Sin más nada en la cabeza que un simple menester glorioso de infinito placer, me tumbo en la cama como si no hubiese cosa más bella en el mundo.
Agradezco tener un techo bajo el cual dormir, porque también las pesadillas pueden ser graciosas aunque las risas salidas del fondo del alma, pongan los pelos de punta a quien duerme contigo.
El Ego sufre serias transformaciones. Lo que antes era orden se convirtió en súplica callada. Alguna poca de vergüenza se ha de guarecer bajo la intensa lluvia de la grandeza. Termino por creer en el ocio como buen compañero de los días sin escribir. Manteniendo a raya el pp no se sabe cuándo ha de llegar lo que ya no se espera.
Abnegación es cosa del pasado. Lo de ahora es la estulticia de los idiotas gobernando el lado derecho del cerebro. Bienaventurados los pobres porque de ellos serán los ocres sabores del infierno. Se dice en el cielo no haber más cupo para las almas carentes de un poco de filosofía ignota. Pleonasmo tergiversado en la riada del ostracismo puro.
¿Quién termina siendo el guía de los infames? La gente permite el destierro cuando la desventura se adhiere a la piel cual tatuaje divino. Ya no hay más que dar para sobrevivir en un mundo no hecho para la pobreza, admitiendo la estupidez humana. Me pierdo en los oscuros recovecos de la memoria jugándome el todo por el todo. No hay cabida en la sencillez del hombre aquello que martiriza el pensamiento sensato.
Escribir sin derroteros dando salida a la imaginación, palabras inherentes al formato ridículo de quien todo sabe. De quien todo ignora. De todos modos cada cual entiende lo que quiere, según el ánimo en el que se encuentre. Sálvese quien pueda y el que no, bendita sea la elección que le permite ser un mártir desconocido.
No temas lo desconocido, siempre será mejor perder que ganar. Recuerda, la senda de los perdedores se hizo para ti. Si no ¿qué haz hecho para merecer la gloria?