Hace pocos, poquísimos años en que yo bañaba a La Bella, la vestía, peinaba, le daba de comer, en fin, todo lo que una hermosa abuela hace con su amada nieta.
Ha sido Natalia quien el lunes pasado ha tocado a la puerta de mi recámara con la clave secreta inventada por ella para saber si hay paso libre. Toca tres veces. La reconozco.
-Pasa- respondo.
Acabo de ducharme, las pocas fuerzas en mis piernas me sostienen de milagro.
-¿Quieres que te ayude abuela?- pregunta observándome
-Si por favor- digo mientras intento tapar con la toalla la desnudez de mi cuerpo. La Bella ha visto desde pequeña la desnudez de su abuela. Nada que esconder ni de qué arrepentirse.. Nada le asombra del costal de huesos que me conforma.
Después de untar la crema comienza a vestirme. Es ella la que ahora da instrucciones para mì bien vestir.
Hablamos de la vida, de mis lunares par, de lo largo de mi pelo. Hablamos mucho. Cuando La Bella y yo estamos juntas, todo es armonía. Obvio sin celular de por medio. Los niños de hoy tienen un vínculo extremado con la tecnología, casi como el aire que respiran.
La Bella está más alta que yo. Mientras me viste platica de su vida y lo complicado que es ser niña en esta época.
-Abuela ¿qué harías si yo fuera lesbiana?
Cof cof cof, casi me ahogo con su pregunta dardo.
-No lo sé- respondo ocultando en mi rostro lo inusual de la pregunta para una niña de su edad.
-En mi salón hay dos niños gay- me dice con soltura natural.
-¿Cómo sabes que son gays?- pregunto
-Ellos mismos lo dijeron- responde como si cualquier cosa.
-Oakey- digo.
-Abuela, ¿qué dirías si yo fuera lesbiana?- de nuevo la pregunta.
-No lo sé, nunca he estado en esa situación- digo sinceramente la verdad. Cómo saberlo si nunca he estado en el medio de ese caos que debe ser saberse en medio de una complicación. Y es verdad, ahora que Nai dejó de ser hombre me pregunto cómo reaccionaré al verlo. No será más Marquito, ahora es Nai. Para Barry y para mí verlo como ahora es nos llena de incertidumbre. No debiera, ya que nosotros -su familia- lo conocemos casi casi desde el alumbramiento.
Natalia termina de vestirme. Cepilla mi pelo dándome una orden: deja que se seque o se pudrirá tu hermoso pelo. No lo ates abuela ¿oíste?
-Si, si- respondo mientras ato mi pelo con una liga.
La Bella vuelve a casa. Ya no será más la niña berrinchuda de antes no, ahora será una puberta con voluntad de hierro y un montón de ramitos de preguntas atados a la curiosidad natural de una niña de su edad viviendo en un mundo con demasiada prisa de los seres humanos para llegar a la respuesta de un todo.
¡Ayúdanos Virgen del Chongo Parado!
Natalia vuelve a la escuela, ¡Esto será impresionante!. No la acompañaré al primer día de clases. Es así o como dice su padre, ¨yes, it is:¨
Tengo que aprender vocablos nuevos, tales como ¨random¨, para no morir de pena cuando lo diga y tenga que consultar el traductor de Google.
Natalia no será mi cuidadora, ni mi sirvienta. La Bella es lo que es, mi hermosísima nieta., más alta e inteligente que yo, con un carácter de la chingada, o sea, échense ese trompo a la uña.