(Dedicado a ti que no me miras)
Los tiempos cambian. No se piensa tanto en la muerte cuando
se aparece en forma redundante. La veo en su justa dimensión. No la busco si de cualquier forma llegará cuando menos se espera. Much music. Supertramp para el recuerdo.
Descubro secretos obvios. Camino mejor cuando nadie me ve. Él
encontró la forma de llegar al destino inmediato. Tomándome
de la cintura él, rodeo su cuello con mis brazos. Caminamos
los dos juntos. Corazón con corazón. Pegaditos muy juntitos los dos que se
aman. Yo creo que muero sin él, lo juro que si. Mátenme porque me muero ¿recuerdas?
Luego las consecuencias llegan. Flagelo mi espalda con las púas
hirientes de la culpa. ¿Enfermó por casi cargarme? Hace mucho dejé
de ser el centro del universo. Supe de ello al momento mismo de aprender
a pedir las cosas por favor. Empezar de nuevo recordando a los muertos.
¡No! Comenzar de nuevo con su recuerdo en instantes gratos que no nublen nuestros
ojos. El descanso de la memoria. Hundiendo la cabeza en la almohada
reviso los esquemas que me trajeron hasta aquí. La disculpa inmediata. La
enfermedad como pretexto. Respirar aire libre sin las rejas del patio trasero. Ser como
el colibrí del otro día. Visitante esperanzador de ideales por una vida mejor mientras
la que tenemos se escapa de nuestras manos. Colibrí verde-negro. Colibrí negro-verde parado
en la reja quietecito sabiendo que no corre peligro ante esos ojos embelesados
por él. Si fuera pájaro querría ser colibrí como tú. Los seres humanos hemos perdido
la capacidad de volar. La tecnología apunta hacia el exilio. Mirar hacía los paraísos
propios de una mirada limpia. ¿Mis pies mienten? ¿Por qué me cuesta
caminar cuando alguien me ve? ¿Soy una mentira de mi mente? Ser feliz en un mundo utópico
donde tú y yo somos una parte del mundo feliz. Sin contemplaciones. Existir por un bien común.
Dejar algo en vida pero no ser recordados en muerte. Eso significaría que lo hicimos bien lo que
sea para lo que fuimos creados. También los gusanos son bellos en su escalofriante realidad.
El sillón de la marmota y el sillón de la desidia unidos por un beso. Gesto de
amor de un par de viejos cansados pero vivos. Para nadie es misterio
la dependencia que he creado hacia Barry. Sin él apenas existo. Mucho saben de mi quienes creo
saben nada de esta vieja huraña. Sonrío mucho con Paquito. No me teme. Se sabe que no me gustan
las visitas sorpresa. Los tiempos pasados surtieron efecto. ¿Puedo ir a tu casa?
¿puedo llamarte? ¡Dios mío! Soy un ogro sibarita en edición pobre. Mientras más me conozco más
me quiero. Amo la soledad de mis pensamientos, de mi cuerpo, de mis manos.
Se vuelven pródigas ante la carita de Natalia. ¿Existe alguien más puro
y bello en mi vida y la de mi familia? No. No, no, no. Mi palabra favorita.
No pero si. Antagonista de mi misma me voy encontrando en el ocaso de mi vida cuando
quizás sea demasiado tarde. Murieron en mis labios muchos te quiero. Para qué lamentar algo
que no tiene remedio. Decir te quiero no es sinónimo de flaqueza al contrario. Decir te quiero
es mostrar la bondad inherente al ser humano. Desaparece después al tomar el
rumbo equivocado. Mis pies. Benditos ellos sitúandome en el
lugar correcto. Frente a mi misma. No me veas por favor. Al final de los finales
serán ellos quienes me lleven al encuentro de mi Tiki. No sé si de mi madre que es el ser que más quise
pero ella nunca lo supo. Se fue con mi imagen grabada en sus pupilas cuando se la llevaron al hospital. Su mirada
última. Después no hay nada más. Mi mente trabaja a mil por hora. El iPad también está cansado.
Muere de a poquito dejándome ver lo que nada puedo hacer por él. Ese aparatejo tiene la vida
de Natalia en su memoria. Los abrazos de mis hijos. Los optimismos de Barry. Mis historias.
El ser imperfecto que soy contenido en la menoría de un aparatejo
inverosímil. Los pies. Invariablemente mis pensamientos terminan en ellos.
Un par de piececillos regordetes, pequeños cargando mis si y mis no. Los míticos no
berrínchudos. ¿Por qué no? ¡Porque no y se acabo! Siempre fue menester ganar. Ser más. ¿Más qué? Sepa la bola pero más. Dormir más quiero. Lo esencial ahora es rescatarme de mi misma. Cuando al fin la yo desconocida salga detrás de mi ogro yo. Entonces podré dar más de lo bueno que hay en mi. Algo rescato de este berenjenal de letras
es mi buena fortuna. No puedo caminar bien pero siempre de los siempres ha habido a pesar de mi
renuencia al contacto físico son los brazos tendidos hacia mi. Gracias eternas.
Si puedo vuelvo, toca vendimia.
Hay que trabajar para comer. El "no puedo caminar" no vale. Se trata de ser feliz pero un poco desgraciada.