Ha llovido toda la noche. El sonido del agua deshaciéndose en trocitos me arrulló en sus brazos tibios de verano nocturno. Cerca de las tres de la mañana el ruido de las gotas sobre el tejado me hicieron despertar. Miles de soldaditos de botas lustrosas caían sobre la noche haciendo mucho ruido. Convertidos en gotas de lluvia se dejaban caer uno tras otro con el paracaídas abierto. ¿Alguien ha contado las gotas de lluvia? Soldados de agua abrazados para no separarse jamás.
Plas plas plas. Onomatopeya del silencio.
Quedan los ojos cerrados. Trenzadas las pestañas no dejan salir el "ser normal" que soy cuando despierto. Vapores del sueño induciéndome a la sensación bendita de ser como todos. No tiemblo ni estoy rígida. El dolor no me abandona eso debo decirlo. ¿Qué será una vida sin dolor?
Enclaustradas las palabras se agolpan por salir. Quieren escapar de los grilletes callados al que las he condenado.
Plas plas plas. Es lluvia. La lluvia hermosa me gusta tanto.
Blah pero luego pienso como señora antigua. Los pobres que no tienen casa. Los perritos abandonados de ojos tristes. Niños de carita llena de mocos mojarán sus huesos débiles. Los soldados de lluvia atacan sin piedad las frágiles carnes.
Entonces escondo dentro de mi ser el gozo permitido de imaginar los miles de soldados cayendo sobre el tejado. No quiero sentir culpa por eso. La gente sana ama la lluvia. Me gusta pero no mojarme. "No le tengas miedo" dice Barry cuando me mira un poquito olvidada sentadita en mi sillón. "Vamos a caminar" remata con sonrisa enamorada de alguien que ya no existe. Nadie ama a las mujeres de pelo blanco. A nadie en particular. Mi pelito ha crecido tanto como nunca lo tuve en mi etapa de bruja. Madame Mim beauty. ¿La conocen? No me digan que no.
El otro día las prisas comíeron ansias de terminar los quehaceres. Alisándome las greñas tragué bocanadas de valor. Tomando el bastón y mi bolsita agarré camino pa' la calle. El esfuerzo me llevó a la tienda del Hechicero de la limpieza. Metido en un mandil largo manchado de colores nuevos me ayudó a subir los escalones que separan la banqueta de su negocio.
¡Zaz! Se acabó el arrojo.
Mis pies al suelo pegados dejándome inmóvil. ¿Y ora qué hago? Él sin dar cuenta de nada, metió mi pedido en la bolsa. Saqué la cartera, mis manos no tenían fuerza para agarrar el billete. Los nervios en forma de sudor aparecieron en la frente ¡Maldición! El hechicero sabe que estoy enferma.Al mirarme inmóvil-estatua de barro moreno soy- ecomenzó a ayudarme.
"No se preocupe, no pasa nada", "sienta el viento sobre su cara" "yo la llevo a su casa", "usted no se preocupe" "mire yo no me preocupo, todo está bien".
Muerta de pena me dejé ayudar. Le dije donde vivía entonces vino a casa por alguien. Lo bueno que no lloré.
Eso es todo.
Todavía no le he dicho a Barry lo que paso.
El "ser normal" habitante de mi interior, se regocija en los albores de la madrugada. Puedo mover los dedos de los pies, los siento. Los amo, paradojas sin sentido. Debo moverme para no moverme. Llego a la conciencia del absurdo cuando un ligero movimiento del dedo meñique avisa que ya desperté.
Vayamos pues al absurdo cotidiano. Títere sin hilos de un destino por mi no temido. Los dedos de la crudeza volvieron. Sonriamosle a la luna su brillo perfecto. Sin más que decir agarro mis cositas y me voy a la chingada.
El rey valiente preparó el desayuno. Debo peinarme estos pelos para que cuando suba por mi no me vea fea. Los reyes no aman a las feas. Él si pero por si las moscas mejor no le busco no vaya a ser que encuentre una flaca en su camino y entonces si, adiós Nicanor.
Gracias infinitas por leerme.
¿Qué mas puedo decir? Ah si, yo no soy fea nomás estoy un poquito despeinada
¡Cacle, Cacle!
Plas plas plas. Onomatopeya del silencio.
Quedan los ojos cerrados. Trenzadas las pestañas no dejan salir el "ser normal" que soy cuando despierto. Vapores del sueño induciéndome a la sensación bendita de ser como todos. No tiemblo ni estoy rígida. El dolor no me abandona eso debo decirlo. ¿Qué será una vida sin dolor?
Enclaustradas las palabras se agolpan por salir. Quieren escapar de los grilletes callados al que las he condenado.
Plas plas plas. Es lluvia. La lluvia hermosa me gusta tanto.
Blah pero luego pienso como señora antigua. Los pobres que no tienen casa. Los perritos abandonados de ojos tristes. Niños de carita llena de mocos mojarán sus huesos débiles. Los soldados de lluvia atacan sin piedad las frágiles carnes.
Entonces escondo dentro de mi ser el gozo permitido de imaginar los miles de soldados cayendo sobre el tejado. No quiero sentir culpa por eso. La gente sana ama la lluvia. Me gusta pero no mojarme. "No le tengas miedo" dice Barry cuando me mira un poquito olvidada sentadita en mi sillón. "Vamos a caminar" remata con sonrisa enamorada de alguien que ya no existe. Nadie ama a las mujeres de pelo blanco. A nadie en particular. Mi pelito ha crecido tanto como nunca lo tuve en mi etapa de bruja. Madame Mim beauty. ¿La conocen? No me digan que no.
El otro día las prisas comíeron ansias de terminar los quehaceres. Alisándome las greñas tragué bocanadas de valor. Tomando el bastón y mi bolsita agarré camino pa' la calle. El esfuerzo me llevó a la tienda del Hechicero de la limpieza. Metido en un mandil largo manchado de colores nuevos me ayudó a subir los escalones que separan la banqueta de su negocio.
¡Zaz! Se acabó el arrojo.
Mis pies al suelo pegados dejándome inmóvil. ¿Y ora qué hago? Él sin dar cuenta de nada, metió mi pedido en la bolsa. Saqué la cartera, mis manos no tenían fuerza para agarrar el billete. Los nervios en forma de sudor aparecieron en la frente ¡Maldición! El hechicero sabe que estoy enferma.Al mirarme inmóvil-estatua de barro moreno soy- ecomenzó a ayudarme.
"No se preocupe, no pasa nada", "sienta el viento sobre su cara" "yo la llevo a su casa", "usted no se preocupe" "mire yo no me preocupo, todo está bien".
Muerta de pena me dejé ayudar. Le dije donde vivía entonces vino a casa por alguien. Lo bueno que no lloré.
Eso es todo.
Todavía no le he dicho a Barry lo que paso.
El "ser normal" habitante de mi interior, se regocija en los albores de la madrugada. Puedo mover los dedos de los pies, los siento. Los amo, paradojas sin sentido. Debo moverme para no moverme. Llego a la conciencia del absurdo cuando un ligero movimiento del dedo meñique avisa que ya desperté.
Vayamos pues al absurdo cotidiano. Títere sin hilos de un destino por mi no temido. Los dedos de la crudeza volvieron. Sonriamosle a la luna su brillo perfecto. Sin más que decir agarro mis cositas y me voy a la chingada.
El rey valiente preparó el desayuno. Debo peinarme estos pelos para que cuando suba por mi no me vea fea. Los reyes no aman a las feas. Él si pero por si las moscas mejor no le busco no vaya a ser que encuentre una flaca en su camino y entonces si, adiós Nicanor.
Gracias infinitas por leerme.
¿Qué mas puedo decir? Ah si, yo no soy fea nomás estoy un poquito despeinada
¡Cacle, Cacle!
Estamos tan acostumbrados a perder que cuando ganamos agradecemos el triunfo a otros.