Tengo una semana con la nueva dosis.
A tiro de piedra tengo ataques de ansiedad. Regresaron las pesadillas cabronas así como lo digo. Anoche tuve un ataque de pánico tuve que comerme solita porque Barry no quiso subir a mi recámara. Por más que en la pesadilla gritaba su nombre, no subió.
Entiendo, él también está enfermo y le cuesta trabajo llegar hasta mi recámara y encima tranquilizarme que a decir verdad no es cosa fácil.
Tuve un ataque de pánico. Veía sombras cerca de mi cama. Sentía presencias subiendo por mis pies. Las sombras parecían monstruos de fauces enormes. Tengo muy claro que no son reales. La doctora preguntó si creía que esos bichos o esos seres amorfos existen. Obvio no, contesté, ni siquiera es mi imaginación. Es el medicamento el que tuerce los cables del cerebro haciendo que la realidad se deforme de tal manera que me lleve al pánico absoluto.
Así pues me puse a rezar. Bajé a todos los santos del cielo, pedí me ayudaran porque no había mano cerca. Estaba nomás Calixto pero no sabe tranquilizarme. Sólo se sube a mi panza pero eso es peor porque su pequeño peso me asfixia.
Terminé las veinte mil oraciones que me sé pero las sombras no se iban.
Me corazón latía como tambora sinaloense. Coloqué la mano derecha encima de él para aplacarlo. Poco a poco se fue quedando quieto igual que mi miedo. Me quedé dormida. Thank god.
Me despertó un alarido horrible. Alguien gritaba ¨papá¨. Cuando reaccioné supe que era yo. Mi propio chillido me despertó. En el sueño sabía que no era yo la que gritaba porque no tengo padre. Quería decir Barry pero no podía pronunciarlo.
Con mucho trabajo pude abrir los pesados párpados y mantenerlos un tanto abiertos, el tiempo suficiente para poder pensar otra cosa y ¨salirme¨ de la pesadilla espantosa.
Luego le hablé a Barry y pasó todo lo que mencioné renglones arriba.
Siempre que voy al hospital hay una bola de médicos pasantes asistiendo al doctor en turno. Hay cinco o seis haciendo bola nada más, no entiendo porqué hay tantos. Todos me miran, unos me hacen preguntas, otros me checan los pies, otros ejercitan mis brazos. Otros observan la manera en que me manejo. Sudo como si hubiese corrido un maratón.
Ellos tienen una escala para calificar mi evolución. El 0 es la más alta calificación. El 4 la más baja. Nunca he sacado ni siquiera 2. Siempre soy nivel 1. Si fuera nivel 0 no estaría enferma del pp.
Los ejercicios que me ponen son por ejemplo contar del cien al cero pero al revés. Decir las más que pueda palabras con cierta letra. No nombres propios ni países ni verbos. Palabras comunes. La máxima calificación es 30. Yo digo 29. También piden decir los meses al revés. ¡Uh qué fácil!
¿Quieren que haga algo imposible? Pónganme a correr. Los pp tenemos la particularidad de no correr a menos que sea subiendo las escaleras o andar en bicicleta. ¿Quién no puede hacer eso?
Yo
Hay otro ejercicio de memoria con 5 palabras que debo decir después de un tiempo sin olvidar ninguna. También hacer dibujos lo mejor posible. Todo eso me pone a hacer la doctora y su bola de cardumen etéreo.
Esta última vez pasó algo con uno de ellos. Mientras hacía los ejercicios, otro se llevaba a Barry al otro lado de la sala de espera. Tardó mucho la entrevista que le hicieron. Lo poco que me dijo fue que le preguntaron sobre su situación mental y física en cuanto a ser mi cuidador.
Ya no aguanto, le dijo al médico. Llegué al límite. Ya no puedo más.
Sabía -tonta no soy- que Barry estaba cansado. Su memoria y su pie no le ayudan. Eso hace que se agote. Encima cuidarme es lógico que ya no pueda. Mis hijos le ayudan pero tienen su vida y no podemos mantenerlos atados a nosotros. Nos ayudan en lo que pueden. No nos abandonan. Es lo que hay.
Hoy por la mañana le pregunté por qué no había subido a ayudarme durante el episodio de la pesadilla.
Porque me da mucho miedo verte fuera de ti. No puedo, es muy fuerte el miedo que siento. Eres una desconocida. Lo lamento. Con esa Flor no me casé. Me das miedo.
No podía creerlo. Barry siempre ha sido el hombre fuerte de la casa. Enfrentándose a toda clase de peligros y problemas pero nunca se ha enfrentado a lo desconocido.
La vez pasada era algo nuevo, no sabía que pasaba conmigo pero ahora sabe de la ansiedad, de los ataques de pánico y de las pesadillas en las que mi yo sensato huye de mí.
Todas las enfermedades tienen diferentes etapas, el pp no es la excepción. Puede que mi rostro no se vea enfermo pero al momento de hablar se sabe que si. Esto avanza. No me va a matar el pp pero si está deteriorando las demás capacidades.
Hace unos días no supe cómo entrar a mi blog. Me quedé viendo la pantalla tratando de recordar pero fue imposible. Pedí ayuda pero no saben tanto de lo que hago por mi cuenta.
Dejé que pasara el tiempo. Entonces tomé de nuevo el teléfono buscando un contacto cuando sin pensar fui directo al blog. ¿Cómo le hice? npi.
Lo volví a hacer y fue cuando recordé la manera que entro a la MaLquEridA.
Soy muy sarcástica en cuanto a la enfermedad. Hago chistes de mí -sólo yo- no aguanto la burla de los demás. El tipo de pp que tengo es rígido, no me deja mover. Soy un robot tipi tipi tom tipi tom.
Dentro de todo eso tengo las frases favoritas que he ido acuñando con el tiempo. De entre ellas está la del título de este post. De haber sabido ni nazco.
Antes de otra cosa diré que esa es mi forma de pensar. Mirándolo objetivamente, si no hubiera nacido todo fuera casi perfecto.
Como digo y redigo. mejor no hubiera nacido me hubiera muerto chiquita.
Hay más cosas malas que han pasado conmigo que sinmigo diría Pepe Madero.
Y no se hable más.
Dicho queda.
Exabruptos en Do mejor.
Con su venia compañeros.