Mañana 27 de octubre comienza la celebración del Día de Muertos. Llegan al mediodía las almas de las mascotas que nos acompañaron en nuestro tránsito por la vida.
La ofrenda se coloca con todo aquello que a nuestros animalitos les gustaba. Esto puede parecer un poco cómico y un tanto ridículo para quienes no tienen tanto acercamiento con los animalitos o con aquellos que pueden pensar que darle un lugar en la familia a un perro, un gato, un pájaro, o el animalito que uno haya querido adoptar.
Se tiene la idea de que los perritos que cuidamos durante la vida nos ayudaran a cruzar el río donde se ubica el siguiente nivel del Mictlán.
Sombra, tan grande como un oso y tan fiel como nadie.
También se puede pensar que hay mucha gente con necesidad pero tomando en cuenta que la gente puede hacer algo por sí mismo y los animalitos no, pues ya está. Cada uno que haga lo que le guste y que cada uno ocupe su lugar.
Dicho lo dicho, mi ofrenda será para Babo Alejandro, Benito Tiki (los dos chihuahuas que iluminaron nuestras vidas y que nos dieron un toque de humanidad llegando a ellas). Sombra, un perro enorme que parado de patas era más alto que yo.
Silvio y Sabina Cuca (Barry y MaLquEridA en modo perico)
También les tocará este año ofrendarles su semilla de girasol, verduritas y las frutas que tanto disfrutaban Los Tres Huastecos. A saber, Panchito que falleció a mitad de este año con cerca de 40 años de vida. Silvio, quien se hizo mi amigo comiendo de mi mano. Aprendió a decir palabritas conmigo. Un gran perico sin duda. Por último Sabina, quien falleció hace pocos meses víctima de un fatal accidente. Sabina Cuca era como yo. Chiquita, peleonera, berrinchuda, caprichosa. Sabina era yo en perico.
Durante el día dejaba yo salir a Silvio, quien compartía jaula con ella. Por las noches cuando Silvio volvía para dormir, Sabina se colocaba en lo más alto de la jaula, veía entrar a Silvio y como flecha se lanzaba a darle picotazos de bienvenida, haciendo tanta alharaca que asustaba al pobre Silvio a quien no le quedaba más que apechugar los guamazos. Era cuestión de minutos, al rato Sabina se calmaba y se arrimaba a él en el columpio. Comenzaban a mecerse y se dormían. Cuestión de tiempo, poquito nomás.
Panchito me enseñó que se puede hacer un máximo esfuerzo cuando uno lo desea. Él caminó sus últimos días de vida cuando ya sus patitas no le obedecían.
Panchito, un ejemplo enorme de fortaleza y amor por la vida. Es mi perico maestro. Mi sensei Panchito.
Así pues, como les digo mañana comienza la celebración de Día de Muertos. Empieza la parte más bonita del año.
Un gusto compañeros