Tenía tanto tiempo de no ir a clases que mi bolso-mochila albergaba ya a toda la familia de la Sra. Brown y otros bichos.
No teniendo más remedio ayer tuve que ir a la escuela. Al mal paso darle prisa me dije a mi misma y partí rauda y veloz como condenada al cadalso.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando al llegar al salón vi que había un millón de personas listas a entrar tan pronto Jean Claude abriera la puerta.
Mi hermana y yo no entendíamos de donde salieron tantos alumnos nuevos. Resulta que el Profe debido a la campaña política en la que está inmerso, ha decidido juntar dos grupos y darnos clases a todos en mi horario. Tendré clases casi todos los días.
Mis nuevos compañeros son tan bulliciosos que me atarantan más de lo que ya estoy. Todos se conocen, se saludan dándose palmaditas, se gritan, se empujan, dios! me marea tanto ruido. Son muchos, no alcanzaron los pupitres de tantos que éramos.
Los compañeros de mi salón todos somos bien portados y silenciosos, ahora nos encontramos con un grupo bullicioso que no sabemos qué hacer.
Pero no todo es tan malo porque, ¡HAY CUATRO COMPAÑEROS NUEVOS! ¡CUATRO!, eso hace un poco más tolerable la situación.
No están de mal ver y mejor tocar. Casualmente se me cayeron unas hojas y un compañero que está así como me lo recetó el doctor me levantó mis hojitas, ¡Válgame dios!.
Otro no me dejaba ver el pizarrón y lo acuse con Jean Claude. Volteó a verme y se sonrió conmigo, ejem ejem le sonreí coqueta.
Luego nos preguntaba cosas y se nos acercaba peligrosamente, ¡Jesucristo vencedor aplaca tu ira y tu rigor!
A mi hermana también se le cayeron casualmente unos lápices y él se los levantó, ufff! que calor.
Y bueno ya me dí cuenta que quiero regresar a clases, los compañeros digo las clases se están poniendo MUY interesantes así que ya no faltaré nunca jamás.
¡CUATRO COMPAÑEROS NUEVOS! ¡CUATRO! y yo perdiéndomelo. Ya tengo con que entretenerme mientras mi Ángel de la Guarda regresa.