabajo ¡Porca miseria! diría otro amigo.
Entonces...
Me enteré que el lunes Enrique dará un último concierto en el Auditorio Nacional pero es demasiado tarde, es lunes, los lunes ni las gallinas ponen además toca comprar medicina, ni modo que todavía pida para ir a ver a mi amor platónico. Mis hijos no son los genios de la lámpara cumplidores de deseos o caprichos fatuos.
Señor ¿por qué me hiciste tan sensata?
¿Y qué tiene que ver el destino del que hablaba al principio con mi post? Ni idea. Iba a escribir algo sobre eso pero Enrique tiene la manía de ponerme a volar por las nubes de un cielo extrañamente oscuro, con una luna madrugadora alumbrando el mar que separa el mundo de Emilio (¡Hola!) del mio y el mundo de Enrique (¿Si dime?) del mio.
Sería bonito cumplir sueños imposibles sin miedos paralizantes y atolondrados, total lo más que me puede pasar es que Bunbury me abrace y seguritito me daría un beso en mi tierna mejilla, entonces ora si deveritas ¡Muero!