Lo oí un domingo por primera vez. Su canto rompió el silencio adormilado del fin de semana. -Se llama Cristóbal- dije entre mis adentros. La forma de cantar la i me dice que se llama Cristóbal. Después de un consenso entre yo y mi otro yo, lo bauticé con ese nombre.
-Kikiriki- cantaba a las seis.
-Kikiriki- cantaba cinco minutos después batiendo las alas.
-Kikiriki- cantaba sin disimulo otros cinco minutos más adelante.
Perdido entre claxones estridentes, risas de niños juguetones, gritos de vendedores cotidianos y música de banda a todo volumen tocada hasta el cansancio, el canto del gallo se abría paso para hacerse escuchar en un ambiente que no era el suyo. Su kikiriki fue un grito perdido entre los miles acostumbrados a existir.
Y ai va Cristobal duro y dale todo la mañana cantando cual barítono exitoso en época de conciertos. A cada rato su canto rompía el domingo soleado de esa semana. Si el gallo fuera mío por el sólo hecho de serlo pasaría a formar parte de los amigos que no se comen como en su tiempo lo fue Claudio, el gallo blanco que formó parte de una adolescencia que iba abandonado en pos de una vida mejor.
Cristóbal instalaba al final de la madrugada en la cerca de la casa de Doña Diabólica sus sueños desmañanados de ser el gallo más famoso y guapo del mundo.
En la parte más alta ensayaba sus do de pecho. Inflaba los pulmones y dejaba salir el aire con sus do re mi fa sol ininterrumpidos, después esperaba que las gallinas saliesen para deleitarlas con su melódica voz como pasaba en el corral del que provenía pero en este lugar las gallinas tardaban mucho en llegar y sus alas musculosas y fuertes quedaban vacías. Las gallinas para quien fueron hechos nomás no llegaban.
Abrazando al viento, Cristóbal enmudecía de a poquito.
En la parte más alta ensayaba sus do de pecho. Inflaba los pulmones y dejaba salir el aire con sus do re mi fa sol ininterrumpidos, después esperaba que las gallinas saliesen para deleitarlas con su melódica voz como pasaba en el corral del que provenía pero en este lugar las gallinas tardaban mucho en llegar y sus alas musculosas y fuertes quedaban vacías. Las gallinas para quien fueron hechos nomás no llegaban.
Abrazando al viento, Cristóbal enmudecía de a poquito.
Al caer la tarde y sin más nadie que le aplaudiera más que uno que otro colibrí perdido en el camino, Cristóbal recogía sus artilugios de ensoñación y se marchaba con su canto a pararse en el palo alto de la escalera oteando el horizonte esperando a las mentadas gallinas echarse a sus alas y tener la suerte de ser amadas por él, pero las gallinas nunca llegaron. En una ciudad caótica tales seres son casi inexistentes y si hubo alguna por ahí que lo escuchase no hizo caso porque hace mucho que no oyen un kikiriki y su corta memoria ha perdido rastro de ello.
Pasada una semana y llevando metódicamente la rutina aprendida cada día a fuerza de hacer lo mismo porque en las ciudades no hay mucho que hacer, Cristóbal dejó de cantar. No se oyó más romper el silencio el kikiriki ruidoso. Nadie mas volvió a saber de él ni yo que ya me había acostumbrado a que cada mañana allá a lo lejos perdida en mi memoria, apartando sonidos, una niña mezclaba las campanadas de la iglesia, el piar de los pájaros, el olor a tierra mojada y el canto del gallo para rememorar aquellos tiempos en que muy de mañanita, mi padre nos levantaba para ir a misa los domingos y nosotros agarraditos de la mano no soñábamos en ser felices porque lo éramos con tan poco.
Si nadie responde, entonces de que sirve bañarse?, digo cantar...
ResponderEliminarA lo mejor le hizo feliz a alguien en su cazuela... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Que delicioso relato querida Mal :)
ResponderEliminarEspero todo vaya bien por alla. Saludos.
Tal vez se fue en busca de un gallinero :)
ResponderEliminaro hartó a su dueñ@ con tanto kiriri ki.
Qué hermosa la historia de Cristóbal, Flor. Aunque un poco triste y misteriosa su desaparición. Hace un tiempo yo tenía un vecino cercano de su misma especie. Me encantaba despertarme con el sonido de su canto, al igual que el de un mirlo. Pero el mirlo lo debió ver como una competencia y pronto empezó a imitar también su canto, con acento de mirlo, claro. Y era maravilloso escuchar las dos versiones: la original y la copia. Besos, Malque, y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarRecién escribi un monton de cosas y parece que no se envió... te decía que las cosas a las que una se acostumbra, despues las llega a querer (a veces) y las extraña cuando no están.
ResponderEliminarPara que vos no me extrañes, te cuento que me mudé de blog. Así que ojalá me visites, porque sos bienvenida, siempre.
Besos Malque
Emilie
http://maquinariasensible.blogspot.com.ar/
Hola mi buena amiga Malquerida , triste pero cierta historia la del gallo cristobal , esto me hace recordar en unos de mis primeros cuentos para niños que escribi , que llevaba por nombre "Madame KoKorico" en mi caso era una gallina , que queria ser cantante de opera gallinal , en fin que me a gustado mucho tu post de hoy , recien llego de mis vacaciones y no queria terminar esta semana sin pasar a verte y saludarte , te mando un fuerte abrazo y muchos besos de tu amiga Flor.
ResponderEliminarCon qué alegría, vigor y fuerza empieza don Cristóbal el nuevo día , pero los tiempos han cambiado y él ya no pinta nada en estos tiempos modernos donde ha sido sustituido por los kikirikis electrónicos. ¡Cuánta nostalgia!
ResponderEliminarMe encanta leerte de nuevo Malque.
el pobre cristobal dejó de cantar al enterarse que las gallinas de la ciudad sólo están en los caldos de comensales resaqueados para que les renazcan las fuerzas, despabilarse y volver en sí. eso, de hecho.
ResponderEliminarbesos
Es el tercer comentario que público, a tomar por saco Tito google.
ResponderEliminarTe decía que yo ya ni recuerdo el tiempo que hace que no poco el canto del gallo.
En la ciudad ya no se puede ver ningún animalito del campo como no sea en la vitrina del súper.
Besos apretaos, Malque
Hace tiempo otro gallo me despertaba por las mañanas, me daba una rabia...
ResponderEliminar¿Todo bien?
Besos
Es muy bello tu relato remembranza. A mi cayó tan pésimo enterarme 10 años después que me comí a Fifí y que no se fue aquella mañana tras el arcoiris : (
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Que te digo bienque... como buen webón odio a los gallos y sus cantos, mi vecino tenía uno y lo odisbs jujujujuju.
ResponderEliminarbu, que hermoso y triste relato!, snif, gallito yo tengo uno y lo amo aun cuando no deje de cantar todo el jodido dia jajaj
ResponderEliminarMe hiciste recordar al gallo metalero https://www.youtube.com/watch?v=qScbWVXkCRo.
ResponderEliminarSaludos.
Seguro que Cristobal se fue por ahí a vivir aventuras. Lo llevaba marcado en el nombre... Un besote!!!
ResponderEliminarIgual que una mañana llegan las cosas, otra, desaparecen y ya no están...
ResponderEliminarAsí es siempre, sin mucho control sobre ello, aparecen y desparecen de nuestras vidas muchas cosas, muchas gentes...
Besos.
Mi veciono tiene uno que no sé como se llama pero anda mal de horarios, porque empieza a cantar a las dos de la tarde. :P
ResponderEliminarBesazo
Yo aun sigo escuchando a los gallitos por aquí. Es una rutina hermosa de campo.
ResponderEliminarYo también dejé de cantar mis kikiriki hace tiempo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGallito de la pasión,
ResponderEliminarno salgas a enamorar,
que el día menos pensado,
algo te puede pasar.
Cocorocó, cocorocó, cocorocó, cocorocó.
Él contestó muy ufano:
es cierto que soy chiquito,
pero puedo asegurar,
que soy un gallo hombrecito.
Cocorocó, cocorocó, cocorocó, cocorocó.
Y este es el cuento,
del gallo pela'o,
que salta la tapia,
se queda enreda'o.
Besos.
Cristóbal habrá pasado, de seguro, a mejor vida, como suele decirse para evitar hablar del puchero...
ResponderEliminarSaludos
J.
Donde pasé las vacaciones también había un Cristobal, bueno varios en realidad, pero al Cristobal, que yo lo llamaba Mariqui, pq su canto era algo afeminado... tenia ganitas muchasss de hacerlo callar...y fíjate que ahora cambiaría el ruido del loco gentío, por su canto aunque fuera tempranissisisiismo, cuando empezaba sus concierto gratuito...
ResponderEliminarBesitos
HERMOSO!!!!!
ResponderEliminarA mi me encantan los Cristobal. Pena que en las ciudades no haya ninguno.
ResponderEliminarBonita historia Malquerida.
Espero estes mejor
Un beso, feliz fin de semana
Isa
que de su canto ya no escucho
ResponderEliminarpero los amo en mi memoria
así como la tuya
que me llevo a recorrer esos campos de aves ...
por fortuna tengo a veces esa oportunidad de escucharlos ahí insitu
Awwww pobre de Cristobal, me dio algo al final por no saber de el asi sin mas, ojala que haya encontrado un destino glorioso ¡van apapachos Malque!
ResponderEliminarEl canto del gallo como el canto del grillo relajante Como esa fogata ke atrae y ke duerme..ay un tabu en ellos ke sera? Ke sera en la noche mi guitarra dulcemente sonara y una Niña de mi pueblo soñara ya mis amigos se fueron casi todos y los otros partiran....perame perame esta es una cancion berdad?...bueno el gallo ablabamos del gallo .el famoso gallo OK pues bien el ya mencionado gallo edaa? Bueno chaooo chaito
ResponderEliminarA buenas noches
EliminarSeñora reyna de los hongos ke se majors ..bye
EliminarMejore ..kise desir
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