Quizá todo sea producto de una mala noche. Una pesadilla de la que no puedo despertar como tantas veces en que "vivo" los sueños y Barry tiene que hacer acopio de fuerza para lograr despertarme. Son tan reales esas pesadillas que me da escalofrío pensar siquiera en que los estoy padeciendo en mis cinco sentidos.
Todo es tan claro, no lo imagino de otra manera. Los pasos de Barry, sus palabras, el ruido de la reja. El grito. El celular con sus letras sin sentido.
-Nada de eso pasó, no he hablado contigo hasta ahorita- me dice intrigado.
-Si pasó, no lo soñé- intento no gritar.
Se me eriza la piel pensar siquiera que estaba soñando despierta. Alucinando como nunca hasta ahora en que desde "arriba" podía ver todo lo que sucedía. Espectadora de mis propias pesadillas, puedo contar paso a paso lo que sucedió. ¿Alguien me cree?
-Te mandé un whatsapp- grito para que me crea -revisa el celular. El mensaje es lo único tangible de mi pesadilla. No fue sueño, ¡estuve ahí! luego entonces por qué Barry no vio nada si él estaba conmigo.
Los fármacos me producen aventuras en forma de pesadilla. Sin embargo algo no anda bien.
Tengo miedo pero a la vez una poca de fe porque puede que esté viviendo un sueño horrible del que despertaré a punto del infarto buscando protección en los brazos de Barry.
-Tranquila, ya todo pasó-
-¿Sabes qué soñé?- que no podía caminar.