Los algo debajo de la cama tocan mis pies por la noche. Cuando lo hacen conservo la calma, nada de llantos bobos. Tomo una bocanada de aire agarro valor para revisar que no haya nada. Es la imaginación en la cabeza jugándome una trastada.
En la actualidad me asusto más que antes. Los algo se suben a mi cama, son pequeñitos juguetones. Se siente el tamaño cuando se suben a mis pies. También gustan de asustarme volviéndose amorfos. Seres sin pies ni cabeza ni nada que permita adivinar qué son.
Los algo pasan corriendo de la puerta a la ventana de la recámara. Me asusto mucho. Para desengañar a la mente volteo para ver bien. De soslayo toda sombra tiene memoria y actitudes serenas.
Quieren hacerme saber que están ahí en el entorno quimerico en que se desarrolla mi vida con pastillas alucinantes.
Barry no me creyó cuando gritando le pedí me quitara al algo del pie. No veía nada en mi pie. Yo tampoco pero ahí una lombriz de miedo. Quizás fuese un cabello. El algo invisible existe. Lo sentí, nadie me lo contó.
Antes estaban sólo en mi recámara pero un día salieron tras de mi y se quedaron vagando por la cocina y la sala.
No son malos, no pretenden hacerme daño. Desde que encontraron la imaginación se quedaron a vivir en el prolífico encanto de los recovecos de mi cabeza.
Me asustan los ruidos trepidantes acosando mi cerebro. No me arredro al enfrentarme a ellos.
De algún lado provienen como cuando la madera de los muebles cruje en su pequeño espacio.
No quisiera ponerme loca hablando de algos que nadie ve o ruidos no escuchados.
A veces creo que mi familia habla en secreto de mí, de la involución a la que me arrastra el espíritu mezquino del medicamento.
Los días me sostienen en estos queveres sin pies ni cabeza.
Nadie conspira a mis espaldas. Nadie tiene en mente hacerme daño.
Luego de dignificarme ante la tozuda realidad.
Créanlo o no los algo me mantienen ecuánime en un mundo de realidades distorcionadas. Nada es lo que parece. Las cosas tienen un algo infalible. Terca necedad de parir en mi cabeza.
Alguien debiera encontrar el contraveneno de la locura.
O mejor alguien debiera levantar la voz para pedir a las farmacéuticas no jugar con la mente de los enfermos que como yo, poseemos una imaginación prolífica, haciendo ver a los algo llenos de historia.
Si el pp no jugara conmigo, dejaría de lado las letras siendo ellas de las pocas que expresan mi verdadero sentir.
Sin excusas, pastillas y memoria pasaría de ser un ente solitario a una señora "normal", considerando -claro- la "normalidad" es lo que permea en una realidad que no lo es tanto.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy esa absurda epidemia que sufren las aceras Si quieres encontrarme ya sabes dónde estoy.
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domingo, 22 de marzo de 2020
Los algo y algunas urgencias
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Musa con cuernos
PARA LA MALQUERIDA
La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje
Porque siempre queda espacio para nuevas libertades.
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Ángeles de la fe
Yo traigo la verdad en mi palabra
Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo.
Vengo a contarte que hay luces que nos hieren,
que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena.
Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia.
Descubrirme a mí mismo y en tu figura
qué poca cosa somos sin ternura.
Esos entes juguetones, si no te hacen molestia dolorosa, pues oye, que paseen por tus pies y que te dejen dormir. Ese ente solitario, en realidad somos todos, lo que pasa es que pasamos por señora/es normales, por el disfraz que nos ponemos :-)
ResponderEliminarUn abrazo y por un día bonito, sin agobios.
Los algos invaden nuestras vidas y sueños con una presencia que solo las buenas letras saben hacer salir de sus escondites.
ResponderEliminarBesos.
Admiro esa "locura" tuya tan llena de sensatez y tan bien explicada. Creo que muchos estamos más locos que tú sin necesidad de pastillas.
ResponderEliminarBesos.
Qué fuerte, Flor.
ResponderEliminarUn abrazo.
La realidad se nos ha vuelto una ilusión. UN abrazo. carlos
ResponderEliminartienes una mente que desborda mucha imaginación y haces bien en mantenerte con los pies en la tierra en plena realidad y no hacerle caso a supuestos entes que tal vez no signifiquen nada.
ResponderEliminarbesos.
Los algos, son aquellos que hacen de nuestro hoy, un planeta en el que podamos aún respirar...
ResponderEliminarUn abrazotrote de una de tus "algos" ir-racionales ¿?
Je.
La realidad sueña triste... Gracias por escribir. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Esos algos no hacen nada, nada más nos acompñan. Somos más malos los humanos que los seres invisibles. La energía de las personas muertas anda por los lugares en donde hay personas más sensibles, pero no hacen daño.
ResponderEliminarEres un encanto escribiendo y me encanta leerte porque expresas tus vivencias muy natural.
Abrazosss. Cuídate mucho
Puede que sean esos calcetines desparejados, buscando a sus parejas en la noche. Un abrazo.
ResponderEliminarMe temo que la familia es otra alucinación mas.
ResponderEliminarEso sí, alucinación global.
Cuando rascas ves que no es lo que parecía.
Besos.
Un beso y un abrazo, querida Malque.
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