Cuando era pequeña vivíamos en una casa construida con muchos esfuerzos por mi padre. Era de tabique con techo de lámina negra. Dos cuartos grandes, baño, cocina y un patio grande con un columpio en medio
Días felices.
Días felices.
Las láminas con el tiempo se deterioraban dejando pasar el agua en épocas de lluvia.
Éramos muy humildes, mis padres carecían de dinero para cambiarlas, entonces cuando llovía, mi madre ponía ollas y cacharros para contener el agua.
El ruido de las gotas caer en los trastos amenizaba las escuetas charlas que trataban desde apariciones de los fantasmas de la carretera hasta el miedo que teníamos a mi padre del cual pocos nos atrevíamos a desafiar su furia.
Días sutiles.
Días sutiles.
En ese tiempo recuerdo que había muchas goteras en la casa., algunas encima de nuestra cama. Para no mojarnos mi madre nos cubría con un plástico abarcando el espacio suficiente para que no se mojaran las cobijas ni nosotros obvio.
Días rosas.
-No se muevan mucho- decía- para que no se caiga el plástico. Era muy divertido porque quedarnos quietos se tornaba difícil y terminábamos durmiendo arrullados por la lluvia.
Cuando había tormenta, nos ponía en la ventana a rezar pidiendo con nuestra alma de niños que pasara para que mi padre llegara pronto y con bien mientras ella en la cocina quemaba laurel para que no lloviera fuerte, creencia de señora de pueblo.
Días contigo sin ti.
Ese recuerdo llegó a mi mente cuando a través de la ventana veía hoy la tormenta caer. Bajo un techo seguro y sin goteras, añoré el tiempo en que mi madre nos calentaba la panza con café negro y bolillos con frijoles mandándonos luego a dormir para que no pidiésemos más.
Días imborrables.
Conservo muy pocos recuerdos de mi vida infantil pero este es uno de los más valiosos porque figura en él mi madre protegiéndonos como lo hizo toda su vida aún a costa de su propia salud. Madre antigua.
Días de gloria.
Si pudiera pedir un deseo con la seguridad de ser concedido pediría reunirme en el cielo con ella pero eso no es posible porque mi madre tenía el cielo en sus ojos y se murió, ya ni modo.
Días eternos.
tiene mucha ternura y muchos bellos sentimientos tu texto.
ResponderEliminarlo he disfrutado.
besos.
Y es que no hay carencias ni dificultades, que una madre no logre mitigar con su cariño.
ResponderEliminarComo siempre, un texto con mucho sentimiento.
Un abrazo.
Hoy te regalo un poema, espero que te guste.
ResponderEliminarEs de Mario Benedetti.
Me lo has recordado.
ABRIGO.
Cuando sólo era
un niño estupefacto
viví durante años
allá en colón
en un casi tugurio
de latas
fue una época
más bien
miserable
pero nunca después
me sentí tan a salvo
tan al abrigo
como cuando empezaba
a dormirme
bajo la colcha de retazos
y la lluvia poderosa
cantaba
sobre el techo
de zinc.
Besos.
Eres un ángel (y yo entiendo). Beso grande.
ResponderEliminarSalud.
¡Que preciosidad de entrada Malque!
ResponderEliminarY es que es así, hay gente que nunca entenderá que nos pueda hacer felices un techo con goteras en lugar de un palacio, sobre todo de niños, pero de viejos también, la felicidad no está en cosas materiales, aunque necesitemos cosas esenciales para poder vivir, pero quitadas las de primera necesidad, ¿Como repetir nuestra cama cuando llueve, con un plástico encima para no mojarnos?
Ahora valoramos mas que a nada en el mundo la salud, nuestros recuerdos, nuestras nostalgias, aquella vez que estuvimos a puntito de lograr aquello que en el último momento no pudo ser...
Ánimo amiga, te quiero mucho!!!
Besos y salud
Precioso paseo por los días que fueron pero hacen eco eco eco...
ResponderEliminarBonita reflexión y vuelta al pasado.
ResponderEliminarYo me acuerdo cuando subía arriba a poner algunas latas para recoger el agua de las goteras del tejado.
Saludos.
Bonito texto, ya que a pesar de la penurias no hay madre que no le busque remedio a las dificultades, para aliviarnos y protegernos. Aunque en ocasiones haya sido duro, lo más bonito, la infancia.
ResponderEliminarBesos.
Me recuerda mucho a los relatos de mi papá de su niñez de chico de barrio :)
ResponderEliminarQué detalles tan lindos de tu mami.
El ruido de la lluvia sobre la calamina es un sonido tan agradable y este sonido me llevaba a felices sueños.
ResponderEliminarGracias por traerme esos recuerdos
Besos
Es que no hay duda, nada se compara con el amor maternal... y bien dicen que el amor se siente más cerca, fuerte y real, en la pobreza que en la riqueza, esto es totalmente cierto.
ResponderEliminarMe conmovió mucho la historia, gracias por compartir parte tan importante de tu vida con los que te leemos. Un beso mi querida mal querida.
He leído cada palabra con mucha ternura. Me encantó y tocó la fibra más profunda de mi corazón.
ResponderEliminarTe quiero Malque.
Tu mami tiene aún el cielo en sus ojos y seguro cada día los abre por ti!
La lluvia a las dos nos llevó al mismo sitio: a la infancia. Qué época tan linda, mi Bienquerida!!! El laurel, yerbaníz o yerba de la víbora en mi pueblo. Qué rico y ese día había caldo, jajaja!
ResponderEliminarTe mando un abrazo muy grande!
Ay lindaFlor que entrada tan bonita. Me ha tocado el corazón. Eres todo sensibilidad...
ResponderEliminarUn abrazote...querida mia
Como cambian las cosas tan rápido... !Que bonitos son esos recuerdos!
ResponderEliminar^_^
Te mando un abrazote Malque
Días eternos, coincido contigo. Un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa entrada, me emocionó.
Hermosos recuerdos, a pesar de las dificultades. Una madre nunca se va del todo, permanece en nuestra memoria siempre.
ResponderEliminarBesos
No dejes de pedir pensando que no se te va a cumplir. Creo que el final de la novela de tu vida vas a terminar escribiéndolo tú. Lo de reunirte con tu madre en el cielo de sus ojos no es de las cosas más complicadas que se te han ocurrido.
ResponderEliminarBesos.
Caray! Como me ha gustado esta entrega! En serio! Mi familia es muy sencilla y humilde y las cosas que tenemos las hemos conseguido trabajando! Recuerdo que cuando era niño y tuve que vivir con la abuela, teníamos limitaciones de muchas cosas, pero nunca falto un techo que nos cobije ni un plato riquísimo que llevarnos a la boca.
ResponderEliminar
ResponderEliminarMe acordé de aquel primer post...
Me gustó.
Abrazo, señora.
Amo amo esta epoca del año por las lluvias y los recuerdos que conservo de ella. Si me pongo a pensar, los mejores recuerdos que conservo son con lluvia.
ResponderEliminarEs absolutamente precioso. De principio a fin.
ResponderEliminarBesos desde la lluviosa Buenos Aires, linda Flor!
Quien sabe...
ResponderEliminar:)