Saliéndome un tanto de la placenta prismática en la que de diario tengo inmersa la cabeza, redundante menester de quién poco o nada sabe de temas coherentes, acabo por ver que el lugar de confort en el que me sometí a propia voluntad, mamo sólo lo que me conviene.
Discuto conmigo mi caótico proceder, aciago delirio de quién a mi se enfrenta,
entrañando una inescrutable presunción de lo que creo e incito a borrar de la memoria el oscuro y trémulo futuro al que me enfrento.
En días predominantemente lluviosos y atardeceres bucólicos, pierdo la mirada por instantes,
fijándola en el punto exacto donde segura estoy miran los tus ojos azul vestidos de amor glorioso.
Ay de mi y de mi escasa prosapia. Tú no miras pa´ bajo y Yo no alzo los ojos tan alto.
Cultura irrelevante de una seudo poetisa -conmigo mueres- devanándose los sesos queriendo sangrar la delicada grieta de un corazón que no se pierde por mi.
Interludio de amor -tic tac ding dong- incomprensible, medianamente escrito en una madrugada de olores brujos donde el perfume de tu cuerpo se hace dueño de mi nula inteligencia.
Bruna sensatez que de mi te apiadas, dime quién soy y en qué lugar me encuentro.
Exprime las memorias
-dolores exacerbados, ayes cantarinos, dulces besos purpúreos-
cundiendo mis delirios de alegrías insanas.
Amores superfluos,
gentiles vanaglorias que de mi -sin yo quererlo- emanan.
Fortuita casualidad el choque de pupilas como tantas hay en este claroscuro mundo en el que habitamos.
Exquisito dolor corre por las venas.
Punto final.
Lenguaje simbólico jamás conceptuado.
Tú tan de mi,
Yo tan sin cordura.
Tregua sin causa ni efecto.
Versos que no son verso.
Amores de dueños sin dueño de común acuerdo.
Locura demencial.
Amores que no se explican y ni quién pueda entender.
Amores nomás
¿de letras muertas?