Todo era más sencillo cuando mis dedos escribían solos y mi mente no intervenía en el fino arte de la escribidera pensada.
Como cuando elegiste la estrella más brillante del cielo para ti -la que está juntito a la luna- le pusiste su nombre y dijiste que sería tuya para siempre jamás. ¡Que nadie la toque esa estrella es mía! gritaste en mitad de la noche sin más nadie que tu sombra como compañera.
Un día cuando mi único y mayor placer sea escribir, me dedicaré a inventar cuentos, haré muchos libros como quien hace panes de madrugada y seré muy famosa. Me dedicaré a viajar por todo el mundo. Visitaré España, Marruecos, Colombia, Inglaterra, Monterrey, Cuetzalan, Xochimilco y Francia, en ese orden.
Compraré muchos pares de botas de todos los tonos café de gamuza y me vestiré como Cinderella Star en sus mejores tiempos. Con mi bolso de flecos hippies vagaré por la vida como cuando vivía una realidad ficticia en la preparatoria donde todo acabó.
Tendré un Volkswagen amarillo -tiene que ser de ese color- lo pintaré de rosa y me iré manejando por la carretera a Toluca como cuando soñé que iba por el carril de alta velocidad rumbo al DF. Llegué sin un rasguño y te reíste conmigo porque yo no sé manejar ni mi vida.
Tendré tiempo para tanto después de firmar miles y miles de autógrafos, entonces compraré una casa con jardín donde Natalia y yo andemos descalzas sin temor a enfermarnos. Haré que coloquen un columpio a la sombra del árbol que planté cuando nació la niña y jugaré con ella a tocar las nubes y ver a las palomas hacer el amor.
Mi casa tendrá una recámara enorme donde quepa una cama tan grande que Barry y yo tengamos que usar el celular para darnos las buenas noches porque para entonces ya habremos dicho todo y nos enviemos besos con emoticones cariñosos antes de cerrar los ojos.
También compraré dos mecedoras, una para Natalia y otra para mi. Cuando regrese de las giras le leeré cuentos a media tarde como cuando no era famosa y tenía tiempo de bañarla y peinarla como le gustaba.
Le pondré el negocio que tanto ha soñado a Barry, con un montón de ayudantes para que se dedique a descansar sus doloridas piernas y a escuchar la música que tanto le gusta. Tendrá su bicicleta de montaña para que salga a pasear por esos lugares inhóspitos como los del camino al volcán al que subimos a lomo de cuaco y en el que nuestra lengua de fuera fue el hazmerreir de los lugareños.
También les compraré una casa a mis hijos en el lugar que más les guste. A Pogh le pondré su negocio de motocicletas y a Pache un bufete jurídico.
Mi casa estará junto al mar, tendrá un faro que guíe a los perdidos sin imaginación a un mundo disparatado en el que habito en las noches de insomnio pertinaz.
Mis perros tendrán una cama nueva cada uno igual que Calixto. Cabito tendrá una pecera enorme con corales y comida por montones y ya no se lastimará la columna por nadar en una pecera redonda y pequeñita.
Cuando sea rica y famosa vendiendo mis libros de a tres por diez o de a dos por cinco o según se les haga más barato, seré muy feliz como cuando era pobre y no tenia más que mi imaginación.