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viernes, 17 de mayo de 2024

Asalto a la inmortalidad


San Enrique bendito del Corazón Sangrante



Si sigo actuando como ayer me quedaré más sola que un calcetín sin par. ¿Dónde lo habré dejado? Esa manía de lavar la ropa nueva ha hecho que se pierda su compañero. ¿Los calcetines sufren de soledad?
Una vez leí que debe lavarse la ropa recién comprada para quitarle excedentes de yoquésé. Todo trapo nuevo que caiga en mis manos pasa por la lavadora antes de ser estrenado.

¿A quién le interesa hablar de métodos de lavado a estas horas malditas? Perdón perdón benditas diré. Pronto celebraré el primer año de la alergia carcomiendo mi cerebro. Vamos vamos no te asustes, un año se pasó volando o ¿a poco lo sentiste? Tú tienes la culpa por nacer tan delicadita de piel y de todo. Pobre pero delicada. Vaya cosa.

Tan estoy así quién sabe cómo que los placebos ya no surten efecto. La idea de lanzar un grito de guerra cuando es menester hacerlo no le viene bien a nadie. Siquiera gritara quedito como dicen que hablo. ¡Ahhhh! parezco Tarzán en bancarrota.
Doy la espalda al mundo leyendo detrás de mi ventana. ¿Lagartija dijiste?
Voy a encender una veladora a San Enrique bendito del Corazón Sangrante, pa´que me haga el favorcito de aliviarme de estas penas de amor y muerte.

Tengo hambre, hacía mucho que el insomnio no me atacaba. Mi gato está enfermo. Se me antoja un café pero me dan miedo los bichos que veo pero que no existen. Anoche un ejército de cucarachas alemanas tomó por asalto la cocina. 
Después de remover todo, Barry y Laura no encontraron nada. Los alucines regurgitan mounstritos dentro de mi mente.
El otro día estuvo a punto de darme el supiritaco. Vi una bola negra correr hacía la puerta de la cocina. Los ojos estuvieron a un tris de saltar del puritito susto. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y amén.
Estuve a un casi de arrojarme a los brazos de Barry a que me defendiera de ese ente. Fue un casi que se murió como las ganas de todo. ¡Barry! ¡Barry! ¡Por dios! ¡Eso! Tranquila mi Chiki es el gato que le agarraron las urgencias.

Confieso ¡Oh hermanos míos! que los calzones se me hicieron yo-yo. ¿Te dio miedo? Miedo es querer ir al baño y no poder llegar. Eso es miedo señores y no payasadas. La dignidad no debe dejarse escurrir por los pantalones recuerden. Mejor es correr sobre los andamios de las prisas. Aí te lo haigas si te rompes la madre.

Amor sin límites ¿Eh? Tú dijiste. A mi que me esculquen, soy inocente de casi todo.
 Los placebos para el amor dejan de surtir efecto los viernes por la noche. Cinderella Star sale del recuerdo denostando ataduras de oro. Encadenada al lecho de amor ve pasar las horas alumbrada por la luna metiche colándose por entre las cortinas. Transgresora inmortalidad pasa de mí, nadie te tiene presente.
Estoy más sola que la noche. ¿O si?

La memoria sigue viva, neuronas a disgusto se niegan a abandonar mi cerebro. Señoritas por doquier. Quiero un café. Quiero ir al baño. Quiero levantarme. ¿Por qué la espera es tan larga y el deseo de llegar tan corto? Porque el querer no necesita más que eso. No basta que uno quiera. Mira no puedo abrazarme a mi misma. ¿Alguien? El amor no hace hueco en la almohada. Ya lo dijo Dios o alguien: Levántate Lázara y anda. Y andó. ¿O anduvo? Npi es muy temprano pa' andarse haciendo preguntas tan pendejas.

Mañana habrá un regalo esperando por ti. Prostituta del deseo que cambia nada por todo. ¡Silencio! Calla Shhh "el amor no admite cuerdas reflexiones". ¿Quién dijo esto tú? Sepa la bola. Obvio Enrique no. Ni tú. Ni yo. Ni nadie. Creo que fue Neruda o su madre sabe quién.

Si no fuera por esta muela pendeja que tuvo a mal dolerme toda la semana, no anduviera como el caballo blanco con el hocico sangrando. La cirugía maxilofacial no es para mi dentadura. Mis muelas se abrazan a mis encías como la madre a Dios en la cruz.

-Hueles a pura sangre mamá- dijo Laura.
-¿Y qué le hago?, ni modo que huela a rosas. Soy mortal como todos, sangre hay circulando por mis venas. Si fuera inmortal no tendría sangre sino bálsamo bendito, y entonces estaría sana, porque hasta orita no conozco ningún santo enfermo. 
Verdad irrefutable es que si no estuviera enferma, estaría sana. A las pruebas me remito.

Me voy a levantar ¿se les ofrece algo? nomás rapidito, estas horas no son pa'ndar embarrando querencias por los rincones. 
Usté que de amor se muere écheme un poco al olvido porque yo ya me fui sin dejarle un beso en el desprecio.

Nos vicentiamos lueguito, cuando el destino nos alcance en contraesquina de mi casa que no es la suya. 
Aí nos vemos.









 







 



miércoles, 8 de mayo de 2024

Chantaje rojo sangre de Ausencia

A manera de cuento

Con los ojos cerrados, tendida en el suelo, Ausencia escuchaba los gritos de la madre apurando a sus  hermanos a que le llevaran toallas húmedas para ponerle en la frente y le parara la sangre que abundantemente  salía por la nariz. Con una mano detenía la cabeza para que la niña no se ahogara y con la otra apretaba el tapón que le habían colocado para que dejara de sangrar.
La sangre que tragaba se le iba por la garganta dejándole un sabor que con el tiempo se le haría familiar. Sabor ferroso. Metálico. Sabor sin fuerza.

Ausencia se llamaba la niña.

Ausencia nomás.

Ausencia había sido el nombre escogido para dejar rastro en esta vida barata y vacía como ella, en son de broma decía a sus hermanos cuando le preguntaban por su vida ausente de amores escondidos entre las sábanas. Amores que nunca llegaron. Ausencia solitaria siempre fue.
Ausencia de alegrías. De todo, de nada. Ausencia de ti.

Empezó muy pequeña con las hemorragias que le dejaban un dolor de nariz severo. Hemorragias continuas produciéndole insomnio y desgano. Quedaba inerme ante todos y ante la vida. Cualquier soplo de aire se llevaba un poco de ella. Alma silenciosa difuminándose perdida en los soplos infinitos de vientos nocturnales.

Las hemorragias eran intensas, detenerlas era muy difícil. La habían llevado con médicos y especialistas, sin embargo los sangrados continuaban. Las anemias eran una constante en su vida.
Vitaminas y los mejores alimentos eran para ella. Verduras y frutas era la comida exquisitamente preparada por las manos delicadas de su madre que se esmeraba en darle a su hija un poco de vida en cada guisado.

Ausencia caprichosa sin límite conceptual.

Cuando sus padres o hermanos la contrariaban empezaba a sangrar. Todos se ponían en movimiento para evitar que se desangrara. En ocasiones era inevitable acudir al médico ante el abundante sangrado. Todos se asustaban al ver el líquido ominoso correr por su  rostro acompañado de lágrimas hastiadas.

Cuantas veces habíase quedado agachada en el lavabo cansada de que la sangre se escapara de la nariz sin poderla detener.
Cuantas toallas y pañuelos se habían pintado de rojo sin que nadie pudiera hacer nada y que la sangre dejara de fluir. 
Cuantas veces su madre llena de desesperación no sabía que más hacer y llorando iba a la silla a sentarse junto a la estufa sintiéndose impotente ante los sangrados de su hija. De Sol como la llamaba cuando la mirada tierna de madre se posaba en los ojos cafés que la veían tratando de cobijarla sin poder hacerlo.
Y ahí quedaban las dos exhaustas. Una sin poder hacer ya más nada y la otra esperando el desmayo salvador.
Así pasaron pocos años hasta que las hemorragias fueron haciéndose costumbre.

Un día Ausencia la joven pálida, se dio cuenta que nadie podía decirle nada porque había desarrollado un poder extraño.

Podía manejar los sangrados a su antojo.

Y se volvió caprichosa. Pidió todo lo mejor so pena de dejarse desangrar si no cumplían sus deseos. Convertida en pequeña tirana el mundo giraba a su antojo.
Consintiéndola, los padres la satisfacían dándole todo lo mejor. Si acaso no lo hacían, un hilo rojo empezaba a escaparse de la nariz llegando a la boca y siguiendo un camino sin fin hasta que sus caprichos eran cumplidos.
Cuando no cedían, los asustaba ver a los pies de la joven el charco de sangre que comenzaba a hacerse río y meterse entre las piedras del jardín para pintar de rojo los malvones favoritos de su madre.

Un día pidió el mundo y pusieron el mundo a sus pies.

Sólo que Ausencia no se daba cuenta que en los continuos chantajes, la sangre perdida no la recobraba por más que le dieran cientos de vitaminas y chocolates y sueros vitaminados. Verduras y todo lo que pudiera ayudarle. Frijoles, carne, bálsamos mágicos, etc.

Poco a poco se iba desvaneciendo. Nadie se había dado cuenta que un poco de ella iba desapareciendo cada día haciéndola transparente. Blanca como la niebla. Pálida como la luna. Rizos absorbentes con un dejo de organdí. Aroma de ríos encantados. Sublime esencia de deseos remotos. Ausencia del ser.

Un día su madre pegó un grito al ir a despertarla para tomar la medicina. Ausencia, no estaba más. Sólo quedó en su cama una silueta marcada por el pequeño cuerpo de niña caprichosa. Sólo el dejo de su ausencia quedó en el remolino de emociones de su amada familia. 

Ausencia... así se llamaba.

Ausencia de ti.

















sábado, 4 de mayo de 2024

Cannabis Sativa

Ámonos corriendito de buen modo. El viernes arribó con aires de perfume barato del que sacan ronchitas en la piel, asegún dicen las amigas de allá lejos donde antes vivir era cosa obligada. Morían las niñas-mujer ataviadas de espasmos orgásmicos cuando nada sabían de tentaciones onanistas. Petite mort azteca en los albores de las trenzas.

Con el rostro enrojecido salían del baño presas del agotamiento febril bajaban la vista evitando las miradas inquisitivas de las brujas chismosas avecindadas de allá donde cruza el puente de piedra dividiendo el Pueblo de Arriba del Pueblo de Abajo. En lo alto del cerro El Pueblo de Arriba se alzaba sobre el suelo de mampostería el Templo de la Santísima Virgen de la Concepción Bendita.
¡Amárrate esas greñas muchacha, pareces güila!
Tierra mojada, arcoiris tras las nubes macilentas, magia ejercida por el sol rubicundo en las tardes bochornosas de agosto.

¿Dónde se aprende a tejer letras sin tanta parafernalia?  Vendedores de cachivaches faramallosos hechos pasquines. Hojas ocre. Otoño caído del nada escrito, sólo besos con tu nombre.

Ya no sueño pesadillas las cambié a Technicolor.
El cine ¨Pedro Infante¨ esconde estudiantes enamorados poco atrevidos. Los tiempos un tanto inocentes. La honra se comenzaba a perder con un beso. Lueguito chocaban las bocas. ¡Rápido rápido los maestros también van al cine!
Camino a casa la niña-mujer aterrorizada de quedar embarazada por el beso robado por un ingrato que metió la lengua probando el dulce néctar del espanto. ¿Ora qué les digo a mis papás? Inocencia pendeja salida de la ignorancias.

Cannabis Sativa. La Mary Jane permitida en gramaje pequeño. Al diablo los ¨churros¨ , cigarrillos baratos liados con sábanas de papel china blanco con un toquecito de saliva pa´que resistan el manoseo.
Cannabis oil. Oil Cabbanis como escribo en idioma valemadrista. si quieres saber de qué hablo búscame por las mañanas , es cuando no se me entiende nada. Ora si me buscas los viernes atiendo mejor. Los viernes soy como la ¨Chaquira¨ soy ciega, sorda, muda. A todo digo si para no perder el tiempo con negativas simplonas. Un no de vez en vez para no verse dama fácil o del talón como dicen en el pueblo.

Desnudo mi cuerpo de medicinas. Lo arrojo al abstencionismo en un domingo pulguiento. ¡Cállense perros! El camino en su absurda necedad dice que no. Hoy no hay complacencias. Malhumorada discurro mi venganza contra este cuerpo sísmico mutante. La ansiedad cabalga hacía mí en caballo desbocado. Prometo oh Jesús de los horrores tomar ejemplo de lo que no se debe hacer. Mátenme o algo pero quítenme esta puta ansiedad o me los como vivos con un chingado.

Las horas duran menos. Los delirios son mayores.
Desnudo los fantasmas. Los huesos tienen quejidos paranoicos. Chocar de calacas tilicas y flacas.
Ni siquiera muerta seré  flaca. Estuche de monerías visto en escaparate de vidrio delgado. Son tres los infames timadores, anarquistas del insomnio desbordados en mi rededor.
Rehén de mis miedos me hundo en la almohada de plumas de paloma currucú.

Me faltan dos horas o me sobran tres pastillas, el Cannabis oil y la cápsula de éter para desprestigiar los fervores de la canícula.

-¿Cómo se toma esta madre?- pregunto.
-Con un sorbito de agua o a madrazo limpio como lo prefieras- responde un chasquido aburrido.
-Moriré con tanto carajo medicamento que me zambuto todos los días- escupo obscenidades.
¿Alguien que venda dos horas de tiempo que le sobre?  prometo aprovecharlas poquito antes de colgar los tenis vulgo morir.
Nomás advierto que van a ir con unos cuantos rayones ocurridos durante el ataque titiritesco a la MaLquEridA en estado de indefención.
Vacunando los miedos cada trece días para no morder a nadie en el ínter.
Enclaustramiento elegido me pone los pelos parados. Callado. Onomatopeya de un dedo encantador.
¡Shhh! ¡A callar ranas que va a cantar el sapo!
¡Juímonos!
¡Turun tun toing!

Croac!










Musa con cuernos

PARA LA MALQUERIDA

La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje

Porque siempre queda espacio para nuevas libertades.

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Ángeles de la fe

Yo traigo la verdad en mi palabra Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo. Vengo a contarte que hay luces que nos hieren, que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena. Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia. Descubrirme a mí mismo y en tu figura qué poca cosa somos sin ternura.