No tener prisa por levantarse de la cama. Ni peinarse, ni comer, ni nada de nada.
Vivir así de a poquito, como quien muerde suspiros, en trocitos pequeños y sorbitos de agua de lilas que no den agruras. El encanto se percibe a través de las burbujas explotando constantes sobre la punta de la nariz.
Se puede pasar la vida sin dañar los pliegues corruptos de sábanas azul brutal pa´ tener sueños atarantados. Hay que darle a la vida un poco de alboroto circunstancial. Luego digan lo que digan uno volará al cielo de los profanos a recibir el justo premio al ejemplo de vida que no fue.
Hablo en tercera persona cuando la primera se disloca el habla con tanta palabrería impertérrita desubicada.
Quién busca un ejemplo que se mire al espejo, la persona dentro de él será de lo que se arrepienta o no, por no bajar del privilegiado lugar en el que él mismo se situó. Al final uno es el artesano de su propia conciencia.
Lueguito la vida se desdobla en jeroglíficos sin futuro. Que nadie entienda lo que escribes que de eso se tratan los signos desdibujados en las hojas de tus cuadernos. ¿Tuyos o míos? Efectividad esclava.
No no no no, negativo dice Enrique con esa voz que tiene por costumbre mover el suelo da la infidelidad utópica que piso. Si Enrique me pide que vaya con él, claro que voy. Ay pero todos sabemos que nunca lo hará porque ni siquiera sabe que existo.
¿Y qué tiene?
¿Y qué tiene?
Es entonces que veo buen cine, escucho buena música. ¿Por qué nadie inventa una melodía que se llame ¨El Blues de los Cobardes¨? Me la adjudico de inmediato. Todo lo que sea negativo, trágico y lacrimoso es mío. Me robo el concepto de llorar sin necesidad, sino ¿pa´qué se hicieron las lágrimas? Ni modo que de adorno. Cristales finos salen de mis ojos cuando vuela la mosca obscena frente de mi.
Olvido que la vida tiene poco sentido. El poco sentido que me da fuerza para hacer estupideces como la que hice hoy de bajar una aplicación para contar los pasos que doy en el día. 132 el total de hoy. 132 pasos dados todos dentro de casa. Seré dentro de poco la MaLquEruedA, o como se escriba.
A las once de la mañana había dado ¡Tres pasos! ¡Virgen del ocaso bilioso apiádate de mi!
Me quedo mirando el techo de los invictos. Nunca nadie lo ha visto tanto. Ese cuarto tiene todo de mí. La esencia de un espíritu combativo luchando toda su vida con una vestidura ceñida de cobardía.
Porque esa es la mera verdá, pregunten a quien sabe todo de mí. El ser cobarde tiene una encarnizada pelea todas las mañanas con la quejosa valiente de ojos color desconocido. Creo que mis ojos son cafés o sepa la bola, nunca me he fijado en su color.
Y aí voy poco a poco paco peco poco pico.
El estado catatónico es la fuente de sabiduría con la que me bendice todas las mañanas, el dios que me habita con ayuda obvio del aceite CBD al que me he hecho rápidamente adicta. Sin él ya no vivo señores, mi cuerpo acusa los estragos del pp sin él aceite.
Espero mi cataclismo de una tregua a este cuerpo de modelo antiguo que permita hacer más de lo que me permito.
Si no, no pasa nada.
El mundo gira en intervalos disolutos a favor del que lo sepa manejar. Y yo, no manejo ni mi vida.
Its ol