Cae una llovizna de diciembre, sin fuerza. Una gota por aquí, otra por allá, otra más allá. Copitos de nieve visualizados en una imaginación sin guía. Gotitas de nieve, copos de lluvia sobre los hombros ajados de un ser humano habitado por entes amorfos. Puede parecer un ebrio cualquiera de los que hay en una ciudad cualquiera donde los humanos en el río citadino son charquitos a las orillas de un destino cualquiera. Muchos cualquiera hacinados en poco espacio. El aire se define en una exhalación en contubernio con otra del mismo nido.
Ilusiones desarropadas, el frío entra por los huesos. Los pies raíces faltos de tierra húmeda, tierra alimentaria. Opciones de renacer en otra cosa, otro ente, otro humano ser, saliendo por la cabeza. Las ideas congeladas bullen debajo del cuero cabelludo. Llovizna pobre, bruma densa. Frío que mata sin razón y sin justicia. La corona de espinas ha caído de la cabeza sangrante. ¿Qué dices sobre las sombras deshabitadas? Hay días de 36 horas y noches de suspiros profundos. Ojos verdes asomados por la rendija corta de una mirada triste. Acuosa, sentimental, refleja la mirada a un amor cuajado de falsas esperanzas.
Me visitas en sueños, por las noches en que es permitido tener encuentros románticos mentales con cantantes rockeros. Aquí nadie se entera, que de amores estoy curado.
No es tu estilo, quizás lo fuera cuando encarnada en ti, Jennifer Natasha con minifalda y botas de gamuza, caminaba por las calles de los rumbos de una juventud que ya no existe. Escribo imaginarios con el alma de niña grande. Escribo, es así.
Las pesadillas intuyen seres nobles acuciados por el escaso tiempo de gracia. Me hablas enterrando la mirada en mis pechos de cristal. Sonríes, platicas conmigo de las largas utopías en los conciertos llenos de luces de mil colores, fastuosos escenarios habitando el Enrique verdadero. Melena suave, caracolas ensortijadas en el pelo blanco de una mujer imaginaria. Enrique plagia versos, frases, letras ensartadas por otros. Los sueños son imaginación compartida con seres lejanos. Permean en ellos el blanco y negro de una transformación cotidiana. De eso nada importa, a mí no me puede robar más que los suspiros en el negro de la noche.
Me gusta el lugar donde el destino me tiene parada en tierra firme. Me gusta harto recordar los momentos vividos detrás mío. Lo que pasó no existe más. Los perdones fueron dados a quien compete.
Demos el paso siguiente a las nuevas circunstancias. La experiencia buena o mala dejó un rastro imborrable. Lecciones aprendidas a punta de madrazos.
La vida libre tiene el don de parecerse a los colibríes, sus huellas no existen en tierra firme. Uno nace para aprender a volar sin alas, provisto de basta imaginación se logra después de tanto caminar cuando las alas viejas y olvidadas desempolvan el fin para las que fueron hechas: volar.
Volar a ojos cerrados, a manos atadas, a pasos lentos, a vidas conceptuadas. El amor existe en mil formas. El amor resiste al arte del engaño si el que ama es el otro, vulgo "ojos que no ven, corazón tú dirás lo que hacemos".
Cerca del fin de año que debiera escribirse en hierro fundido para no olvidar que el dueño de los destinos mueve el mundo con alma de titiritero.
¿Esto de qué va? Npi
Rumbo al 62
Desatiende tu mente y escribe. No nos prives de tus salidas de pata de banco. Tú escribe, escribe enamorada de la vida y el amor. Así escribes. Te quiero. Beso.
ResponderEliminarSalud.
No sé si es hoy o mañana. Beso.
EliminarVaya, falta hora y media. Es mañana para ti. Todo el día. Beso.
Eliminarel destino ya lo conocen los muertos, los vivos sólo lo recorren sin poder hacer nada por alterarlo.
ResponderEliminarbesos.
Es una reflexión de observadora desde la ventana, y un pensar casi filosófico encantador.
ResponderEliminarComo siempre, son posts estupendos, medio locos cuerdos. Un abrazo grande, Malque
El dueño de los destinos sabrá lo que hace?
ResponderEliminarQuizás ha enloquecido.
Besos.
Que no se nos olvide volar, como sea, pero volar.
ResponderEliminarBesos.
Estás en plenas facultades, chamaca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen texto de tus vivencias muy cuerdas. Debemos de seguir volando aunque nuestras alas estén envejecida. Cuando dejemos de volar, se terminará todo, por eso hay que seguir volando como los colibrís sin poner los pies en la tierra.
ResponderEliminarAbrazos. Cuídate mucho
Tal vez nunca te dije que tengo una foto de Vicente Fernández (padre) en la mesita de noche. Me chifla este hombre. Lo bien que canta, no te vaya por los Cerros de Úbeda, como el Sabina. ¿Podías escribir, no? Aunque no lo publiques. Por cierto, no publiques que te quiero y que muchas gracias. Y lo demás. ¡Escribe, carajo!. Pero no de Enrique. Qué mal me cae ese hombre, y qué mal canta. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Esa npi es la que nos va salvando. Abrazos.
ResponderEliminarHola hermosa, el fin de año se presta a la reflexión, en mi caso me doy cuenta de errores que no tienen marcha atrás, pero otro año viene y esperemos lo mejor. Un beso
ResponderEliminarQué tal. Aquí saludando.
ResponderEliminarHay cosas que reverenciamos o tememos. Una de ellas es el destino, que no se puede probar su existencia aunque tampoco su inexistencia. Esa es la razón que algunos le sigan.
ResponderEliminarQue tengas muchos abrazos.
Hola Flor de María, quería desearte felices fiestas. Deseo que estén bien y sobre todo tú que te cuides mucho. Feliz Navidad y que la vida te regale toda la felicidad que desees.
ResponderEliminarAbrazos sinceros
Siempre vuelas, querida Malque.
ResponderEliminarDeseo para ti y tu familia una Navidad con Paz y Amor.
Y un abrazo y un beso muy fuertes.
Qué belleza de texto, Malque.
ResponderEliminarMientras no nos corten los hilos, sigamos volando, soñando, contando, viviendo en suma.
Besos de colibrí, que libres vuelen, y ya el corazón que se ocupe del resto.
Te leo y vuelo :))
ResponderEliminarUn abrazo de colibrí.